Si os dijera que poseo la lámpara maravillosa de Aladino, y que frotándola podriáis conseguir un solo deseo, imagino que pediriáis ser feliz; porque ser feliz es un deseo que engloba todos los deseos.
¿Y si os dijera que se puede aprender a ser feliz? Yo he aprendido y quiero compartirlo.
Para empezar, quiero aclarar algunas cosas que he descubierto:
1) Lo que sentimos no está directamente relacionado con lo que nos pasa sino cómo lo interpretamos. Es decir, podemos controlar nuestras emociones.
2) Somos lo que pensamos, algo así como la profecía cumplida por nosotros mismos.
3) El cerebro es un poco gilipollas. ¿Se puede decir? Bueno, ya lo he dicho. Con esto me refiero a que si permitimos que se instale un pensamiento negativo, otros como él llegan en cascada; por tanto, no debemos permitir que entre el primero. Cuando nos llegue un pensamiento negativo, cogemos la raqueta de Nadal, y como si fuera una pelota, lo echamos fuera y lo cambiamos por uno positivo.
4) Evita pensar en lo que te falta y valora lo que tienes.
5) Tenemos que aprender a hablar con nuestra mente, y decirle una y otra vez que sí se puede.
6) Somos energía y cada persona emite una distinta. Unos desprenden energía positiva, y otros, negativa. Aquí no funciona lo del magnetismo, o no debería funcionar. Si lo que quieres es vivir con optimismo, evita estar demasiado tiempo junto a personas de signo negativo porque terminarán absorbiendo tu energía y cambiándotela por la suya; algo así como una transferencia de electrones.
No hagas como yo, que durante gran parte de mi vida jugué a ser ‘Julia de Calcuta’, como me llamaba un buen amigo; porque en ese juego de querer cambiar a la gente pierdes tiempo, energía, y no lo consigues.
Acércate a ese tipo de personas dispuestas a todo, a esas que no necesitan que las cambies porque son ellas las que quieren cambiar el mundo. Únete a ellas como eslabón de una cadena, y disfruta del resultado; merece la pena.
Participa en proyectos solidarios como el de Grada, y descubrirás que solo tenemos lo que compartimos; que recibes más cuando das, que la felicidad no está fuera sino dentro de nosotros mismos. ¡Y que para ser felices no nos hace falta la lámpara de Aladino!
Julia Cortés Palma
