Volver a ser niñas frente al papel en blanco dejando que dicten nuestros corazones lo que han de escribir nuestras manos. Lavar nuestros cerebros con detergentes que eliminen las manchas de prejuicios para verlo todo claro. Sacudir las alfombras del corazón para eliminar los ácaros.
No me hace falta abrir mis ojos para ver tu luz, no necesito mis pupilas para observar la belleza de tu alma, mis manos expresan junto a las tuyas nuestras ansias de cambiar el mundo.
Hay otros ojos, que no están en la cara, que seguramente para compensar cuando estos fallan suelen ver mejor las cosas del alma. ¡Ay! Cuántos ciegos para el amor y para ellos no existen gafas.
¿Dónde se compran ojos limpios de egoísmo y llenos de generosidad? ¿Dónde están los lavaderos para los ojos sucios de envidias y de mezquindad?
Quizás deberíamos cerrar los ojos para ver el mundo, quizás a oscuras escuchemos mejor el corazón del que sufre, la angustia del que clama paz, la voz que pide ayuda.
Puede que tú y yo no cambiemos el mundo entrelazando nuestras plumas, pero si tan solo salvamos una mirada habrá merecido la pena caminar de la mano.
Julia Cortés y Nuria Ruiz
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