Aquellos días de verano

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Beatriz-Roma

¿Os acordáis de esos días de nuestra infancia en los que no existían las tecnologías, en los que el mundo 4G era impensable?

¿Aquellos días de verano en los que junto a tus primos o amigos devorabas libros y cada una de sus ilustraciones? Cada página era una excusa perfecta para inventar nuevas historias y miles de personajes.

Esos días en los que cualquier objeto era bueno para disfrazarse y jugar. ¡Con una bolsa y un cartón podías hasta construirte tu propio castillo!

Los niños salíamos a la calle, al parque o al jardín. Conocíamos la rayuela, el escondite, o el pollito inglés.

Pasábamos horas y horas jugando con chapas de las botellas. Unas simples piedras valían para divertirse. ¿Y qué me decís de las canicas?

Cualquier rinconcito era bueno para  «el escondite». Primero buscaba uno, luego el otro, te volvía a tocar …y así llenábamos nuestros días.

En cambio hoy en día nuestros hijos no saben ni de qué hablamos cuando nombramos este tipo de juegos.

-«Están en la tablet o el móvil?» nos preguntarían…

Vamos a intentar que nuestros pequeños crezcan con este tipo de juegos, que fomenten su imaginación y su creatividad. Que disfruten con un libro. Que saboreen cada una de sus páginas, hasta que se lo aprendan de memoria.

Vamos a darles papeles en blanco, miles de colores, para que pinten, e inventen sus propias historias.

Vamos hacer que recuerden su infancia con la risa de un niño saltando a la comba. Con las carcajadas explotando globos de agua. Con la música de sus voces cantando canciones de Miliki.

¡Volvamos a la tradicional, aunque sea en los días de verano!