Bayardo Abós Álvarez-Buiza. De Badajoz a la Patrulla Águila. Grada 95. Perfil

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El teniente coronel y piloto de caza del Ejército del Aire Bayardo Abós cuenta con más de 4.500 horas de vuelo en su carrera y ha pilotado diversos modelos de aviones.

Fotos: Eduardo Sierra

Nacido en Badajoz pero afincado en la localidad madrileña de Boadilla del Monte, el teniente coronel y piloto de caza del Ejército del Aire Bayardo Abós Álvarez-Buiza cuenta con más de 4.500 horas de vuelo en su carrera y ha pilotado diversos modelos de aviones. Ha sido miembro de la Patrulla Águila, en la que estuvo dos años de reserva, tres de piloto titular en el puesto de par derecho (Águila-6) y en 2010 fue jefe del escuadrón. Entre sus condecoraciones militares se cuentan dos medallas de la OTAN (Bosnia 1997 y Kosovo 1999), una medalla al Mérito Aeronáutico con distintivo azul (Kosovo 2001), la ‘Air Force Commendation Medal’ de la Fuerza Aérea Americana (2005), o la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo (2010).

¿Cuando era pequeño tenía claro que quería ser piloto?
Mi padre es militar del Ejército del Aire y cuando yo era pequeño estaba destinado en la Base de Talavera. Un día, cuando yo tenía unos 8 años, fuimos a la Base a ver una exhibición que hacía mi padre con un F-5. Cuando lo vi hacer esas maniobras con el avión me dije: “Yo quiero estar ahí arriba algún día”. Gracias a Dios pude ver cumplida mi ilusión de la niñez.

¿Cómo recuerda su primera experiencia de vuelo?
Fue precisamente volando con mi padre una avioneta del Aeroclub de Badajoz por encima de la dehesa extremeña. Tendría unos 6 o 7 años. Era invierno y había un poco de niebla pegada al Guadiana, y seguimos el río hasta llegar al Puente Viejo. No tuve miedo y fue muy bonito ver Badajoz desde arriba.

¿Cuál ha sido su proceso formativo hasta llegar a ser piloto de caza del Ejército del Aire?
Todo empieza con el ingreso en la Academia General del Aire. Tras dos años de mucho estudio e instrucción militar se empieza a volar en 3º curso la E-26 Tamiz. Tras superar el curso de vuelo elemental (60 horas) se pasa en 4º curso a volar el reactor Casa C-101, apodado ‘culo pollo’, donde se realiza el curso de vuelo básico (60 horas). Las mejores notas de vuelo van a la Escuela de Reactores en Talavera la Real para hacer el curso de Caza y Ataque en el mítico F-5. Al superar este duro curso se obtiene la especialidad de piloto de Caza del Ejército del Aire, que se mantiene durante toda la carrera profesional.

Su formación y su posterior recorrido profesional le han llevado a distintas bases aéreas del territorio español, como Talavera la Real, Zaragoza o Torrejón de Ardoz, y también a Estados Unidos en varias ocasiones. ¿Qué diferencias encuentra entre el ejército estadounidense y el español? ¿Y a nivel formativo en su especialidad?
Estuve dos años de instructor de vuelo en Estados Unidos volando el T-38, que es la versión de entrenamiento del F-5 que tenemos en Talavera. Allí se hace un curso similar al que se hace aquí en la Escuela de Reactores. La formación que reciben nuestros alumnos en Talavera no tiene nada que envidiar a la de los americanos. Nuestros tenientes salen muy bien preparados y de eso podemos estar todos muy orgullosos.

