Inmaculada González
En este artículo presento a una pintora muy desconocida en casa y muy reconocida internacionalmente.
Oscense de cuna, temperamental y con unos ojos negros tan impresionantes como la negrura de su infancia, Lita nunca conoció a su padre y fue abandonada por su madre cuando solo tenía tres meses. Es recogida por su abuela y criada en la calle pidiendo limosna por Las Ramblas y Port Vell hasta que la anciana muere. Internada entonces, con 8 años, en un orfanato tiene la fortuna de ser adoptada por una familia pudiente a los 13. Sus padres adoptivos le acercan a la cultura y es durante una visita al Prado cuando Lita descubrirá a los maestros Rubens, Velázquez y, sobre todo, al Goya de los contrastes y el claroscuro, aquel que entendió que entre la espiritualidad y la monstruosidad hay un paso.
Lita Cabellut pasará, en pocos años, de la supervivencia callejera a la prestigiosa Academia Gerrit Rietveld en Ámsterdam. Allí le seducirá el Barroco holandés y lo fusionará con la magia y fuerza de sus raíces gitanas.
Esta artista multidisciplinar lanza mensajes sociales con sus retratos monumentales sobre habitantes de la calle, prostitutas, vagabundos, personajes históricos… Cabellut combina técnicas tradicionales y modernas, el fresco y el óleo, para retratar almas con trazos expresionistas. Ella representa miradas desafiantes, delirantes o indulgentes haciendo verdaderas disertaciones sobre las heridas de la vida. Cada retrato cuenta una historia, la suya, la nuestra, la colectiva. Todos sus retratos son un gran autorretrato. La empatía ocurre porque se reconoce y revive en ellos sus emociones ocultas, pasadas y presentes.
Lita ha retratado el glamour de Coco Chanel, Charles Chaplin o Frida Kahlo, pero también personas alejadas de los cánones de belleza: “Todo que lo que nosotros damos por bello o atractivo es en realidad una gran fantasía nuestra, una ilusión”.
Su característico craquelado aumenta el impacto visual. Las grietas de casi todos sus lienzos plasman su sufrimiento y representan la aceptación de un falso concepto de belleza.
Según la autora “el arte no te hace ser mejor, más bien te ayuda a superar aquello que no conoces. Porque el arte es fealdad también, y es belleza, y dureza. El arte es de terciopelo por fuera y de lejía por dentro, porque te quema. El arte ayuda a morir cada día y volver a nacer, ayuda en las despedidas”.
El arte, su arte, le ha dado a Lita Cabellut reconocimiento, le ha dado un lugar. La artista ha tenido que pisar el tapiz de las angustias para ahora poder besar la vida. La Lita del futuro no espera otra cosa más que “responder como lo hicieron tantas personas” en su vida y utilizar su trabajo “para dar voz a quienes no la tienen”.
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