En Belén de Judá. Grada 107

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El Niño que nos ha nacido, y que conmemoramos en la Navidad cristiana, fue anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Ya Isaías (9:6) afirma: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. El  mismo profeta nos anuncia que nacerá de una Virgen: “El Señor mismo os dará la señal: he aquí que la Virgen concebirá, y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emanuel” (Emmanuel, Manuel) que quiere decir ‘Dios con nosotros’. El Niño es el primogénito, el primer concebido, el único. En el Libro del Éxodo (13:2) “Conságrame todo primogénito…” Y de qué tribu ha de venir el Elegido: “A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; tus manos en la cerviz de tus enemigos; se inclinarán a ti los hijos de tu padre”. (Génesis, 49, 8-10). Y dónde, pues, nacerá el Niño: en Belén de Judá. Lo profetiza Miqueas (5, 2-5): “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar en las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor de Israel”.

Los profetas no solo anuncian que nacerá de una Virgen, de la tribu de Judá y que lo hará en Belén. También se refieren a su linaje: “Mas Dios dijo a Abraham: no te angusties por el muchacho ni por tu sierva; presta atención a todo lo que Sara te diga, porque por Isaac será llamada tu descendencia”. De Jacob (24, 17-19): “Lo veré, mas no ahora. Saldrá estrella de Jacob. Y se levantará cetro de Israel”. De Isaí (Isaías, 11, 1-2): “Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto. Y reposará sobre Él el espíritu del Señor, espíritu de de sabiduría y de inteligencia”. Y de David (Isaías, 9-7): “Lo dilatado de su Imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino”.

Algunos exégetas afirman que fue Moisés el primero en anunciar el nacimiento del Niño (3.15): “Y yo, Dios, el Señor, tomé al hombre y lo puse en el Jardín del Edén para que lo cultivara y lo guardara”. Su reino es anunciado por el rey David (Samuel, 18): “Y aconteció que cuando él acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán, quedó ligada con la de David, y le amó Jonatán como a sí mismo”. Su pasión, muerte y resurrección también la anuncia Samuel por boca del rey David: “Dios le dijo a Samuel: Yo lo he rechazado, así que ya no será rey. Mejor ve a Belén, donde vive Jesé. Ya he elegido a uno de sus hijos para que sea rey de Israel. Lleva aceite contigo y derrámaselo en la cabeza como símbolo de mi elección”. Así, también, la traición de Judas la ascensión, la fundación de la Iglesia, el Juicio Final…, todo profetizado, desde antes de la noche de Belén de Judá…

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