Crónica de una ‘fashionista’ viajera. Grada 125. Moda

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Patty Gruart

Contemplar embelesada el surco de las olas sobre la inmensidad del mar, observar sus incontables tonos azules y gozar de esa inigualable sensación de calma. De proa a popa, de babor a estribor, estos momentos consiguieron que me olvidara de formar parte de una ciudad flotante de casi 300 metros de eslora, con cerca de 3.000 pasajeros a bordo y otros 1.000 más de tripulación.

Ocho días, seis destinos y tres países en un crucero por las islas griegas.

Viajar en barco es, en sí, una experiencia singular. Y aunque no se ha convertido en mi forma preferida de viajar, me parece una pericia única que recomiendo vivir, al menos, una vez en la vida.

Partir desde Venecia fue todo un acierto para poder apreciar el característico estilo italiano que, incluso con desorbitadas temperaturas estivales, dejaba entrever la elegancia y el patriotismo en los estilismos. Ellos, de lino, tonos pastel, patrones sencillos, zapatos de piel y borsalinos. Ellas, con vestidos de tejidos vaporosos, escotes sugerentes y colores muy vivos. ¡Bravísimo!

En Bari me llamó la atención el coqueto barrio que rodea la catedral de ‘San Nicola’, allí, entre callejuelas, grandes portones de hierro forjado y madera tallada y muchas flores, se encuentran varias tiendecitas ‘atrezadas’ con un estilo muy fresco, entre selvático y nórdico. Todo lo que venden en ellas es de fabricación nacional.

El ‘closet’ con el que disfruté en Corfú fue el de Isabel de Baviera, emperatriz de Austria y reina de Hungría, más conocida como Sissi Emperatriz. Su historia no me dejó indiferente. Las dimensiones de ‘Achilleion’, el palacio que ordenó construir para vivir ella sola, tampoco. En el palacio no se conserva apenas vestuario, pero en cambio, disponen de réplicas exactas de sus joyas y mucho mobiliario original de la época.

Definiría la moda de Santorini como una moda marinera muy elegante y, aunque hay de todo, abundan las prendas de punto o algodón, en tonalidades tierra, azules y blanco. Es muy parecida a la de Mykonos, donde además encuentras muchos vestidos-túnicas, con y sin grecas, largos y cortos, con algodón de muy buena calidad y en general, precios muy variados. En la misma calle tienes tiendas de conocidas marcas de lujo compartiendo fachada, siempre impecable, por cierto, con otras más sencillas. Eso sí, con el mismo encanto, muchas flores y una decoración exquisita, sobre todo en las ópticas.

En Dubrovnik no aprecié ninguna novedad, quizás porque en el casco antiguo de esta maravillosa ciudad las tiendas están más enfocadas al turismo y los productos que venden por la zona son básicamente de merchandising.

En el barco fue una grata sorpresa comprobar el respeto generalizado por el código de vestimenta. ‘La noche en blanco’ es una gran fiesta, que para mí supuso un interesante desfile de prendas blancas basadas en las tendencias de cientos de nacionalidades de todo el mundo. Esperaba encontrar vestidos de estilo ibicenco, pero me sorprendieron modernos peplos, voluminosos kimonos o elegantísimos saris. ‘La noche de gala’ resultó ser lo que me suponía, un auténtico espectáculo de glamur.

Y si alguien olvidó incluir algo así en su maleta o comprar algún souvenir en alguna de las paradas, una estupenda zona de shopping con duty-free completa las opciones de ocio del crucero.

Si tuviera que resaltar algo de esta nueva vivencia, sin duda, sería la zona de descanso. Las dimensiones del camarote, así como el amplio balcón desde el que quedaba completamente hechizada con las vistas y el sutil balanceo, fue mi entretenimiento preferido.

“Podemos desafiar las leyes humanas, pero no podemos resistir a las naturales” Julio Verne

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Crónica de una ‘fashionista’ viajera. Grada 125. Moda
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Contemplar embelesada el surco de las olas sobre la inmensidad del mar, observar sus incontables tonos azules y gozar de esa inigualable sensación de calma. Ocho días, seis destinos y tres países en un crucero por las islas griegas.
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