Álvaro Roa
Ahora, en el verano, pienso que justo es el momento de hacer balance sobre cómo llevamos el año. Aunque estamos muy mediatizados para hacerlo a final de año, evidentemente todos vemos que hacer balance en diciembre es tarde para hacer giros en el camino.
La Navidad es demasiado convulsa y tiene demasiadas distracciones, terminas el año y te ves incitado por las campanadas y una alegría colectiva en medio de un estado de euforia en el que es fácil escribir una lista de propósitos para el año que comienza.
Y todos sabemos que bastan un par de semanas para darnos cuenta de que la lista era demasiado extensa y no estábamos en unas condiciones equilibradas para hacer ese tipo de compromisos con nosotros mismos.
Por todo lo anterior pienso que es ahora, en verano, justo cuando ha transcurrido poco más de medio año, el momento de sentarnos y hacer balance sobre cómo estamos funcionando y aprovechar la distancia de nuestro quehacer diario que nos proporcionan los días de vacaciones para ver qué cosas no están marchando bien y cuáles sí.
Y el momento es ahora, no en septiembre. Porque justo después del verano volvemos a recibir otro bombardeo desde los medios de comunicación de temas recurrentes, como pueden ser la depresión posvacacional, el inicio del cole o plantearnos nuevos propósitos. La distracción no es tan fuerte como en Navidad, pero hacer balance en ese estado es contraproducente.
Tus meses, semanas o días de vacaciones pueden servirte simbólicamente como estado meditativo sobre tu vida. Las ocupaciones diarias no están presentes, realizas actividades que te relajan y no sientes presiones laborales o académicas, y si las tienes serán menores. Pienso que son las mejores condiciones que vas a tener durante el año para hacer balance.
En muchas ocasiones es beneficioso coger un cuaderno y escribir o dibujar sobre las distintas áreas de tu vida. De esta manera vas a ver sobre el papel cómo está tu interior y esto hará que lo veas mucho más claro; así, la toma de decisiones para cambiar aquellas áreas que no están funcionando o mantener las que sí, será mucho más fácil.
Leonardo Da Vinci decía: “De vez en cuando desaparece, tómate un pequeño descanso, para que cuando vuelvas a tu trabajo tu juicio sea más acertado. Toma cierta distancia, porque así el trabajo parece más pequeño, la mayor parte se puede asimilar en un abrir y cerrar de ojos, y la falta de armonía y la proporción es más fácil de ver”.
Esta reflexión del gran Da Vinci esconde grandes enseñanzas que son aplicables a este periodo vacacional y al tema que estamos tratando este mes. Cierto es que hay personas que han tenido ya su etapa vacacional y otros que la tendrán después, pero independientemente de cuándo la tengan, es ese justo el momento de sacar la balanza y poner tu vida sobre ella para ver si está equilibrada o no.
Una vez hayas hecho esto, elabora en este periodo de descanso tu propio plan de acción para encauzar tu vida en la dirección que quieres. No esperes a que acabe, porque tu estado mental y emocional a la vuelta ya no serán tan calmados y, por lo tanto, tienes más posibilidades de errar.
Toma las riendas de tu vida y no esperes a que llegue la Navidad o septiembre para que los medios de comunicación te digan que es el momento de evaluarte y de marcarte tus propósitos. Mira desde enero hasta hoy, toma nota de los cambios que quieres hacer y ponte en marcha.
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