La editorial Sirio y Pedro Piquero publican un texto fundamental del budismo, el Mulamadhyamakakarika de Nagarjuna, en versión de Gudo Wafu Nishijima

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Nacido en Sevilla, pasó su niñez entre Soria y Badajoz, donde, por circunstancias familiares, terminó afincándose. Pedro Piquero es un ciudadano del mundo influenciado, especialmente, por sus viajes a Estados Unidos y Japón.

La editorial Sirio y Pedro Piquero publican uno de los textos más importantes del budismo, el Mulamadhyamakakarika de Nagarjuna, en versión de Gudo Wafu NishijimaAmante de las artes y profundamente implicado en la enseñanza, Piquero es un artista polifacético de una actividad frenética que le ha llevado a tener una meritoria y premiada carrera como músico, incursiones en el mundo del cine o la radio y una brillante trayectoria literaria relacionada con el budismo -su otra gran pasión- como traductor y revisor de textos universales. Son numerosas las referencias en la red que nos ayudarán a conocer su trayectoria, y, como asiduo de nuestra revista -donde ha sido portada y ganador del Premio Grada de Cultura en 2013-, también en nuestra web.

Paralelamente a su labor artística, en 2017 Pedro Piquero recibió en Japón, del Venerable Rodo Rocca, la transmisión del Dharma del budismo zen Soto en el linaje del célebre maestro Gudo Wafu Nishijima, de quien fue su último discípulo. Actualmente es presidente de la Dogen Sangha España y director del Zendo Gudo, un centro de meditación budista con sede en Badajoz, donde diariamente enseña a sus estudiantes.

Pedro Piquero acaba de publicar su último libro, Mulamadhyamakakarika (Versos sobre los fundamentos del camino medio) -en adelante MMK para nosotros -, el cual está considerado como uno de los textos más importantes del budismo. Este fue escrito aproximadamente en el siglo II d.C. por Nagarjuna. La editorial Sirio recoge la versión de Gudo Wafu Nishijima, filtrada de este modo por el mejor entendimiento del budismo zen japonés, con una impecable traducción y un riguroso trabajo de edición, revisión y traducción realizado por el propio Piquero.

La editorial Sirio y Pedro Piquero publican uno de los textos más importantes del budismo, el Mulamadhyamakakarika de Nagarjuna, en versión de Gudo Wafu Nishijima
Foto: Cedida

Me gustaría empezar hablando de tu faceta humana y musical. Podría resultar paradójico que, después de conseguir el éxito como pianista, decidieses dejar los conciertos y limitar tu relación con la música profesional a grabaciones discográficas de autores muchas veces desconocidos por el gran público. ¿Tuvo algo que ver tu acercamiento al budismo con esta decisión?
Agradezco mucho la pregunta. Más bien diría que fue al revés: primero se hizo evidente que el mundo de los conciertos no era mi espacio por motivos que no cabe destacar aquí. A grandes rasgos podría decirse que el ambiente me resultaba un tanto nocivo. El budismo apareció después, o quizás a la vez en algún momento -no lo recuerdo con claridad-, de manera natural. En cualquier caso, desconozco si mi vida musical influyó en mi acercamiento al budismo.

Curiosamente este ejemplo tuyo al alejarte de los focos, los espectadores, las adulaciones y prácticamente de los medios -salvo en la promoción de algunos de tus trabajos-, lo cambiaste por aprender a estar solo en una habitación. Este es uno de los fundamentos del budismo, pero ¿no te preocupa parecer un tipo raro?
¿Raro yo? [Risas] Entiendo que con ‘raro’ quiere decirse ‘estadísticamente improbable’. Sin embargo, considero que lo convencional o mayoritario no tiene por qué ser necesariamente lo ‘normal’, o ni siquiera lo conveniente. Me atrevería a decir que las personas podemos ser a la vez idénticas y distintas; nos diferencian unas cosas y compartimos muchas otras más. De todas formas, el vocablo ‘raro’ no lo llego a comprender muy bien, pero estoy en ello. Tal vez sugiera muchas cosas distintas para cada persona.

Hablando de tu particular visión de la vida, ¿cómo te pueden gustar al mismo tiempo dos culturas tan diferentes como la americana y la japonesa?
Creo que todos los países tienen luces y sombras, sin excepción. A lo mejor es conveniente abrazar ambas, aunque, sin duda, desde el esfuerzo por la prosperidad y no en la negligencia. Estados Unidos es un país espléndido en muchas facetas, al igual que lo son Japón o España. Resulta difícil para mí ver países delimitados exclusivamente por la luz o la oscuridad.

