Mujer y discapacidad. El doble reto por la igualdad plena. Grada 107. Primera Fila

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De izquierda a derecha Begoña García, Susana Mangut y Antonia Macarro
De izquierda a derecha Begoña García, Susana Mangut y Antonia Macarro

Ser mujer en el mundo occidental sigue siendo hoy por hoy enfrentarse a infinidad de barreras, visibles o invisibles, para vivir con plena igualdad de derechos y obligaciones. Y no hablemos ya de otras latitudes, donde la vida humana, y en concreto la de la mujer, apenas tiene valor. Suena duro, pero es así, desgraciadamente. En nuestra sociedad, las brutales cifras de mujeres asesinadas, victimas de violencia de género, suponen una vergüenza y un crimen horrendo contra la mitad de la población. Se requieren pues más políticas que defiendan a la mujer y le proporcionen las herramientas para alcanzar la plena igualdad que le corresponde.

Y si para cualquier mujer superar estas diferencias es un reto complicado e injusto, en el caso de las mujeres con discapacidad, la dificultad se multiplica. En este caso se requiere una implicación aun mayor de la sociedad, y un esfuerzo a todos los niveles (formativo, legal, etc.) por proporcionar herramientas de igualdad que favorezcan la plena integración y participación social de las mujeres con discapacidad. Y es que hemos de ser conscientes que, en esta sociedad, todos somos necesarios.

Para avanzar en el objetivo de igualdad social, el elemento esencial no deja de ser que las mujeres nos lo propongamos. Si así lo hacemos ningún obstáculo se nos pondrá por delante que no pueda ser removido. Tenemos ejemplos abundantes, por fortuna. Y aquí están con nosotros tres mujeres, extremeñas, que dan testimonio de que ‘Si se quiere, se puede’. ¡Y vaya si se puede!

Begoña García Bernal, licenciada en Derecho, y mujer con discapacidad, es actualmente consejera de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura. Cacereña de larga trayectoria de gestión política, ha apostado desde su trabajo por fomentar las políticas de igualdad. “Fui consciente de mi discapacidad cuando tenía 13 años y me prohibieron realizar cualquier actividad deportiva como jugar al voleibol, al baloncesto o tirarme de cabeza en natación porque era más propensa a tener desprendimientos de retina. Al principio lo viví mal, pero luego me di cuenta que tenía otras capacidades y que lo que no veía podía oírlo”.

Susana Mangut, periodista, mujer con discapacidad visual y madre de familia, siempre tuvo claro que estudiaría algo relacionado con la comunicación: “Soy muy comunicativa”. También cacereña, fue una de las primeras personas que se benefició de la educación integrada e inclusiva en Extremadura, donde continuó los estudios empezados en Madrid, siempre en centros públicos. Realizó estudios universitarios de Periodismo en Salamanca, al tiempo que iniciaba su independencia personal y su carrera profesional vinculada sobre todo a Onda Cero y a la Cadena Cope, donde llegó a dirigir el informativo regional. “Pero a mí siempre me ha llamado mucho lo social. Hice un programa de radio (Extremadura de todos), tipo magazine, sobre discapacidad. Pero para mí ser madre estuvo siempre como objetivo, por lo cual vine a trabajar a Badajoz para poder criar a mis hijos”. Actualmente colabora con diversos medios regionales, tanto de televisión como de radio.

Antonia Macarro es pacense, y tiene una discapacidad física. Además de trabajar en la ONCE y ser dinamizadora social a través de Frater, “con minusválidos” y de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), mantuvo una interesante tarea en los centros de promoción de la mujer y en diversas instituciones, donde realizó muchos trabajos de manualidades. La moral y el sentido del humor, además de la mano tendida hacia los demás siempre le acompañan. Ha vivido y vive en la humilde barriada pacense del Gurugú, donde es muy querida.

Para Begoña García las principales dificultades que ha tenido que afrontar no han venido de su vida personal, sino de la profesional. Y es que le ha marcado mucho “no poder tener carné de conducir y depender siempre de transportes públicos. Y más, estando como están en esta región”.

Antonia Macarro, por su parte, dice no haberse sentido nunca discapacitada. A los 4 años la polio llegó a su vida para quedarse. Pero ella siempre ha estado rodeada por sus amigas de la calle, y “mis padres jamás me dejaron atrás”. Solo notaba que no podía correr como las demás, pero “siempre que me quedaba rezagada se quedaba alguna tirando de mí”, comenta entre risas. A nivel personal, los viajes y las operaciones derivadas de la polio fueron el episodio más difícil, “pero gracias a Dios, lo superé”. Con el trabajo, tuvo algunas dificultades, pero las superó luchando y sin perder la ilusión.

