Los Ganglios. ‘Leyenda negra’. Mucho más que los maestros del Casiotone. Grada 133. La frontera

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Los Ganglios. ‘Leyenda negra’. Mucho más que los maestros del Casiotone. Grada 133. La frontera

Rades

La comarca de Vegas Bajas siempre ha aportado nombres imprescindibles a nuestro mapa territorial sonoro. ‘Nude’, ‘Súper 8’, ‘Akosados’, ‘Tomate Topo’, ‘Panorama’, ‘Vendetta’, ‘Kacho’, ‘Cajón de Sastre’, ‘Sheratán’, ‘La Huerta Sonora’, nuestro Luis Carlos Gámez, Nacho Vicente (‘Integral Bread’), o la saga familiar García/San José son algunos de los muchos ejemplos.

Hace años nos hablaron de Manuela Roque, que trabajaba en el Instituto de la comarca. Pero, sobre todo, nos hablaban de ella por ser la madre de los hermanos Melara. Es decir, de ‘Los Ganglios’.

‘Los Ganglios’ no tocan mucho (bueno sí, un poco), no bailan casi nada, pero se mueven bastante, no cantan ópera, pero da lo mismo. Hay que verlos, disfrutarlos, saltarlos, brincarlos, reivindicarlos, jalearlos, darles la vuelta, vestirlos, desnudarlos y, sobre todo, aplaudirlos.

Nos vienen a los recuerdos su actuación hace unos años en la Alcazaba de Badajoz. Era en un festival. Y, si se hubieran arriesgado un poco los de la organización con eso de los horarios y ‘Los Ganglios’ hubieran salido al escenario bien entrada la noche, la Alcazaba se hubiera venido abajo.

Y sí, son de Montijo; no son, como dice algún ignorante, una ‘banda barcelonesa’. Que son una ‘banda’ nadie lo duda.

A mediados de concierto, una mujer aparece en el borde del escenario con una funda de guitarra a las espaldas. Se acerca. Desde la propia corbata alguien le indica algo. La vemos meterse en el ‘backstage’, y al momento vuelve a aparecer en lo alto del escenario. Se dirige a los músicos. Deja la funda. Le planta unos besos a los chicos y se va. «Es nuestra madre», dice Xoxé-José, entre aplausos de los asistentes. Algo se les habría olvidado en casa. ¿Serían los bocadillos?

La estampa fue, sin duda, uno de los momentos más entrañables del festival. Pero también explica el tono familiar de ‘Los Ganglios’, y, por qué no, el talante irrespetuoso de la ‘banda barcelonesa’. Manuela Roque, cantante de fados en ciertos momentos de su vida y madre en todos ellos, colabora con sus hijos en algunos temas. Pero más que de una saga, en este caso nos quedamos mejor con lo de una banda, en el sentido cariñoso y canalla de la palabra.

Si alguna vez Extremadura se deja ir a ‘Los Ganglios’ es para dejarnos de mirar a la cara. Llevan ya algunos años sorprendiéndonos, fascinándonos. Si aún no los conoces, es que estamos dormidos.

‘La guapa y los ninjas’, en 2012. ‘Lubricante’, en 2014. ‘Segunda escucha’, en 2016. Y en este año que nos recorre, ‘Leyenda negra’.

Escúchalo, aunque sea en ese horror del ‘espotifai’, compra el disco, que lo tienen en crowdfunding, entrañable ‘casiotone’, surrealismo, ironía ‘porc’, ecos punk de sus primeros tiempos en las leyendas negras del deporte y El Molino, ritmos ‘makineros’ a lo Picaña, La última palabra, los microbios tendrán la última palabra, que decía Pasteur, y los buitres de Spiderman en la dehesa y el Robin Hood local.

18 temas sin desperdicio, breves y al portador. No hace falta llegar a tres minutos para contar historias desquiciantes y memorables. Larga vida a los montijanos Melara. Nos vemos en los multicines de Mogadiscio.

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Los Ganglios. ‘Leyenda negra’. Mucho más que los maestros del Casiotone. Grada 133. La frontera
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Los Ganglios. ‘Leyenda negra’. Mucho más que los maestros del Casiotone. Grada 133. La frontera
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Hace años nos hablaron de Manuela Roque, que trabajaba en el Instituto de la comarca. Pero, sobre todo, nos hablaban de ella por ser la madre de los hermanos Melara. Es decir, de ‘Los Ganglios’.
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