Pablo Guerrero. La voz del poeta. Grada 110. Perfil

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Felipe Ferrín. Fotos: Lourdes Balduque www.lourdesbalduque.com

Pablo Guerrero nació en la localidad pacense de Esparragosa de Lares en 1946. Cantautor y poeta afincado en Madrid desde la década de los sesenta, en 1969 gana el premio a la mejor letra del Festival de Benidorm con ‘Amapolas y espigas’, y en 1975 graba ‘Pablo Guerrero en el Olympia’, un disco en directo en dicho teatro parisino. Tres años antes publica ‘Cántaros’, uno de los himnos libertarios de la época.

Háblenos de su infancia.
Tuve una infancia feliz, aunque toda infancia tiene sus luces y sus sombras. Recuerdo especialmente a mis amigos, las costumbres de la época. Los juegos de los niños variaban según la estación del año, y en mi tierra la llegada de las cigüeñas era todo un acontecimiento. Se sacaba en procesión a la Candelaria, y si no se apagaban las velas significaba que el invierno había acabado. Hablar de mi infancia es hablar del campo; me encantaba, por ejemplo, buscar nidos de pájaros con mis primos y hermanos, es algo que ha influido poderosamente en mí. Gran parte de lo que soy ahora tiene su origen en el campo. Lo que me trae peor recuerdo es ir al colegio y las matemáticas.

¿Cómo ha influido Extremadura en su carrera musical?
Nacer en Esparragosa de Lares implica tener un sentimiento de la tierra hondo y fuerte. Mi pueblo es la frontera entre la Siberia y la Serena extremeña. Hay una sierra, hay un castillo, está la Ermita de la Virgen de la Cueva y está todo rodeado de agua, el Guadiana, el Guadalemar, el Zújar… es una tierra áspera, seca, llena de colinas muy antiguas geológicamente hablando. El enclave es muy importante, toda esa gravedad pesa. Ante un entorno de tal calaña la influencia es obligada. Influyeron mucho también mis abuelos, que me contaban leyendas y me cantaban romances. Influyó la sabiduría de algunas personas, una sabiduría que viene de muy lejos. Recuerdo una vez que me rompí un brazo y me llevaron a Cabeza del Buey, vi por primera vez el tren, y me enteré de que existían ciudades más grandes como Badajoz o Mérida, durante muchos años pensé que el mundo se acababa en las últimas encinas de las dehesas extremeñas alrededor de mi pueblo.

Unos años más tarde abandona Extremadura para iniciar sus estudios.
Así es, estuve cuatro años en el Seminario, luego me fui a estudiar Magisterio a Sigüenza y más tarde nos fuimos todos los hermanos a vivir a Madrid, primero en Malasaña y luego en Moratalaz. Por allí pasaron un montón de amigos, casi todos militantes en la resistencia antifranquista y fue una etapa muy divertida. Había sus miedos a que nos detuvieran, pero en general lo recuerdo con mucho cariño. Madrid me acogió de maravilla, yo quería ser poeta y cantante y a los dos años de llegar a Madrid fui a Benidorm y me dieron un premio por la mejor letra. Yo creo que Extremadura me hizo como persona y Madrid como cantautor.

¿Ganar el Festival de Benidorm en 1969 le hizo dar el salto de la música amateur a la profesional?
Realmente la profesionalización vino muy lentamente. En aquella época no era fácil vivir únicamente de la canción, algo parecido a lo de ahora, pero peor todavía [risas]. Me dediqué de lleno a la canción cuando fui al Olympia y tuvo tanto éxito el disco en directo que grabamos allí. Conocí un matrimonio en Moratalaz, un catalán y una yugoslava, gente maravillosa, que me convencieron para dedicarme a la música; yo siempre me preguntaba si era posible vivir de esto y ellos me repetían que de eso ya se encargaban ellos, y la verdad es que lo hicieron muy bien.

¿Cuáles eran sus principales fuentes de inspiración cuándo comenzó en el mundo de la música?
Por un lado, los recuerdos y costumbres de la tierra, los deseos, la dureza del trabajo en el campo, la migración… Por otro, venidos de mi vida urbana en Madrid, influenciados por mis lecturas en esa época, muy parecidas a las de ahora, Lorca, Miller Hernández, Cernuda, Vallejo, Antonio Machado, León Felipe. Y luego lo que vino después de la Generación del 27, como Valente, poeta al que adoro.

