La que se avecina

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La que se avecina
Foto: Cedida

Ayer, a las seis de la tarde, en la feria del libro de Badajoz, bajo un sol de injusticia, un enjambre de chicas (muchas de ellas acompañadas por sus sufridas madres) guardaban cola desde las cuatro (según confesaron) para que una autora les firmara su obra.

Me dirigí a mi caseta (más sola que la una, como todas menos una) para escuchar por megafonía una voz que monótonamente repetía: «fila única, por favor; fila única».

Al rato comenzaron a pasar algunas, que con desesperación, preguntaban si tenía el libro de Lucía Bellido.

– No -respondía yo.

– Pero, ¿lo has tenido? -insistían.

– No -volvía yo a repetir.

Bueno -pensé- al menos leerán; algo es algo.

Seguramente será una escritora que ha conseguido entrar en el corazón y la mente de las adolescentes.

Si algo me define es la curiosidad.

¿Quién será esta Lucía Bellido? Y, como siempre, tito Google me sacó de dudas.

Aún no salgo de mi asombro, la reina del tik tok, ¿alguien es tan ignorante como yo que hasta hoy no he sabido qué es el tik tok?

He echado un vistazo a los videos y se me han caído los palos del sombrajo, como se dice en mi tierra. ¿Para esto era la cola?

La que se avecina‘Secretos de una muser’; tampoco sabía qué era una ‘muser’.

Letras de reggaeton, contoneos. ¿Qué se vende?

No entiendo nada. Estamos viendo que los jóvenes retroceden, ¿cómo no van a retroceder con estos modelos?

Hablamos de erradicar la violencia de género, pero se vende lo que sea si está en juego mucho dinero.

¿Qué buscan las chicas comprando el libro? ¿Ser como la Bellido?

Me da miedo la que se avecina, muchedumbre de autómatas respondiendo al experimento de Paulov y mercadólogos sin escrúpulos.

«Los imbéciles no sufren», decía Fernando Fernán Gómez. Algunas veces, como esta, preferiría serlo.

Julia Cortés Palma

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Ayer, a las seis de la tarde, en la feria del libro de Badajoz, bajo un sol de injusticia, un enjambre de chicas (muchas de ellas acompañadas por sus sufridas madres) guardaban cola desde las cuatro (según confesaron) para que una autora les firmara su obra.
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