Rubén García Martín. Cine, arte, vida. Grada 102. Perfil

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El director de cine cacereño Rubén García nos acerca la actualidad cinamtográfica en Extremadura, sus aficiones, sus inicios en el cine y cómo ha sido trabajar en su nuevo largometraje documental ‘Silente’.

Nacido en Cáceres en 1979, Rubén García es licenciado en Comunicación Audiovisual, y completó su formación con varios cursos de puesta en escena, dirección de actores y guión cinematográfico con Michael Gaztambide, al que considera uno de sus mentores. Con 11 años de experiencia en diferentes ámbitos del sector cinematográfico, actualmente está embarcado en la dirección de una obra de teatro, aunque su trabajo más ambicioso es ‘Silente’, un largometraje documental sobre el casi desconocido pianista sevillano del siglo XVIII Joaquín Montero.

¿Cómo descubrió que quería ser director de cine?
Reconocí mi vocación un día concreto, pero imagino que ese fue el último salto de todo un proceso. Siempre me ha gustado muchísimo el cine, y concretamente, el ritual de asistir a la sala. Tengo recuerdos muy tempranos de la fascinación que me provocaban las películas de Chaplin, e incluso la atracción incomprensible que me produjo un visionado casi completo de ‘Fanny y Alexander’ cuando era muy niño. Tenía amigos mayores que yo y con 13 años comencé a ir al Aula de Cultura de Caja de Extremadura en Cáceres, donde programaban obras clásicas y de otras nacionalidades en versión original que apenas entendía, pero mi vínculo con ellas era imparable. Hubo un momento clave y muy revelador: en 1996 fui un día al cine a ver una película de la cual no sabía absolutamente nada, ‘Tierra’. Lo que sentí viéndola fue una revelación. Lo experimenté nítidamente durante toda la película, y al final me dije: “esto es lo que quiero hacer”, y cuando salí de la sala ya era otra persona.

¿Cómo ha sido su proceso de formación como director de cine?
La formación tiene un comienzo, pero nunca un final. Desde el punto de vista académico, en su momento me hubiese gustado formarme en una Escuela de Cine, pero como la situación económica familiar no me lo permitía busqué una opción realmente asequible, de modo que empecé por estudiar la Licenciatura de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Extremadura. A continuación tuve el privilegio de aprender los entresijos del guión cinematográfico con el guionista Michel Gaztambide, al cual admiro mucho y considero uno de mis mentores. Del proceso de formación con él surgió el guión de mi primer cortometraje. Realicé, además, cursos de puesta en escena con el director Enrique Urbizu, dirección de actores, script o adaptación cinematográfica. Mi última incursión académica fue un gran avance cualitativo, un módulo de interpretación en Madrid con Fernando Piernas, uno de los grandes maestros internacionales del trabajo actoral.

El portal estadounidense Talenthouse le consideró ‘Cineasta del año’ en la categoría de cortometrajes. ¿Qué significó esta distinción?
Personalmente muchísimo, y no precisamente por el título. El premio para mí siempre es hacer el trabajo. Todo lo que viene después es bienvenido, pero circunstancial. Los premios no intervienen en la naturaleza de la obra, no la hacen mejor, y menos aún a sus autores, y esto es importante decirlo aunque sea obvio. En este caso significó mucho porque hizo posible que el trabajo lo viera, y lo siga viendo, mucha gente en todo el mundo.

En sus producciones ha contado con otros extremeños que también han sido protagonistas de Grada, como Alberto Amarilla o José Vicente Moirón. ¿Hay más talento en la región del que conocemos?
Alberto y José Vicente son dos actores enormes a los que admiro y quiero, y con los que siempre estaré deseando trabajar. Sin duda hay más talento del que conocemos y más incluso del que valoramos, porque en muchas ocasiones parece que necesitamos una aprobación externa que nos permita valorar nuestros logros. De todos modos, el talento, abundante en Extremadura, no es lo más importante; es una pieza más del engranaje que lleva a la realización óptima de algo, y que necesita de otros factores como la determinación, la entrega o la constancia en el trabajo para ser desplegado, además de unas condiciones culturales, sociales y económicas favorables.

