‘Kusama with pumpkin’, de Yayoi Kusama. Grada 124. Arte

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Inmaculada González

Comprender el universo pictórico de Kusama es adentrarse en su inadaptado interior, en sus constantes desórdenes y en sus alucinaciones obsesivo-compulsivas de naturaleza visual.

La artista, de extremada sensibilidad visionaria, hurga a través del delirio de los puntos buscando opciones al gran enigma que es vivir. En esa búsqueda, su talento sondea la realidad mediante las percepciones de su mente trastornada.

Kusama, cuya constante es la repetición de patrones, sorprende al mundo con incipientes puntos que nos representan a nosotros mismos, millones de pequeños puntos en el universo cohabitando con millones de galaxias, cada una con millones de planetas y cada uno de ellos representado en un punto. Esta habilidad hace difícil identificar dónde comienza o donde termina una obra.

Tratando de conectar su peculiar obra con su vida me encuentro con una infancia tortuosa. De pequeña su madre le obligaba a seguir a su padre cuando este iba a ver a sus amantes. Le exigía relatar las escenas de sexo vistas y la emprendía a golpes contra su hija para desahogarse. Sus padecimientos inspiraron su obra caracterizada por las repeticiones obsesivas de interminables puntos en el espacio, un mismo motivo pintado infinitas veces.

Tras su formación inicial a sus 20 años en la ciudad de Kioto, da un salto al arte vanguardista americano. En 1957 se muda a Nueva York, donde experimenta con el art pop, el minimalismo y el arte feminista. Su influencia ha impactado también en el mundo de las artes visuales y en el universo de la moda de la mano de Louis Vuitton. Será en esa época cuando Kusama alcanzará prestigio, pero su fragilidad se verá expuesta. Hastiada por el ajetreo de la gran ciudad y fatigada por sus traumas psicológicos volverá a sus orígenes, regresará a Japón y se internará voluntariamente en un hospital psiquiátrico. Desde entonces es su habitual lugar de residencia, que alterna con estancias en su taller ubicado muy cerca, en donde a sus 89 años continúa trabajando.

‘Kusama with pumpkin’ refleja a una artista multidisciplinar, una mujer de personalidad carismática y sofisticada cuya misión es crear con voracidad, siendo capaz de engendrar obras de arte sorprendentes y cuya condición psíquica ha atraído a su público tanto como su arte y ha contribuido a crear un halo misterioso en torno a ella. Apasionada desde siempre por la Naturaleza, recurre desde la década de los 40 a la calabaza como objeto con el cual se siente más identificada, considerándola incluso como su autorretrato, tan rechonchas ellas, fuertes y poco estilizadas. Tiene multitud de composiciones en donde calabazas punteadas campan a sus anchas en amplios espacios plagados de puntos.

“Mi vida es un punto perdido entre miles de otros puntos”, dijo una vez Kusama. Su obra es difícil desvincularla de su enfermedad; de ella incluso se ha llegado a decir que la ha rentabilizado muy sabiamente, mejorando su posición y sobrepasando sus expectativas económicas.

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‘Kusama with pumpkin’, de Yayoi Kusama. Grada 124. Arte
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‘Kusama with pumpkin’, de Yayoi Kusama. Grada 124. Arte
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Comprender el universo pictórico de Kusama es adentrarse en su inadaptado interior, en sus constantes desórdenes y en sus alucinaciones obsesivo-compulsivas de naturaleza visual.
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