‘Nos quemamos’, una reflexión de Francisco Bautista sobre el hastío en la sociedad actual

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‘Nos quemamos’ es el título de esta reflexión en la que Francisco Bautista Gutiérrez aborda cómo, hoy en día más que nunca, las circunstancias que vivimos nos generan hastío.

Desde siempre se ha hablado de las personas que se encuentran ‘quemadas’ en el amplio sentido de la palabra, en el trabajo, en el hogar, por los hijos, por amigos y familiares, sin embargo, no con tanta intensidad como sucede en la actualidad, y es que vivir en la época que nos ha tocado hacerlo supone aceptar la realidad de que tenemos que vivir con la espada sobre nosotros, pendiente de que en cualquier instante caiga en forma de falta de trabajo, de desestructuración familiar, de desarraigo social, en definitiva en forma de mostrarnos la soledad en la que nos encontramos inmersos desde hace unos años.

Así pues, creo que ha llegado el momento de que alguien se detenga a pensar en las medidas que puedan llegar a corto plazo para paliar este síndrome, que hace que el vendedor de cupones, estacionado en la esquina, me repita una y mil veces que “ve al personal tan aburrido y desesperanzado que es imposible le sonría la fortuna”.

Siempre ha existido el concepto de ‘quemado’, el que se le aplicaba a aquellos que comenzaban algo con ilusión, con ganas de comerse el mundo, pero que rápidamente se veían obligados a bajar al suelo, y consecuentemente a caer en una depresión de difícil solución. La diferencia con lo que sucede en la actualidad, que estas personas eran fácilmente catalogables, idealistas, alegres, optimistas que se dedicaban en cuerpo y alma a causas como el amor, el trabajo, la amistad, la política.

En realidad, el estar quemados no es más que el fracaso personal a causa de un cansancio más bien emocional que físico, pero que también acaba afectando en este sentido, y la sensación de que ya se ha llegado al límite bloqueándonos hasta sentir una sensación total de falta de autoestima.

Por eso, una de las directrices que se les deben dar a aquellas personas cercanas a padecer el síntoma, es hacerles ver que no es conveniente lanzarse con la intensidad máxima a la consecución de unos objetivos, que hay que tomárselo con calma y tranquilidad, sin llegar a caer en la falta de ilusión porque si eso llega a suceder, acabará frustrado de aquello que le debería enaltecer y le llevaría a desesperarse consigo mismo, primer síntoma de que acabará quemado porque lo que sí es cierto es que uno puede terminar así, bien por exceso como también por defecto en su quehacer.

Lógicamente y a la vista de esto, podemos afirmar que el síndrome es fácilmente identificable, nos llegará con cansancio, dolores de cabeza, falta de sueño, dolores de huesos, situaciones que terminaran por llevarnos a un malestar que acabaremos pagándolo con las personas que nos rodean, y por supuesto, todo ello afectando a las relaciones tanto familiares como sociales.

Tal vez sea en el aspecto profesional donde las repercusiones sean mas palpables, hay que tener claro que nos pasamos un tercio de nuestra vida trabajando y otro tercio pensando en el trabajo, y si la insatisfacción, la apatía que hace que no desempeñemos bien nuestra labor hasta empujarnos al abandono del mismo, lógicamente esta situación afectará a nuestra vida profesional y por extensión a la social y familiar.

Y lo que es mas triste es que tras este descalabro, llega el trágico final de las normas sociales empujándonos a algo que va a influirnos negativamente como es la autoestima. Nos  bombardean con noticias, lo vemos en televisión y leemos en prensa que en el resto de los países está sucediendo algo que viene a ser el prolegómeno de lo que va a suceder, falta de respeto, violencia, robos, y una falta de empatía con el prójimo, carencia en definitiva de unos valores morales imprescindibles para el buen desarrollo de la convivencia, pilar fundamental de la sociedad.

Existen amplios estudios encuadrados bajo las siglas de PTSD (Post traumatic stress disorder) que viene a decir que “en el momento en que estamos indefensos ante cualquier adversidad, es cuando nos invade un sentimiento de angustia e impotencia, el miedo a la pérdida de control y un terror a la aniquilación”.

Y uno de los estados mas significativos lo encontramos en el acoso, esto es el maltrato físico o psicológico continuado que recibimos de muchas de las  personas que nos rodean, bien con afán de dañarnos o bien como coraza protectora, para sentirse superiores.

A modo de conclusión, hay que tener en cuenta que no vamos a terminar tan fácilmente con este problema, que esta sociedad, a veces egoísta e impersonal que nos abraza, seguirá acentuando el maltrato tanto físico como psicológico a aquellas personas que se encuentran a su alrededor.