Lanzarte
Decía V. Kandisnky que el color es un medio que nos permite ejercer una influencia directa sobre el alma, afirmación a partir de la cual enunció sus teorías acerca de las correspondencias emocionales de los colores desde la pura abstracción, despojando al arte de toda reproducción realista; a la par, emergentes vanguardistas a principio del siglo pasado como P. Mondrian o K. Malevich no cejaban en su empeño de hacer universalmente reconocible toda forma artística a través de la geometría, con la intención de entregar el arte a las masas; y es que al fin y al cabo, un cuadrado negro no deja de ser un cuadrado negro ante cualquier visión, sin necesidad de identificarlo con ninguna correlación figurativa ni relacionarlo con bagaje cultural alguno, naciendo así la abstracción geométrica.
Un impulso parecido es el que mueve el instinto de Diógenes atribuido popularmente a la urraca. La acumulación de enseres brillantes en sus nidos corresponde precisamente a una atracción abstracta por el objeto sustraído, independiente del valor o utilidad real del mismo, seducida por sus características visuales y ajena en su totalidad a la correspondencia útil o simbólica de la pieza. Y es igualmente este síndrome, basado en el filósofo griego, al que debemos agradecer el origen de los museos, al estimular el deseo colector en los exploradores del Renacimiento y posteriores, que reunían todo tipo de objetos en los denominados ‘cuartos de maravillas’, precursores directos de museos como el de Don Benito.
Entre aquella abstracción geométrica y el Diógenes de la urraca, Rubén Fernández Castón (Mérida, 1981) genera un escenario común donde ambas conviven, con el fin de construir nuevos espacios para la relación entre arte y espectador. ‘De veletas, urracas y otros reflejos’ es una particular relectura de la colección del museo de Don Benito en formato de instalación específica a través de formas, colores y espejos, propios del característico lenguaje del artista que aúna geometría y abstracción mediante la combinación de colores planos y volumen.
A través de la arquitectura del palacio modernista sobre el que se erige el museo y su copiosa colección de enseres cotidianos, el autor encuentra un discurso paralelo que subyace en el propio relato museístico, para reinterpretar su entorno a partir de la sugerencia de su fisionomía, más allá de la propia utilidad original de cada objeto, sacando a la luz esos valores abstractos que, por otra parte, comparten la abstracción geométrica y las urracas. Un proceso identificativo del trabajo de este artista, acostumbrado a reducir las formas que le rodean a su estado elemental, y que halla aquí su inspiración en la profusa ornamentación que conforman arquitectura y colección, para consumar la perfecta simbiosis entre tradición y contemporaneidad.
Esta exposición forma parte del programa ‘Arte en común’, desarrollado por la Asociación de Gestores Culturales de Extremadura para la Diputación de Badajoz, en colaboración con el Ayuntamiento de Don Benito, y podrá visitarse hasta el próximo 13 de enero de 2019 en el Museo Etnográfico de Don Benito.
www.agcex.org | www.rubenfernandezcaston.com
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