Patty Gruart
Extremadura nunca dejará de sorprenderme. En esta ocasión ha sido Jerez de los Caballeros la que me ha dejado boquiabierta. Había oído hablar en muchas ocasiones sobre la belleza de sus calles e iglesias, su fascinante historia, su Festival de los Templarios, su famosa Semana Santa o su impresionante entorno natural. Poder comprobarlo ha sido toda una delicia.
Hace unas semanas estuve en un ‘blogtrip’ cuyo fin fue conocer esta localidad, la oferta de su sector servicios y los excelentes productos típicos de la zona. ¿Qué más puedo pedir? Si a mí eso de probar, indagar y descubrir me encanta. Otra ventaja, la compañía. 11 profesionales de la comunicación provenientes de Madrid, Barcelona, Navarra, Granada, Santander o Ciudad Real. Todo un regalo poder aprender de ellos y su meticuloso y exigente trabajo de divulgación. Ahora bien, lo que superó mis altas expectativas fue el trato y la profesionalidad con la que nos trataron en Jerez. Qué orgullosa estoy de mi tierra y estos benditos rincones. Os cuento.
Llegando, cegada por el precioso atardecer, me perdí por sus calles y cuestas infinitas. Un vecino se ofreció y me acompañó hasta el ‘Villanueva, 44’, allí daba comienzo la quedada blogger. En este restaurante de estética desenfadada y con un toque tradicional a la par que innovador, probamos gran variedad de productos típicos. Todo estaba buenísimo, pero no podré olvidar aquella presa ibérica y las tostas con prueba de salchichón.
Tras la cena, continuamos con un agradable paseo nocturno por la Iglesia de San Bartolomé, la Muralla Almenada desde donde se veía resplandeciente la Iglesia de Santa María. La enigmática Torre Sangrienta, el Castillo Templario, el Alcazaba Árabe… ¡Qué bonito es Jerez!
Nos alojamos en el Hotel Oasis, sencillo pero bien equipado y muy bien situado. Tiene una gran terraza para disfrutar de las impresionantes vistas y dispone de un servicio de restaurante excelente, de donde no puedes irte, por cierto, sin probar las croquetas de rabo de toro.
Comenzamos el sábado con la visita al secadero de jamones ‘Jierrito Alejo’. Un proceso delicado y muy curioso que continúa en esta casa desde 1920 con la tercera generación. Exquisito trato el que recibimos.
Seguimos con la finca ganadera ‘Morianillo de la Casa’, donde disfruté muchísimo conociendo el sistema de crianza del porcino Ibérico y, lo mejor, un idílico paseo por la dehesa de la Sierra Suroeste, la mejor conservada y más extensa de Europa.
Hasta el Hotel Oasis se desplazó Pepe Barroso, técnico de la Denominación de Origen Dehesa de Extremadura. Nada como escuchar en boca del experto las peculiaridades de este producto, sus anécdotas, leyendas y propiedades específicas de los distintos tipos de jamón. Y para aprender sobre corte también pudimos contar con la presencia de Miguel Torrescusa, experimentado cortador de jamón.
Un buen paseo por las calles, iglesias, miradores y rincones emblemáticos de Jerez en compañía de guías locales, un biólogo entre los compañeros para aprender un poco de birding, Diego Casillas en el equipo capturando entrañables momentos y una organización impecable, hicieron de esta ruta una experiencia muy enriquecedora.
El broche final lo puso la Posada de las Cigüeñas. Una despedida con mucho gusto en un bonito restaurante de cocina tradicional, con unas vistas impresionantes y un trato excepcional.
Gracias a Javier Romagueras, de ‘+Magín’, a la Diputación de Badajoz y al Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros, que hicieron posible esta experiencia para contribuir a la promoción del XXX Salón del Jamón Ibérico, del 9 al 12 de mayo, cita anual en la que Jerez sitúa en el mapa al jamón ibérico de mayor calidad del mundo, el de Extremadura.
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