Visión y balance de la revista Grada desde la óptica del colaborador Félix Pinero.
Había escrito yo mi columna de los empieces en Grada -revista de los otros contenidos- explayándome en el vocablo que la intitula: grada. Qué fuere la grada, sus variantes y significados; qué vemos desde la grada: el tiempo que pasa, la historia y los días; los personajes de nuestra Comunidad, los jóvenes y los mayores, nuestra tierra, su literatura, la música, el arte, la historia, la empresa, los ciudadanos, la enología, la cocina, los deportes, la innovación, las obras sociales, el paisaje…, todo en Grada, como una película que vemos mensualmente escalando peldaños, otra luz de la región desde la que contemplar las luces todas quizás inhabitables en otros lugares. Eso, y no otra cosa, fuere Grada, una revista no distante, pero sí distinta, apegada al terruño, que despliega la vida entera del pasado construido, del presente y futuro por edificar…
Recogía esa columna el número 78, del año VIII, correspondiente al mes de abril de 2014. Llegado este, cumple el número 100. Abría aquel número una foto de una voz de Extremadura, Primitivo Rojas, “el alma en la voz”. La directora, Carmen Tristancho, me daba la bienvenida como nuevo miembro de la familia de colaboradores. También yo cumplo, mi segundo año en Grada.
Fuimos convocados a Badajoz el pasado 13 de marzo para una convivencia y para que nos hicieren la foto de familia. Había aquel día una maratón y otra media en la ciudad. Imposible, en el centro. Los organizadores nos llevaron a la entrada por la Autovía de Extremadura. Sin problemas para llegar desde el norte y por el este. No podíamos faltar. Allí estuvimos, poco tiempo, pero suficiente para saludar a la directora; a Enrique Trabadela, nuestro interlocutor; a nuestra psicóloga, Isabel Borrego; al historiador del arte, mi introductor de embajadores en Grada, José Antonio Ramos. Mi compañero y amigo, el de los fogones, Juan Manuel Cañamero, me presentó a algunos más. Somos una gran familia que, este mes, cumple el número 100. Lo festejaremos en el acto de la habitual entrega de premios, la octava ya.
Era domingo, con sol de primavera entrada, aun no sobrevenida. Apenas tomamos un refresco para aliviar la sed del camino. Enseguida nos llamaron para la foto. El fotógrafo hubo de subirse a grada alta para acogernos a todos. Como un director de cine, nos situaba a derecha e izquierda.
Somos una gran familia, que se reconoce por sus fotos y lecturas, cada uno en su asiento del graderío, haciendo Grada, tan femenina como masculina, con Extremadura en la grada, retratada por sus plumas, desde la tribuna, la atarazana, la banqueta…, distintos, pero no distantes, unidos por la luz y el color de nuestra tierra y del Alentejo, visionarios de ella: los pintores plasmando sus colores; los columnistas, sus sabores… todos reunidos en el graderío de Grada, bajo la batuta de Carmen y Enrique, que se bastan y sobran por sí mismos, en compañía de otros, para haber dado la luz de los cien números de la revista de todos.
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