Payasos Dopados. ‘Errorismo’. Sobre los errores de aprendizaje. Grada 135. La frontera

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Payasos Dopados. ‘Errorismo’. Sobre los errores de aprendizaje. Grada 135. La frontera

Rades

Cuentan las crónicas que Payasos Dopados inició su andadura muy lejos, en América, en Argentina, en el año 2000. Y que un año después Pablo Vidal ya estaba en Europa, en el Oeste, en Évora. Y llegó a Badajoz, a la Remayte.

Luego vinieron los nuevos temas y, en 2004, una vez que tenían los suficientes y unas pelillas ahorradas, se fueron a Lisboa a grabar su primer cedé: ‘A.T.A.CA.’ (Ataque terrorista al alma capitalista). En 2006 llega ‘Doble moral’. Y luego facturó ‘La Odisea cotidiana de los famosos y heroicos nadies’, uno de sus primeros grandes trabajos. Y en esto que en 2019 se despachan con ‘Errorismo’, ya con Luis Carlos Gámez a la batería y Borja Duque a la guitarra y a los mandos técnicos.

Y es que Payasos Dopados simboliza como nadie el espíritu rayano de Cantarrana. Un trajín perpetuo de Évora a Badajoz, de Badajoz a Mérida y luego a las Vegas Bajas y vuelta a empezar.

Y tanto que ese espíritu embriaga. Pablo es, en estos momentos, el presidente de la Sociedade Harmonia Eborense. Un argentino al frente de uno de los centros culturales y musicales más sorprendentes del Oeste.

Con ‘Errorismo’ parten de la premisa, según sus palabras, de que “una larga cadena de errores hemos cometido todos, los que debíamos evitar y no pudimos hacerlo, pero es también cierto que algunos errores fueron una fuente de aprendizaje que nos han colocado aquí y ahora”.

Este año confirma el regreso de Payasos Dopados y ‘Errorismo’, y parece que coincide, o no, con los 20 años desde el primer concierto de la banda en Argentina. Comentan que ‘Errorismo’ fue gestado entre 2013 y 2016, grabado en 2017 y, luego de mucho esfuerzo y “algunos errores”, publicado en estos primeros meses de 2019.

‘Voces’ es un inicio tremendo. Da la bienvenida a lo que será y es un magnífico disco. Un disco donde cabe buena parte de la actitud que identifica a los payasos.

Y si además luego viene ‘Saber sonreír’ y ‘Nadie lo sabrá’, podemos decir que pocas veces nos hemos encontrado con un disco que se abra con tres enormes himnos, con mucho talante coral, como si se hubieran parido después de una tormenta de ideas, en el local / cochera / almacén de Luis Carlos, antes de una ración de mollejas en El Nene.

Pero la cosa no queda ahí. ‘Alas Rotas’ y ‘Dexter’ no te dan un respiro. Otros lo llaman canciones bolingueras. “No es extraño que me veas con los gatos hablar”. Una descarga de electricidad. Sin tregua. Tremenda ‘El agujero’. Una borrachera de juegos de voces y algarabía. Han dejado el último tema para tranquilizar un poco las cabezas y los pies. Pero nunca las conciencias. Esas hay que removerlas y agitarlas.

Ellos, que acostumbran a mezclar sus ecos rockeros y punkarras siempre con algo de Ska y Reggae, no podría faltar en este ‘Errorismo’ algo de ‘Sed’. Cadencia de palmeras al atardecer y textos con ‘recado’.

Además de ser un disco enérgico y vibrante, y por momentos, arrebatador, además de contar, por fin, con la continuidad de nuestro Luis Carlos Gámez y las guitarras y los botones de Borja Duque, sin olvidarnos de los Jaramillo, por supuesto, este enorme trabajo suma a algunos nombres del lobby eborense. Daniel Catarino y To Zé Beixiga participan en él, y siempre se lo agradeceremos. Of course.

Pero, sobre todo, este disco es un manifiesto de constancia y de actitud. Una constancia que empezó 20 años atrás en Argentina, al otro lado del mar, continuó en el Alentejo, se encontró en Badajoz, en las Vegas Bajas, en Mérida, y esa constancia se llama Pablo Vidal. Que sigamos cayendo en los errores. Para crecer.

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Cuentan las crónicas que Payasos Dopados inició su andadura muy lejos, en América, en Argentina, en el año 2000. Y que un año después Pablo Vidal ya estaba en Europa, en el Oeste, en Évora. Y llegó a Badajoz, a la Remayte.
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