Al hilo de la pregunta anterior, ¿cómo ha sido su experiencia en Estados Unidos? ¿Qué percepción se tiene allí de nuestro Ejército de Aire?
Entre otras cosas me ha servido para ver que nuestros profesionales del Ejército del Aire, y de las Fuerzas Armadas en general, están al mismo nivel o incluso mayor que los americanos. En mi opinión los españoles tenemos un absurdo complejo de inferioridad cuando salimos fuera. Pensamos que los demás lo hacen mejor que nosotros, que no damos el nivel o que no podemos competir con los americanos u otros países europeos, pero es un grave error. Debemos vencer ese miedo porque no tenemos nada que envidiar a los profesionales de estos países.

Tiene en su historial más de 4.500 horas de vuelo; ¿recuerda alguna anécdota que nos pueda contar?
A lo largo de la vida de un piloto militar hay muchas anécdotas vividas en el aire. De entre todas ellas siempre recordaré ciertos vuelos muy emotivos como el cruce del Atlántico para llevar nuestros F-18 a la Base Aérea de Nellis, en Las Vegas, o mi primera exhibición con la Patrulla Águila, o el día de mi primer vuelo solo en el F-18. Otro vuelo que marcó mi carrera fue el de la primera misión en la guerra de Kosovo, en una misión internacional de la OTAN, volando de noche junto con otros 40 aviones de la coalición.

A lo largo de estos años han sido muchas las historietas y los pilotos de caza las solemos recordar con los compañeros tomando una cerveza los viernes después del trabajo.

Además de los conocimientos teóricos y técnicos que se necesitan para pilotar un avión, ¿hasta qué punto es importante una adecuada preparación física?
Estar en forma es importante porque en los cazas de altas prestaciones como el F-18 o el Eurofighter se realizan maniobras que requieren un gran esfuerzo físico. El efecto de las fuerzas G sobre el cuerpo hace que el corazón tenga que acelerar el ritmo y el resultado es como haber hecho una carrera de larga distancia. En una exhibición de la Patrulla Águila donde se lleva el avión al límite se pueden perder un par de kilos de peso si la exhibición es en verano y hace calor.

Ha pilotado numerosos aviones, F/A-18, F-5, T-38, C-101, E-26 y Do-27; ¿tiene especial predilección por alguno en concreto?
Cada avión tiene su encanto y de todos guardo un grato recuerdo, pero quizá a los que más cariño tengo son el F-18, el T-38 y el C-101, porque he volado más de 1.000 horas en cada uno de ellos. Han sido mis compañeros de fatigas durante mucho tiempo.

En su currículum constan varias medallas, y entendemos que son un aliciente para seguir trabajando; ¿cuál recuerda con más cariño?
Las medallas son un reconocimiento público a tu trabajo y sin duda una motivación para seguir trabajando al servicio de nuestro país. Al hilo del comentario anterior, fue gratificante recibir la medalla de la USAF (United States Air Force -Fuerza Aérea de los Estados Unidos-) por mi labor como instructor de vuelo en aquel país. Fue un gran orgullo y una satisfacción personal haber dejado en buen lugar a España y sus pilotos militares.

Ha estado en Bosnia en 1997 y en Kosovo en 1999; ¿qué labor desempeñó en ambas misiones?
El Ejercito del Aire español formó parte del contingente internacional para la pacificación y estabilización de los nuevos países surgidos de la antigua Yugoslavia. Nuestros F-18 volaron por los cielos de Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Serbia y Kosovo durante muchos años. Nuestra misión era de vigilancia y disuasión, con el fin de terminar con las hostilidades. En 1997 en Bosnia y en 1999 en Kosovo realizamos misiones de combate siguiendo las directrices de la ONU, la OTAN y la Unión Europea.

¿Qué recuerda de sus años en el Ala 23 de la Base de Talavera la Real?
En Talavera únicamente estuve unos meses para hacer la fase de combate del Curso de Caza y Ataque. Fueron solo unos meses pero los recuerdo con mucho cariño. Fue como estar en casa ya que en esa Base estuve muchas veces de niño viendo volar los aviones.