Retomando el disco del Olympia; ¿lo grabó pensando que iba a tener tanta repercusión?
No, de hecho, grabamos el disco, lo escuchamos y ni Nacho Sáez de Tejada, guitarrista que me acompañaba, ni yo queríamos que se publicara, porque nos parecía que técnicamente estaba muy mal. No existía un equipo de sonido adecuado para grabar discos en directo, era un magnetofón bueno para llevarse un recuerdo, pero no era un sonido limpio. Gonzalo García Pelayo nos convenció, nos dijo que el disco tenía ‘mucho rollo’, como se decía entonces, creía que era un disco tocado con mucha veracidad y sentimiento. Yo creo que eso fue lo que gustó del disco y la verdad es que fue un éxito tremendo, que me permitió dedicarme a la canción.

Si tuviera que nombrar a una persona que le haya ayudado en su carrera musical, ¿quién sería?
A los tres guitarristas con los que he escuchado mucha música y que fueron muy importantes en la formación de mis gustos musicales. En los 70, Nacho Sáenz de Tejada; en los 80, Suso Saiz; y lo que vino después con Luis Mendo. Tres músicos a los que tanto debo; escuchábamos un montón de canciones juntos y las discutíamos continuamente.

¿Cómo explicaría a los más jóvenes la esencia de la canción protesta?
La canción protesta nace en un momento histórico muy concreto, los años 60. El movimiento hippie, mayo del 68, el apoyo a las democracias en Latinoamérica y, aquí en España, el movimiento antifranquista. Fue una revolución mundial, no con armas sino con ideas. En España la canción luchó contra el franquismo, como actitud y como temática. Se hicieron muchas, y muy buenas, canciones de amor, canciones con ironía, con sarcasmo, etc.; se llamaban canciones sociales o de denuncia, pero el término que prevaleció fue el de canciones de cantautor. Estábamos muy unidos, nos veíamos casi todas las noches. Salíamos, hablábamos, nos manifestábamos, había una gran energía que quería libertades democráticas y nosotros estábamos ahí, en primera línea, pidiéndolas, promoviéndolas y haciendo todo lo posible para conseguirlas.

¿Qué canción recuerda con más cariño?
A la que le estoy más agradecido es a ‘Cántaro’. Gracias a esa canción me recuerda mucha gente. Esa canción ya no es mía, es de quien la canta. Decía Alberti que “su canto asciende a más profundo cuando abierto en el aire ya es de todos los hombres”. ‘Cántaro’ es de todos los hombres. Tengo mucho cariño, por otro lado, a ‘Mano sobre mano’, del último disco que he publicado, y ahora he hecho ‘Las Cigüeñas’, que es muy divertida, y ‘Granado’, a la que le tengo mucho cariño, me gusta mucho cantarlas.

¿La situación social y política en la que nos encontramos ahora merece canción protesta?
Indudablemente sí. Los jóvenes deberían tomar responsabilidad y hacer protesta. El 15-M fue una revolución muy bonita, yo creo que no he vivido una revolución más bonita que esa, siempre hablando de revolución de ideas. Fue una preciosidad, lo que no sé es por qué no han aparecido canciones que recuerden todo lo que conllevó; seguramente por el estado de la industria musical, pero el 15-M no tiene su canción. Ahora los jóvenes prefieren la canción de amor.

¿No se le ha pasado por la cabeza componer esa canción al 15-M?
No. De hecho en mi próximo disco hay una canción que se llama ‘Agujeros negros’, con un fragmento recitado bastante duro y no he querido recitarlo yo, lo hace Manuel Cuesta, un músico de la generación del 15-M, para que sea su voz la que la cante. Tiene más sentido y verdad el texto en su voz que en la mía.

Hablando del último disco, ‘Mundos de andar por casa’, ¿qué novedades trae?
Es un disco que parte de la idea de que el mundo puede llegar a ser distinto si lo imaginamos de otra manera. El tema es un señor que está en su casa, a la hora de la siesta, e imagina que llegan cigüeñas a su casa, que hacen nidos, que le mandan a hacer recados, se imagina que hay ríos en el salón, imagina que el sofá es una nave espacial, imagina que el mundo se va por los agujeros negros de las tuberías… He dado rienda suelta a mi imaginación, casi todas las canciones tienen un tono de humor, yo creo que es un disco muy tierno. La idea es que la imaginación nos ayude a romper este proyecto de mundo tan feo y triste que nos quieren diseñar algunos. En cuanto a los músicos son maravillosos: Cristian Pérez al contrabajo, Santi Vallejo con la trompeta y teclados, Juan Ferrari, Olga Román de voz invitada, Manuel Cuesta, el sonido es de Fran Gude, que siempre recurro a él, y Luis Mendo, que lo ha hecho todo y es productor y arreglista de todas las canciones junto conmigo. Estoy contento del resultado, aunque siempre pongo mil pegas, sobre todo a mi parte. Queremos hacer una gira y me haría mucha ilusión que Extremadura estuviera en ella.