Susana Mangut confiesa que de pequeña no era muy consciente de su discapacidad. “Mi familia nunca me lo hizo notar. Siempre me ayudó y respetó mis ideas. He sido consciente por momentos, como cuando empiezas a ir al colegio y usas el sistema Braille. La figura de la profesora de apoyo para mí fue muy importante, porque me aportaba seguridad, además de mantener una gran colaboración con mi tutora. Consciente eres en momentos determinados, pero a mí el no ver no me supone ningún problema, aunque todos tenemos días de ‘¿por qué yo?, ¿por qué a mí?’. Sí que hay un momento clave, que es la adolescencia, cuando lo pasas mal”.

Mangut considera que no ha tenido excesivas dificultades, puesto que “siempre he sido de coger atajos” para buscar soluciones, por ejemplo cuando tenía que realizar cualquier tarea profesional. Siempre las dificultades le han venido de actitudes personales, como la de aquel director de medio que le dijo que no podría retransmitir un partido de futbol. “Claro, y tú tampoco puedes hacer otras cosas”, fue su respuesta. Siempre lo peor son las barreras mentales.

Refiriéndonos a la educación de los niños con discapacidad en Extremadura, para proporcionarles una formación que les permita superar las desigualdades, Begoña García considera fundamental la tarea del profesorado de apoyo existente en los colegios públicos, además de valorar el buen trabajo que hacen las asociaciones en colaboración con la Administración.

En opinión de Susana Mangut, aunque siempre queda mucho por hacer, los avances han sido significativos. Afortunadamente la formación sobre diversidad hoy es abundante y una vez pasado el ‘efecto novedad’, por el cual los niños se interesan por descubrir las peculiaridades de ese nuevo compañero ‘especial’, los niños con discapacidad han de ser uno más del aula. Y el dinero no ha de ser impedimento para la educación de los niños con discapacidad.  Por su parte, Antonia Macarro cree que queda mucha tarea por hacer. Falta personal y medios económicos, y la atención a los niños con discapacidad dista mucho de ser la adecuada, en su opinión.

Para superar las dificultades del binomio mujer-discapacidad, Begoña García cree necesario reforzar las políticas de integración de las mujeres discapacitadas, luchando contra el machismo y otras formas de discriminación: “Hay que visibilizar a la mujer con discapacidad. Tenemos la doble discriminación, la de ser mujer y con discapacidad. Lo mejor que hay para visibilizar es la inserción laboral, por lo que tenemos que trabajar mucho en este asunto”.

Susana Mangut, por su parte, entiende que hemos de partir de la base de aplicar políticas de discriminación positiva a favor de la mujer. “La sociedad es muy competitiva, y además de ser mujer, madre y trabajadora,  la discapacidad es un factor añadido que algunas tenemos. Yo tardo más en hacer determinadas tareas que otras personas, y no quiero estar dependiendo siempre de que alguien me ayude. Debemos autoexigirnos a nosotros mismos, sin demostrar a nadie unos presuntos ‘superpoderes’, y siempre viéndonos arropadas por el sistema en que vivimos. Es necesario educar en este sentido a la sociedad. Afortunadamente, he tenido mucha ayuda de compañeros a la hora de conciliar vida laboral y personal”.

Antonia Macarro entiende que la mujer con discapacidad debe ser objeto de políticas de discriminación positiva, puesto que aún queda mucho por hacer para lograr una igualdad real.

Para todas las niñas o mujeres que inician una vida con discapacidad, el mensaje de Begoña García es sencillo y directo: “Hay que quererse mucho, mucho, mucho. Tenemos capacidades diferentes, pero no somos menos que nadie. Depende mucho de nuestro empoderamiento personal cómo afrontar la lucha y los retos. Otro aspecto fundamental es el entorno familiar y de amistades”.

Susana Mangut tiene para ellas un mensaje muy claro: “Asumirnos como personas, enteras, con discapacidad, y decirnos que somos capaces”. Si a la sociedad le lanzas un mensaje de ‘Soy capaz de hacer esto’, al final la sociedad cree en ti, en nosotros. El propio entorno social, si nos ve reaccionar así se deja llevar por nosotros. Y si necesitamos ayuda, en cualquier aspecto, pedirla siempre, sea al núcleo familiar, a los profesionales, y también hablar y compartir experiencias con gente que comparte nuestra problemática. Y estimular la diversidad, enriquecerse culturalmente, teniendo siempre la necesaria complicidad con quien tenga unas inquietudes similares, sean personas o colectivos. Es muy importante no estar solo si no se desea.

Antonia Macarro anima a combatir los problemas, y a vivir con ellos. “Seguir la vida, y nunca acoquinarse. La semana que estoy pocha y no puedo salir me siento mal. Hay que salir y estar con la gente. Yo no me quedo en casa, por muy mal que esté”.

Un mensaje precioso, que hacemos nuestro, y un baño de positividad y de ilusión el que transmiten estas mujeres, que ejemplifican el esfuerzo de muchas otras por conquistar su lugar en el mundo y construir una sociedad mejor. Desde este pequeño rincón de Grada hacemos nuestro este objetivo, y aprovechamos para desear a nuestros lectores y amigos unas estupendas fiestas navideñas y un año próximo lleno de felicidad y ventura para todos.

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