Por cierto, siempre has tenido mucho interés por la inclusión desde tu faceta de profesor y también humana. Durante dos años colaboraste en Radio 5 hablando de músicos con alguna discapacidad, te preocupas por tus alumnos con dificultades e investigas musicalmente autores olvidados. ¿De dónde te viene esa fascinación por un colectivo al que algunos podrían tachar de ‘perdedores’?
Para contestar de forma adecuada, quisiera investigar, al igual que hice antes, lo que se define comúnmente como colectivo de ‘perdedores’. No sabría distinguir muy bien quién o qué es un perdedor. Yo mismo, afortunadamente, podría serlo en muchos sentidos. Es una línea muy fina. ¿Quién no pierde alguna vez? Es más, ¿por qué perder debería ser necesariamente algo pernicioso? Ahora bien, si puedo afirmar algo es que los discapacitados probablemente sean uno de los colectivos sociales más invisibles y olvidados. Esto, por supuesto, no significa que no existan discapacitados aptos para crear confusión y vileza a su alrededor. Más bien me refiero a que, como norma general y en mi experiencia, estos poseen una resiliencia y dignidad ejemplares. Además, creo que han sobrevivido a su invisibilidad sin victimizarse ni un solo segundo. Tal vez deberíamos aprender todos de esto.

Mantienes que el budismo no es una religión, algo que resulta chocante a mucha gente, y que incluso podría compararse con una práctica deportiva. ¿Podrías explicarlo?
Bueno, lo del deporte lo digo por poner un ejemplo que se entienda. El budismo es una práctica disciplinada, continuada y que requiere cierto grado de resistencia física y psíquica. En mi opinión, aunque respeto mucho a quien así lo crea, no es una religión porque, en condiciones razonablemente saludables, no deben producirse circunstancias que promuevan seguir dogmas (incluyendo el de ‘no seguir dogmas’) o creer a ciegas, aunque lógicamente se deba depositar una confianza como en cualquier actividad de la vida que desee aprenderse y precise cierta especialización.

Las enseñanzas, por ejemplo, deben ser validadas en la responsabilidad, la práctica y la ética, individualmente, y todas las conclusiones deberían llegar a posteriori y siempre a partir de la acción -lo cual no quiere decir que se desatienda el aspecto teórico-. Creo que hay más gente siguiendo a políticos, artistas o deportistas como a ‘líderes religiosos’ que budistas adhiriéndose ciegamente a un gurú. Y, desde luego, si así lo hacen, considero que se equivocan.

No puede haber budismo en la alienación. El budismo es un camino de liberación -no de dependencia- que pretende comprender la existencia desde su base primigenia. Además, el simple hecho de ser ‘budista’ es tal vez algo que un budista no pueda permitirse. Simplemente se trata de otro término más; útil, pero tan solo un sistema de referencias. Cierta máxima budista reza: «La única norma en el budismo es que no hay normas». En mi opinión, esto no sugiere que el budismo lleve al nihilismo, sino que cada caso es único y está guiado por una fuerte responsabilidad moral universal.

¿Cómo te acercas al budismo zen y qué significa para ti tu nombramiento como maestro zen?
Al budismo me acerqué, como tanta gente, por estar completamente perdido en la vida. Creo que es muy diferente pensar que estás perdido que saber y reconocer que lo estás, lo cual fue mi caso.

En cuanto a la segunda cuestión me gustaría ser claro. Es difícil para mí ser considerado maestro de nada. Tampoco creo que en el budismo se pueda adquirir una ‘maestría’ de ningún tipo. En la música, cuando me lo dicen, me parece cómico. En el budismo, aunque respeto a las personas que así lo hagan -y entiendo que lo que la gente quiera considerarme está más allá de mis propias competencias-, cuando así es me resulta un poco absurdo. Es completamente imposible que esté a la altura de lo que el budismo representa y, por mucho ‘pedigrí’ que parezca tener, no creo que mi vida difiera mucho de la de los demás. Simplemente intento acercarme a él con honestidad.

