Cuando los hijos se van. Grada 123. Energía positiva

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Álvaro Roa

Somos muchas las personas que disfrutamos de ser padres y de todas las experiencias maravillosas que nos regalan esas personitas que cada día van creciendo hasta hacerse adultos.

Disfrutar de cada etapa es maravilloso, y hasta nos alegramos al ver cómo viven cada una de ellas y cómo pasan de una fase a otra, en ocasiones casi sin darnos cuenta.

Pero llega un momento en el que los hijos se emancipan y toman la decisión de comenzar a volar solos. Este hecho es normalmente difícil de asimilar por los padres, especialmente por la madre, quien siente lo que algunos expertos han llamado el síndrome del nido vacío.

Quienes me han leído más veces saben que no soy muy partidario de diagnósticos y etiquetas, ya que en ocasiones nos esclavizan en demasía. Pero en este caso lo he utilizado para hacer un símil con las aves, al ver que sus crías deciden volar solas.

El espacio vacío que queda en casa, y concretamente en las habitaciones que han ocupado durante tanto tiempo los hijos, es prácticamente imposible de sustituir, aunque hay padres que al ser abuelos ocupan temporalmente esas habitaciones con los nietos, y esto les alivia esa sensación que parece les acompaña siempre.

No he llegado a esa etapa, pero entiendo como padre que debe ser especialmente dura si no se asume con tiempo y uno piensa que los hijos van a estar con uno para siempre.

Al igual que sucede con la jubilación, la mejor manera de preparase para este momento es involucrándose en actividades y tener una vida propia con antelación a este momento.

Hoy en día hay cientos de asociaciones y colectivos abiertos y deseosos de personas que echen una mano de manera voluntaria. Podemos optar también por la formación o por realizar actividades físicas o mentales en grupo.

Al involucrarnos en cualquier actividad de las anteriores ampliamos nuestro prisma de la vida, y compartimos experiencias con otras personas que de manera similar han vivido o están viviendo en ese momento una circunstancia parecida.

Y no hace falta tener hijos con más de 20 años para hacerse la idea. Pienso que es importante estar mentalizado desde el momento que nacen. Esto hará que vivas cada momento más intensamente y que lo disfrutes más, pues tendrás conciencia de que ese día de la partida llegará.

Hay padres que, de manera egoísta y diría que, en la mayoría de las ocasiones, inconsciente, hasta desean que a sus hijos no les vaya del todo bien una relación para que vuelvan con ellos a casa.

Y es que hay padres que ven a las parejas de sus hijos como personas que les han ‘robado’ a alguien que les pertenece. Todo esto dicho figuradamente y desde un punto de vista muy interiorizado y, como acabo de decir, inconscientemente en muchas ocasiones.

Este sentimiento de pertenencia y apego potencia esa sensación de nido vacío tan amarga y difícil de llevar para algunas personas. Es importante que comiences a comprender que a tu hijo no se lo ha llevado o se lo llevará nadie; se irá por voluntad propia y porque necesita experimentar la vida, de la misma manera que tú también lo hiciste.

Así que te animo a pormenorizar y reducir al máximo el impacto de esa situación en la vida, que sin duda alguna se va a dar, asumiéndola desde ya, y observando a tus hijos desde otro punto de vista más amoroso y alejado de toda pertenencia.

Es cierto que hay personas que nunca abandonan el nido, pero si lo hacen es porque le diste la suficiente confianza para volar solos.

¿quieres saber más?

 

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