¿Ha habido alguna persona durante su carrera militar que le haya servido de referente, o que le haya ayudado cuando lo necesitaba?
Ha habido muchas, pero sin duda mi referente ha sido mi padre. Siempre ha tenido un buen consejo que darme tanto en el plano personal como el profesional. Poca gente conocía el Ejercito del Aire como él y la vida de un piloto de caza. Sus sabios consejos me han servido de mucho y espero que me los siga dando por muchos años más.

La Patrulla Águila es la decana de las patrullas acrobáticas del Ejército del Aire; ¿cuál es el proceso para formar parte de la misma y cómo surgió su interés?
Para formar parte de la Patrulla Águila hay que estar destinado en la Academia General del Aire en San Javier y ser piloto de caza; además hay que ser voluntario. Desde que me destinaron forzoso a la Academia tuve claro que quería formar parte del equipo.

¿Qué ha significado formar parte de la Patrulla Águila y en qué consisten los distintos puestos que ha ocupado dentro de la misma?
Para mí ha sido un honor haber sido miembro de la Patrulla y representar al Ejército del Aire, a nuestras Fuerzas Armadas y a España por toda la geografía mundial. Es una gran responsabilidad porque si las cosas no salen bien dejas mal a nuestras Fuerzas Armadas y a España en general. Pero siempre han salido bien y su trayectoria es impecable.

Estuve de piloto reserva en la temporada 2006. Fui piloto titular en el Puesto de Aguila-6 durante tres temporadas, de 2007 a 2009. Y finalmente fui el Jefe de la Patrulla en la temporada 2010, cuando cumplimos el vigésimo quinto aniversario de la Patrulla. Me quedé de instructor en la Patrulla la mitad de la temporada 2011, hasta que me destinaron fuera de San Javier.

Precisamente la Patrulla Águila cumple este año su trigésimo aniversario y es para mí un orgullo haber sido parte de su historia durante cinco de esos 30 años.

¿Cómo es la transición de ser piloto de un avión de combate a formar parte de la Patrulla Águila, en cuanto a mentalidad y operativa diaria? ¿En cuál de las dos situaciones se encuentra más cómodo?
Para un piloto de caza no resulta demasiado difícil esa transición porque ya venimos muy entrenados en el vuelo en formación con otros aviones. Aunque es cierto que requiere un plan de entrenamiento e instrucción específico ajustado al puesto que vas a ocupar en la formación.

La comodidad en el puesto en la Patrulla, al igual que volando un F-18, te la dan los años de experiencia. Las primeras exhibiciones son muy exigentes y hay que aprender a aguantar la presión del público, el calor, los horarios, etc. Todo eso te lo da la experiencia y el continuo entrenamiento.

¿Cuál es su destino actual en el Ejército del Aire?
Acabo de terminar el Curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y he sido destinado al Mando de Operaciones (MOPS) dentro del Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Es un destino conjunto, es decir, hay personal de los Ejércitos y la Armada. Estamos en la calle Vitruvio de Madrid, pero en breve nos trasladaremos al Cuartel de Retamares en Pozuelo de Alarcón.

También ha sido profesor además de piloto; ¿qué le resulta más gratificante, volar o enseñar a los demás a hacerlo?
Los pilotos de caza somos un poco individualistas porque realizamos las misiones solos en nuestro avión y tenemos que saber gestionar toda la información, analizar la situación táctica, tomar las decisiones con rapidez y en tiempo real, y todo ello volando un caza a más de 800 Km/h. o a veces en supersónico.

Cuando damos instrucción para enseñar a volar a un joven alférez tenemos que adaptarnos a volar con otro piloto y a coordinarnos bien en vuelo. Además, el 90% del tiempo el que pilota el avión es el alumno y eso llega a desesperar porque, como decía, nos gusta hacerlo todo por nosotros mismos. Pero una vez que te adaptas a la nueva situación es muy gratificante enseñar tus conocimientos y compartir tu experiencia con un joven lleno de ilusión y con ganas de aprender.

