La invasión del buen gusto. Grada 126. Moda

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Moda. Patty Gruart
Foto: Diego Casillas

Patty Gruart

Llegaron los meses de julio y agosto y con ellos la 64º edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Dejarse deleitar por la magia de una noche de verano en el Teatro Romano de Mérida es una auténtica delicia para los sentidos que nadie debería perderse.

Este acontecimiento artístico, lúdico y de crítica cívico-social, también ha sido sinónimo de un desfile de elegancia y glamour protagonizado por miles de asistentes cada noche. Entre tragedias y comedias se han contemplado vestidos de cóctel, también con cortes romanos, otros largos envolventes y de inspiración griega. Como tendencia aún vigente, ‘dos piezas’ como ‘crop tops’ con elegantes ‘palazzos’, faldas vaporosas o ‘culottes’. Lisos, estampados, lunares. Ante todo, tejidos ligeros como el lino, sedas y gasas. La novedad entre ellos, la guayabera. Y un clásico de ellas, el vestido blanco de estilo ‘Boho’. En cuanto al calzado, alto y bajo. Casi todo vale.

Afortunadamente algunos cambios han tenido lugar desde entonces, pues en tiempos de Roma, según la clase social a la que pertenecieran, así vestían, algo que otorgaba el derecho a distinguirse y a ocupar ciertos lugares en el teatro.

Entonces el género más utilizado era la lana pero, según el poder adquisitivo en cuestión, las prendas podían ser de algodón, lino o seda. Las mujeres patricias utilizaban exclusivamente seda para sus chitones y su abalorio preferido para adornar broches, túnicas o sandalias eran las perlas y el hilo de oro. El complemento por excelencia era una tira de cuero que sostenía el busto y conseguía el efecto que ofrece hoy el corpiño. El peinado y la cosmética también jugaban un papel importante en el atuendo femenino.

Entre las prendas que discernían a los romanos se encontraba la toga, una prenda de vestir y un símbolo identificativo, ya que solo podía ser utilizada por un ciudadano romano. Los colores o los motivos de las togas servían para revelar desde el estatus social hasta el cargo público que ocupaban. Y pasó a ser solo para hombres, las mujeres vestían la palla, una especie de velo que usaban sobre la ‘stola’.

La túnica era otra prenda de relevancia que adaptaron de los griegos.

Otro elemento diferenciador era el calzado. Los romanos utilizaron botas, zapatos y sandalias siendo las más características las ‘calcei’. Eran diferentes en función del grupo social que las utilizaba y, al igual que los detalles de las togas, servían para identificar a patricios, senadores o magistrados.

Me gusta observar el vestuario de cada obra de teatro, trato de adivinar en la distancia qué materiales emplean, analizar el uso de los colores y sus influencias históricas. Pero lo que realmente me fascina es ver cómo el público se inspira en ellas para vestirse, o eso creo yo. Observé a una sutil mayoría de personas vestidas de ‘animal prints’ y de color rojo, este último, quizás, como homenaje a Lorenzo Caprile en ‘Las amazonas’. Y quizás, los looks más desenfadados se vieron en ‘La comedia del fantasma’ o en ‘Ben-Hur’, por aquello de ser comedias. Creo que la sobriedad y el minimalismo se mimetizaron con ‘Filoctetes’. Y tengo claro que la noche en la que reinó la sofisticación fue la de ‘Fedra’. Para concluir, el toque casual circense lo puso la obra extremeña ‘Hipólito’, un innovador broche final del festival.

En definitiva, como extremeña y ciudadana emeritense, aplaudo y agradezco que los asistentes vivan una obra de teatro, no como un mero entretenimiento, sino como lo que es, una ocasión especial en un contexto monumental con más de dos mil años de antigüedad.

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La invasión del buen gusto. Grada 126. Moda
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La invasión del buen gusto. Grada 126. Moda
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Llegaron los meses de julio y agosto y con ellos la 64º edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Dejarse deleitar por la magia de una noche de verano en el Teatro Romano de Mérida es una auténtica delicia para los sentidos que nadie debería perderse.
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