Muchas veces, la idea de un ‘maestro’ creo que viene dada, por una parte, por la inseguridad de quienes necesitan que les digan qué tienen que pensar, qué decir o cómo tienen que actuar -o que esperan sustituir un sistema de creencias por otro- y, en el otro lado de la ecuación, por una persona -que en cierto modo podría recibir dicho título- que quiere ser legitimada para ejercer algún tipo de control o poder y proporcionar las respuestas a preguntas que el alumno no se ha formulado. Es más fácil delegar la responsabilidad en otros que asumir la mayoría de edad. Esto tal vez sea asimismo aplicable a la política y a la educación en términos generales.

Opino que en el budismo, en última instancia, estamos solos. Más allá de llamar a alguien ‘maestro’ como cortesía o gratitud, el término en sí me queda muy grande. Si con ‘maestro’ nos referimos a alguien que enseña, tal vez pueda articularse de manera adecuada en ciertos casos. De cualquier modo, repito, ‘maestro’ es simplemente una palabra. No tiene mayor importancia. Yo mismo la utilizo en algunas ocasiones, pero a mí me resulta difícil identificarme con ella.

Analicemos este trabajo que has realizado para editorial Sirio. ¿Qué aporta el MMK?
Pienso que la aportación del libro en general son los comentarios a los versos de Nagarjuna de Gudo Nishijima, revisados por Brad Warner. Ciertamente, como así lo he intentado hacer ver en el prólogo, es una traducción heterodoxa, pero creo que eso no la desmerece en absoluto. Esta es una edición comentada al milímetro, verso a verso, con explicaciones gramaticales incluidas, lo cual el lector agradecerá para clarificar el texto. También tiene la particularidad de estar cribada por la visión del budismo zen, algo que tal vez enriquezca la propia tradición budista.

¿Este es un libro para iniciados en el budismo o lo recomendarías a cualquier lector, aunque no conozca los fundamentos del budismo zen?
Creo que el MMK es un escrito esencial que toca el núcleo del budismo en muchos campos: desde el estudio del tiempo hasta el concepto de ‘vacuidad’. Reitero que los lectores estarán agradecidos de poder acceder a un comentario explicativo por cada verso del poema. En mi opinión, cada uno de ellos es profundamente revelador. En cuanto al grado de accesibilidad del texto, no sabría qué decir. Todo requiere un esfuerzo pero, sin duda, este es de los que verdaderamente merece la pena. Pienso que es un libro de cabecera que toca todas las partes prácticas de la vida, no solo del budismo como concepto. Considero que es un manual para una vida real, y ese, creo, es el verdadero budismo.

En una excelente entrevista que te hizo mi compañero Alberto Martínez Arias para ‘El ojo crítico’, de Rne, adelantas que ya estás preparando una nueva grabación discográfica junto a tu gran amigo, y también Premio Grada, el actor Alberto Amarilla. ¿Nos puedes adelantar algo sobre este proyecto?
Por supuesto. Con Alberto ya he colaborado en su magnífica obra ‘Recordis’, que, por cierto, se presenta en Cáceres el 9 de febrero en el Gran Teatro. Tuve el honor de que contara con mi música para ella. Acabamos de grabar un disco para narrador y piano con obras de Milhaud y Poulenc que verá la luz en abril. Alberto es un actor fuera de serie y un amigo único con quien es difícil no disfrutar de la vida. Verle desgranar con una profesionalidad ejemplar las dos obras que hemos trabajado ha sido toda una experiencia. Confío en que el disco sea del agrado de la gente.

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Pedro Piquero es sin duda una persona curiosa, interesada por todo lo que pasa a su alrededor: la música, la psicología, la filosofía, el cine o la literatura le apasionan, llegando en algunas materias a la erudición. Cualquiera diría que tiene una gran memoria fotográfica para el estudio, pero también para las anécdotas con sus allegados. Amigo de sus amigos, excelente conversador y nada convencional en sus opiniones, Pedro vive sin perder tiempo y aplica su agudo sentido del humor a una vida que ha elegido donde la lectura, la investigación, la música y el budismo siempre dejan un hueco para un viaje o un café con algún buen amigo o amiga.

José Antonio Lagar

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Amante de las artes y profundamente implicado en la enseñanza, Piquero es un artista polifacético de una actividad frenética que le ha llevado a tener una meritoria y premiada carrera como músico, incursiones en el mundo del cine o la radio y una brillante trayectoria literaria relacionada con el budism
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