Algunas de las canciones ya han sido presentadas en un concierto en Guadalajara; ¿qué aceptación han tenido?
Muy buena. El teatro estaba lleno, la organización fue modélica y el sonido fue magnífico. Estamos muy felices porque gustó mucho al público, nos pidieron bises y fue todo muy bonito. Arrancamos con mucho miedo, porque estrenar ocho canciones siempre impone, pero salió todo muy bien.

Ser reconocido con premios como el de ‘Toda una vida’ de la Academia de la Música, la Medalla de Extremadura o, modestamente, el Premio Grada, debe ser un orgullo.
Yo me siento muy querido y muy feliz. Los premios sirven para ayudar en los momentos de duda, cuando te entran ganas de tirar la toalla y dejarlo todo. Mi familia y amigos siempre me han apoyado y eso me ha ayudado mucho, la mayoría de las veces me acuerdo de este tipo de reconocimientos, que viniendo de tu tierra además es más gratificante, y de esas personas que te paran por la calle y te dicen que tienen recuerdos muy gratos gracias a tus canciones.

¿Se siente querido y reconocido por su tierra?
Yo creo que sí. Ser profeta en la tierra no es fácil y los extremeños, cada vez, defendemos más lo nuestro. En mi generación no era así, decías Extremadura y te respondían cerdos y dehesa. Luis Pastor, pintores y poetas de la época contribuyeron mucho a mejorar esa imagen, y por supuesto lo que ha venido después ha acabado de desmentir lo que se pensaba de Extremadura. Somos una tierra que ama la tierra, pero también es cosmopolita. Esto me parece la mejor de las conquistas de Extremadura.

Es internacionalmente conocido como cantautor, pero también tiene su faceta de poeta y escritor.
Durante mucho tiempo me dio pudor que me llamaran poeta, me parecía un título del que no era merecedor; después de publicar más de una decena de libros de poemas creo que soy poeta. También creo que en la canción de autor hay mucha poesía, en las letras e incluso en la adaptación de los grandes poetas. Para mí, ahora es lo mismo cantar que escribir poesía; no es exactamente lo mismo porque técnicamente no tiene nada que ver, pero me parecen dos imágenes de un mismo prisma, que es la poesía.

¿Qué proyectos de futuro tiene?
El futuro de la música es muy negro, dedicarse a la música es heroico. No hay trabajo, hay músicos con mucho talento que no pueden desarrollar su carrera y todo esto me entristece mucho. A mí me gustaría pedir a la sociedad que demande cultura, lo mismo que se demandan derechos sociales, que me parece importantísimo. Es inadmisible que una persona no tenga para pagar la luz; lo primero son las conquistas sociales y, a la vez, que no después, demandar cultura, que es un derecho que tenemos. Todo el mundo tiene derecho a emocionarse delante de Las Meninas o escuchando una canción de un cantante que le guste. El ser humano no es solo fuerza y trabajo, no somos únicamente personas que consumimos productos, somos espíritu y tenemos alma. Somos muchos los poetas y músicos que intentamos alimentar la espiritualidad de la gente. Ayudar a que el ser humano sea más noble y más solidario, más encontrado consigo mismo, más plural, más inteligente. Me encantaría tanto que cambiáramos, y que este cambio influyera poderosamente en la sociedad.

En 2009 publicó ‘Luz de Tierra’, un homenaje a 15 poetas extremeños. ¿Qué significó esta experiencia?
Ha sido la única vez que he musicado en serio poesía. Fue una experiencia muy complicada y me lo planteé con mucho rigor. No quería fallar en ningún poema, no sé si lo conseguí o no, pero ese era mi propósito.

¿Qué relación tiene con el resto de cantautores?
Con el paso del tiempo pierdes el contacto, la mayoría son abuelos y están muy ocupados cuidando a sus nietos [risas]. Lo que sí hacemos es invitarnos a los conciertos. He ido a muchos conciertos de Luis Pastor, Aute -antes de su enfermedad- Ismael Serrano, Pedro Guerra, Javier Bergia y Begoña Olavide… Nos vemos de concierto en concierto.

¿Qué opinión le merece la labor que realizamos en Extremadura con esta publicación?
La labor que hace Grada es importantísima, crea una imagen de Extremadura muy actual, os define realmente como jóvenes y lejos de los tópicos que teníamos antes, y por otra parte da trabajo a personas que, por tener una discapacidad, no tienen por qué sentirse aisladas de la sociedad. Ayudar a la integración de todas las personas me parece un trabajo muy importante.

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