Lanzarte
Usando como recurso primigenio la disposición de una línea de horizonte, el artista juega con nuestra percepción, aludiendo al imaginario pictórico para generarnos la ilusión de paisaje, apoyado sobre un formato extremadamente apaisado que invita a nuestra retina a reconstruir el paraje propuesto.
A partir de este sencillo precepto compositivo, el extremeño José Márquez Pedrera crea una de sus series temáticas de más éxito y que ahora protagoniza una nueva micro exposición en ‘El Muro Ocho’, espacio que desde 2016 lleva programando arte en la ciudad de Cáceres de forma regular, sobre una pared de poco más de 330 centímetros, situada en el hall de entrada del local San Pedro Ocho, en la concurrida calle de San Pedro de Alcántara.
Para esta ocasión y partiendo del citado recurso compositivo, el autor crea una colección de paisajes inventados, erigidos a partir de técnicas y procesos de intención informalista, cuya razón de ser se vislumbra a medida que nos acercamos al cuadro, desapareciendo progresivamente aquella ilusión de paisaje para ganar en expresión pictórica. De esta manera, estas piezas se construyen a partir de técnicas mixtas donde se incluyen acrílicos, grafitos, collage y texturas junto a selectas gamas cromáticas, con voluntad de suscitar en el espectador emociones abstractas de expresión propia, pero que en conjunto y desde la distancia mantienen la fantasía paisajista.
José Márquez nos presenta aquí una de sus series más prolíficas, llevadas a cabo durante la primera década del siglo XXI, a caballo entre la figuración y la abstracción, terreno en el que el autor se mueve cómodamente, según demuestra su trayectoria. Seis panorámicas y dos estudios, todos sobre tabla, conforman esta exposición que viene a mostrarnos la pasión que el autor profesa por la naturaleza que le rodea y su reinterpretación a través de la creación artística.
Así, este artista de origen cacereño y formación autodidacta, auspicia una dilatada carrera de más de 30 años afrontando la creación principalmente desde las dos dimensiones, pero con múltiples incursiones en el volumen; habitual de las salas que llenaron la ciudad de Cáceres, su obra pudo verse en espacios como la sala de exposiciones de Caja de Extremadura, la antigua sala Capitol o el propio Ateneo, a lo que hay que sumarle distintas incursiones en diferente puntos del territorio nacional así como en el país vecino, Portugal.
Como incansable investigador de la plástica y en constante evolución, sus logros no solo se cuentan en pasado, sino que actualmente sigue engrosando su lista de premios y reconocimientos, como con la reciente adquisición de una de sus esculturas a través de la última edición del Premio de Artes Plásticas Sala El Brocense de la Diputación de Cáceres. Igualmente, su obra aparece en otras colecciones públicas y privadas de España, así como en Alemania, Portugal, Suiza y Estados Unidos.
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