Mi tesoro. Grada 118. Félix Pinero

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El tesoro es más moral que económico. Ambos vocablos confluyen, empero, en significante y significado, aunque el diccionario recoja más acepciones del segundo que del primero. Todos tenemos un tesoro, aunque este no fuere ni dinero ni objetos preciosos, ni obras de arte o libros, ni joyas ni diamantes o lingotes de oro. Por encima de todo, un tesoro es un conjunto o suma de cosas muy dignas de estimación: “mis hijos son mi tesoro”, “mi mujer es un tesoro”, “mi madre es un tesoro de virtudes”… En ocasiones, un tesoro son determinados diccionarios, catálogos o antologías: ‘El Libro del Tesoro’, códice iluminado del siglo XIII, conservado en la Biblioteca Nacional de Rusia; ‘El Tesoro de la lengua castellana o española’ (1611), de Sebastián de Covarrubias…

Un tesoro es equivalente a riqueza, joya, alhaja, prenda, fisco, hacienda, caudal, fortuna, riquezas, gema, maravilla… En la acepción económica, un tesoro es una cantidad de dinero u objetos preciosos guardada u oculta. En la acepción moral, llamamos tesoro a una persona muy valiosa y digna de estimación (“¡eres un tesoro!”, “¡tesoro mío!”…); es el libro que guardamos como tesoro. Hay tesoros convertidos en mitos, sepultados bajo los escombros: la tumba de Alejandro Magno, el tesoro de Atahualpa, el Arca de Noé, el galeón de Hernán Cortés hundido en el regreso a España desde Cuba, aún no hallados…

El tesoro está presente en la lengua y en la caja. El refranero español nos traduce sabiamente las virtudes de un tesoro: “El que oye y calla, su tesoro se halla”, refiriéndose a las virtudes de la prudencia y el silencio; “los tesoros tienen fuerza para quebrantar las peñas”, o “poderoso caballero es Don Dinero”; “ni de vino ni de oro hagas tesoro”; “no es más rico el que más ha, mas el que menos codicia” (porque el codicioso, por mucho que posea, nunca se sentirá satisfecho); “quédese pobre el rico y verá claro que no tenía amigos”; “Juventud, divino tesoro/ Ya te vas para no volver/ Cuando quiero llorar, no lloro…/ Y a veces lloro sin querer”, cantare Rubén Darío por el tesoro ido… ¡Ay, tesoro perdido…!

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