Julio Esteban Ortega
Comenzábamos esta serie de nombres referidos a la onomástica antigua con Viriato, pero, como decíamos en el número anterior, no era este antropónimo el más común entre nuestros antepasados. La epigrafía de Lusitania es clara al respecto: Tancino o Tangino es el nombre que se repite insistentemente tanto en las inscripciones funerarias como en las invocaciones a las diferentes divinidades veneradas en la zona.
La denominación del individuo en el mundo indígena hispano de la antigüedad era muy simple. Consistía en el nombre del individuo seguido del patronímico, al que se podía agregar la ciudad u organización suprafamiliar a la que pertenecía; es decir: Tancino, hijo de Viriato, Turgaliense o de la gentilidad de los Ablicos.
Los hallazgos de inscripciones con este antropónimo son especialmente abundantes en el triángulo formado por las localidades de Cáceres, Trujillo y Montánchez, donde los documentos epigráficos se acercan al medio centenar. Se conocen casos en Abertura, Albalá, Arroyo de la Luz, Arroyomolinos de Montánchez, Brozas, Cáceres, Ibahernando, Logrosán, Puerto de Santa Cruz, Salvatierra de Santiago, Santa Ana, Santa Cruz de la Sierra, Trujillo, Valdefuentes, Villamesías, Zarza de Montánchez y Zorita.
Un segundo foco se localiza en la zona de Coria, con ejemplos en la propia Coria, Casillas de Coria, Hoyos Torre de Don Miguel, Torrecilla de los Ángeles, Villamiel, Villanueva de la Sierra y Zarza la Mayor.
Otros casos se documentan más hacia la parte nororiental de la provincia de Cáceres, en inscripciones procedentes de Abadía, Barrado, Plasencia, Pasarón de la Vera, Villar del Pedroso y Zarza de Granadilla.
Al otro lado de la frontera, la vecina freguesía de Idanha-a-Velha (en la antigua Egitânia) cuenta también con un número importante de inscripciones donde aparece el nombre de Tancino.
Podemos comparar este antiguo antropónimo con los nombres más comunes utilizados en la actualidad, como nuestros José, Francisco o Antonio. Nombres que nos son muy familiares, como efectivamente lo era Tancino para nuestros antepasados.
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