Ya llegó el verano, y como nos marca el calendario, comienza un tiempo también de descanso para muchos, pues es cierto que siempre los más pequeños y los jóvenes tienen más ventajas con ello, aunque el resto siempre podamos tomarnos unos días. Las vacaciones suponen un tiempo distinto para emprender otras actividades que no realizamos durante el resto del año. Son días para recuperar, sin agobios, un tiempo magnífico para vivir de otra manera para que las prisas del día a día puedan frenarse. Pueden servir de un tiempo y un espacio para nosotros a nivel personal y con los demás. Pero para ello no podemos dejar que pasen los días para organizarnos y saber cómo aprovecharlos.
Por lo cual hay que ponerse en esa tarea. ¿Qué voy a hacer en vacaciones? ¿Qué puedo yo hacer? Durante el resto del curso puede parecer que en muchas ocasiones vivimos para nosotros, para nuestros estudios, para nuestros trabajos, para nuestras actividades, etc., y terminamos siendo presos de un modo individualista de vivir, cuando, si lo pensamos detenidamente, una de las riquezas que tiene el ser humano es que es un ser que está hecho para la relación. Pues cuando las personas salen más de sí mismas configuran su identidad. De esta manera Juan Pablo II decía que “el hombre no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino en el sincero don de sí”.
Pues bien, este es un tiempo apropiado para ver qué tiempo de mi tiempo podría dedicar a los demás. Desde mi propia experiencia frecuentemente he participado en distintos voluntariados, y entre ellos uno de los más gratificantes fue participar durante dos veranos en un proyecto de cooperación y misión en Argentina. Recuerdo con mucho cariño aquella experiencia en la que, como se suele decir, uno recibe más de lo que da. Cuando caemos en la cuenta de que podemos aportar muchas cosas es realmente cuando salimos del individualismo y formamos comunidad.
Es por eso que estas vacaciones de verano pueden resultar beneficiosas para darnos cuenta de cuánto puedo hacer no solo para mí sino por los demás. Existen miles de alternativas posibles para ello. Para empezar, lo más próximo es prestar más ayuda en mi propio entorno, enrolarse en experiencias de voluntariado y misión, así como compartir y vivir experiencias con los que más queremos, de entre las cuales os cito una que tiene pinta de ser muy divertida: hacer el camino de Santiago en familia. www.elcaminoenfamilia.es
Hay muchas más opciones; siempre es posible hacer algo más por los demás; estas vacaciones de verano quizás sean las idóneas para ponerlo en práctica. ¡Feliz verano!
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