La carta. Grada 119. Félix Pinero

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De cuando en cuando, al levantarme con el canto del gallo, recibo todavía alguna carta. No me llega esta como las antiguas, en papel de cuartilla, con los interlineados marcados para no salirse de la raya. Las cartas llegan ya por correo electrónico.

El teléfono, primero, y las redes sociales después, han eliminado aquella comunicación tan íntima, tan ansiada, tan esperada, que nos transmitía mensajes de familiares y amigos ausentes. ¡Y con qué alegría se recibían…! En el colegio, en la mili, el reparto de las cartas se acogía con emoción contenida. El emisor comunicaba al receptor algunos entresijos de su vida, se interesaba por la suya, le deseaba salud, y hasta la próxima. ¡Ah!, aquellas cartas que principiaban: “Me alegro de que, a la llegada de esta, te encuentres bien. Nosotros bien, gracias a Dios…”

Las redes sociales han sustituido a la carta escrita de puño y letra. El papel escrito del emisor nos traía, además de mensajes, su perfume, sus huellas, su humanidad. La carta personal se esperaba; los correos electrónicos se reciben, como las cartas comerciales o formales, que no esperamos.

Hay cartas y cartas: la Carta Magna, norma superior del ordenamiento jurídico de una nación; la ‘carta blanca’ que alguien recibe para llevar a cabo una acción; las cartas de la baraja con las que algunos matan su ocio; las cartas del menú y del vino; la postal; las cartas de amor; la de presentación; la de crédito; las cartas de los lectores…

El correo electrónico ha ampliado la noción de la carta manuscrita tradicional y la ha enterrado, a la vez. Ya nadie escribe; pocos leen; la gente no dialoga; se reenvían mensajes de otros, sin respuesta. Hablamos a través de ‘tuits’ o de ‘wasap’. Como si hubiéremos perdido la lengua escrita y oral.

Lo que ganamos en rapidez, lo perdemos en intimidad. La carta escrita expresaba la intimidad toda del ser humano: sus quehaceres, sentimientos, estados del alma, opiniones, deseos… Ni nos vemos ni hablamos, aunque recordemos. ¡Ay las cartas perdidas de ayer de los seres amados, lejanos, ausentes…! Siempre esperándote, querida…, salud y mi amor.

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