Darle la suelta (volar solo por primera vez) a un alférez de apenas 20 años para que maneje un caza y realice la misión es muy gratificante. Pones en manos de alguien sin apenas experiencia en vuelo un caza y su propia vida. Cuando los ves aterrizar te sientes orgulloso de haber hecho un buen trabajo.

¿Tiene algún consejo para los futuros pilotos?
Mi consejo es que estudien mucho el avión que van a volar. Que lo conozcan muy bien y sepan aprovechar todos sus sistemas y modos de operación. Que aprendan de los compañeros de mayor experiencia y que no pequen de excesiva autoconfianza. En el aire siempre hay que estar alerta porque los riesgos son muchos e imprevistos.

Pero hay un consejo que siempre he tratado de dar a mis alumnos futuros pilotos, y es la actitud frente al trabajo; cuando uno es un joven piloto del Ejército del Aire no se da cuenta de lo privilegiado que es, por eso les pido que siempre tengan una actitud positiva y que transmitan a los demás esa ilusión que tienen por volar. Cuando dejas de volar y estás sentado en un despacho te das cuenta de que no hay vuelo rutinario o aburrido. Se echa dolorosamente de menos. El simple hecho de salir a volar con un caza por nuestros cielos es un premio por el que muchos pagarían, y para nosotros es el trabajo diario.

La Base de Talavera y el Ala 23 acaban de recibir la Medalla de Extremadura en reconocimiento a su trayectoria en la región; ¿qué imagen se tiene de esta unidad en el Ejército de Aire y entre tantos pilotos que han pasado por ella?
Ante todo mi enhorabuena a la Base y a todo su personal. Enhorabuena también a las ciudades de Badajoz y Talavera la Real por su apoyo constante que ha hecho posible que nuestra querida Base sea ya parte de su historia reciente.

En la comunidad de los pilotos de caza del Ejército del Aire la Base de Talavera es como nuestra segunda casa. Por ella han pasado todos los pilotos de caza desde su creación en 1953 hasta nuestros días. Todos sentimos un cariño especial, no solo por los buenos momentos pasados en ella pilotando los queridos F-5, sino también por el excelente trato recibido por Badajoz y su gente, porque los pacenses somos muy buena gente.

¿Qué relación mantiene con Extremadura y su Badajoz natal?
Pese a irme a vivir a Madrid cuando tenía 9 años, mis lazos con Badajoz y Extremadura nunca se han roto. He seguido viniendo desde entonces durante mis vacaciones de verano y Navidad. Tengo a mis padres, una hermana y muchos tíos y primos en Badajoz y algunos también en Cáceres. La familia de mi mujer es toda de Badajoz. Por tanto, vengo mucho por mi tierra y seguiré viniendo.

Cuando era Jefe de la Patrulla en 2010 vinimos a Badajoz para participar en los actos del Día de las Fuerzas Armadas, una jura de Bandera y una exhibición en la zona del río con la Patrulla. Fue algo muy emotivo para mí.
Trato de promocionar mi tierra por donde quiera que vaya. Si la gente conociese mejor Extremadura no tengo duda que se enamoraría de esta región, y todos los extremeños debemos hacer un esfuerzo por dar a conocer nuestra bonita tierra.

Prueba de que la gente que pasa por Badajoz se enamora de esta ciudad y sus gentes es que todos vuelven. De hecho, desde hace seis años organizo una reunión en Badajoz en época de Navidad, a la que llamo ‘El encuentro pacense’, en la que nos reunimos amigos que hemos vivido alguna vez en Badajoz y que ahora estamos repartidos por toda España. Quedamos en la Plaza Alta a mediodía para tomar unas cañas y pasamos el día entero recorriendo diferentes lugares para degustar las delicias de nuestra tierra, que uno echa tanto de menos cuando está fuera. Cada año se apuntan más amigos a esta reunión en el centro de Badajoz y eso da muestra de que a esta tierra se la quiere.

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