Álvaro Roa
Probablemente creerás que el título no va contigo, pensarás que puede que me esté refiriendo a otras personas. Lo curioso es que casi todos rechazamos un halago así, y por una falsa modestia o por un desconocimiento profundo de nuestro verdadero ser pensamos que no tenemos un interior maravilloso.
Además, es casi seguro que tienes una innumerable lista de actos y pensamientos que has tenido durante tu vida que ratifican que, en algunos momentos de tu existencia, has sido un ser deplorable y que la profundidad de tu ser está llena de telarañas.
También aprendimos desde bien pequeños eso de que no podemos ser tan buenos porque pareceremos tontos. Esto nos lleva a la errónea deducción de que siendo malos vamos a ser listos. Podemos parecerlo y hasta creer que lo somos, pero, siendo honestos, todos sabemos que lo único que estamos haciendo es echar capas de ego sobre nuestro verdadero ser.
Detrás de todas esas telarañas, en lo más profundo del pozo que habita dentro de ti, tu interior es maravilloso. Es lo que te conecta a la vida, es el enganche que te permite reconocer tu verdad auténtica, esa que identificas cuando haces el bien a los demás y cuando sientes que has entregado lo mejor de ti sin esperar nada a cambio.
Los buenos sentimientos que hay detrás de nuestro sufrimiento y de esas injusticias que no aceptamos también son parte de nuestro maravilloso interior.
El profundo agradecimiento que sentimos cuando otras personas tienen un gesto con nosotros, los buenos deseos que perseguimos y que nos unen en un objetivo común de tener salud y vivir en un mundo en paz, son esos lazos invisibles que nos conectan a unos con otros y a la vez hacen que permanezcamos enganchados con la fuente de la creación.
Hay veces que nos sentimos mal por cómo nos va la vida, o en ciertos momentos puntuales que creemos no soportar, y en esos trances que creemos que todo está perdido sentimos que merecemos algo mejor, que necesitamos paz y fuerza para superar ese momento. Aquí, una vez más, estamos teniendo una conexión directa con nuestro interior maravilloso.
Y es que nuestro interior está lleno de paz, amabilidad, generosidad, cariño, superación, honradez, altruismo, alegría, fortaleza, bondad, y decenas de virtudes que puede que hayamos dejado de poner en práctica porque creemos que no van con el mundo en el que vivimos, porque los demás no las merecen, por desconfianza en los demás, para que no se aprovechen de nosotros, o por cualquier otro motivo que elijas. Pero todos sabemos que están ahí.
Preferimos ser unos cobardes y no sacar lo mejor de nosotros con tal de ser aceptados y vivir alineados con un estilo de vida que muchas veces va contra la naturaleza de nuestro poder interior.
¿Y qué ocurre cuando uno tapa lo mejor de su ser? Que vive estresado por no dejar que brote su paz, desconfiado por ocultar su generosidad, egoísta para que su altruismo no salga a flote, pícaro para dejar atrás a la honradez, o malvado para parecer listo.
Y, cuando esto es generalizado y se extiende por las cuatro latitudes del globo, decimos que es lo normal, y lo aceptamos, y lo replicamos una y otra vez. Y cuando vemos personas que sacan a relucir lo mejor de su interior les admiramos y alabamos por su valentía y creemos que son diferentes a nosotros.
Pero no son diferentes, son como tú y como yo, como cualquiera; tan solo saben que acudiendo a su maravilloso interior a cada instante disfrutan de la auténtica felicidad.
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