Los dioses de nuestros antepasados: dioses Nobranenses. Grada 125. Arqueología

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Julio Esteban Ortega

Las fuentes grecorromanas refieren retazos de la religiosidad de los pueblos peninsulares, pero para reconstruir los distintos panteones hemos de recurrir a la multitud de inscripciones que los devotos a estas divinidades nos dejaron en los textos grabados sobre piedra.

Aunque generalmente las invocaciones a los dioses locales se efectuaban individualmente a una o varias divinidades concretas, a veces se hacían en conjunto a los dioses y diosas de una determinada comunidad. La epigrafía cacereña cuenta con varios testimonios de este culto conjunto destinado a las deidades del panteón local.

En Montehermoso, en las cercanías de Coria, se descubrió una inscripción romana muy peculiar, procedente de la dehesa de la Atalaya. En ella se hace mención a diosas y dioses Nobranenses, epíteto que indudablemente debe hacer referencia al nombre de una pequeña comunidad rural en la órbita de la antigua ciudad romana de Caurium, o quizás de la vecina Capera, porque la invocación la efectúa una mujer, de nombre Turacia e hija de Caeno, que dice proceder de esta última ciudad. Esta devota, por circunstancias que desconocemos, habría emigrado de su Capera natal a esta zona de Montehermoso, pero siguió invocando a sus dioses en su nueva residencia, como pone de manifiesto el ara de la Atalaya.

Estas comunidades rurales salpicaban las tierras controladas por los centros urbanos romanizados, en función de aprovechar los recursos naturales de sus propios territorios. Podían rendir cultos a los dioses oficiales de la ciudad, pero nada les impedía tener sus propios cultos y, por regla general, conservaron sus creencias ancestrales en unas divinidades heredadas de sus antepasados. Conocemos los nombres de algunas de ellas que tienen un carácter supralocal, como Bandia, Arentio-Arentia, Rewe, etc., que eran veneradas en lugares muy diversos; pero otras muchas aparecen una sola vez, por lo que hemos de suponer que su culto estaba restringido a una de estas comunidades locales.
También de Montehermoso, concretamente de un lugar conocido como ‘La Vega’ o ‘Barca de Montehermoso’, procede una inscripción votiva dedicada al dios Bandia, documentado en otras inscripciones halladas en la zona norte de la provincia de Cáceres, y cuyo culto se extiende igualmente a tierras portuguesas colindantes.

La erección de un monumento votivo, como es un ara, respondía a la necesidad de atraerse la benevolencia y el favor de una determinada divinidad, pero la amplitud del panteón local y el temor de los devotos aconsejaba a veces invocar a todas ellas, para no provocar la ira de las olvidadas. Por ello algunas inscripciones, como la anteriormente mencionada de Montehermoso, están dedicadas a las diosas y los dioses en general.

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Los dioses de nuestros antepasados: dioses Nobranenses. Grada 125. Arqueología
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Los dioses de nuestros antepasados: dioses Nobranenses. Grada 125. Arqueología
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Las fuentes grecorromanas refieren retazos de la religiosidad de los pueblos peninsulares, pero para reconstruir los distintos panteones hemos de recurrir a la multitud de inscripciones que los devotos a estas divinidades nos dejaron en los textos grabados sobre piedra.
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