Ha realizado cortos, anuncios o videos promocionales, y ahora un largometraje documental. ¿En qué disciplina se encuentra más cómodo?
Mi disciplina natural es el cine en cualquiera de sus formas. Las diferencias entre la ficción y el documental podrían considerarse evidentes pero la infraestructura cinematográfica, inevitablemente, mediatiza la realidad y al final cualquiera que sea la naturaleza de la obra está representando al mundo.

¿Cómo surgió la idea del documental sobre Joaquín Montero?
Realmente no iba a ser un documental. Pedro Piquero iba a grabar el disco con la música de Montero y se puso en contacto conmigo para tener un ‘teaser’ de dicha grabación. Me fascinó la música, y ante mi incredulidad por que la obra y el compositor no hubiesen trascendido en ningún sentido y mi curiosidad personal, comencé a investigar y anotar ideas. Hablé con Pedro y con el equipo de La punta del iceberg y comenzamos a afrontar el trabajo de otra manera.

¿Cuáles son la esencia y el objetivo de este largometraje?
Posee un gran afán de búsqueda, en muchos sentidos, de un compositor del que su única huella es la escasa obra que de él se ha encontrado y del que no hay ninguna certeza ni vestigio alguno más. ¿Quién fue Joaquín Montero? En el planteamiento de preguntas, más que en las respuestas, es donde radica la esencia de ‘Silente’.

Ha sido muy importante para todo el equipo poder dar a conocer la obra de Joaquín Montero y, a través de él, reflexionar sobre nuestra relación con la cultura como sociedad y con el arte como individuos. Montero es, además, muchas otras personas brillantes y comprometidas, cuya constancia y legado, por motivos diversos, no se posibilitaron o simplemente no fueron permitidos.

¿Se trata de una película especialmente dirigida a los aficionados a la música clásica?
En absoluto es una película sobre el Neoclasicismo o la música en particular. Tanto Joaquín Montero como su obra musical son el punto de partida y el hilo conductor del documental, pero en su desarrollo surgen temas universales como la memoria y el tiempo, la herencia histórica, la capacidad de autoexigencia y la búsqueda de la excelencia, la legitimación social y cultural, el sistema educativo o la autoría y el proceso creativo.

¿Cómo ha sido el trabajo con el productor ejecutivo, Pedro Piquero, que además interviene como pianista?
El proceso ha sido intenso y enriquecedor. Pedro es muy sabio y muy enérgico. Estando a su lado lo difícil es no aprender. Es la persona más autoexigente que conozco, lo cual ha supuesto una fuerza importante y beneficiosa desde el punto de vista profesional y personal. Su relación con ‘Silente’, además de aparecer mucho más de lo que le gustaría, ha tenido que ver esencialmente con la optimización del trabajo de todo el equipo. Aparte de eso, desde el primer momento me dio total libertad creativa para que desarrollase la película. Hace ya unos dos años y medio que, sin saber entonces hacia dónde íbamos, comenzamos esta andadura. Hemos compartido mucho desde entonces, nos hemos hecho amigos y le estoy enormemente agradecido por todo.

¿Qué ha sido lo más difícil que ha tenido que afrontar en este proyecto?
Sin lugar a dudas, su naturaleza cambiante. ‘Silente’ siempre ha ido por delante de nosotros mismos, y a mí, como director y guionista, me ha supuesto tener que replantearme todo el tiempo los pilares narrativos que había ido dando por definitivos. De la misma manera, el resto del equipo, Paco Pulido, Sara Polo, José Luis Gálvez y José Antonio Caso, han tenido que entregarse de forma desmedida a la película.

¿Cuándo podremos verla y cuáles serán los canales de distribución?
La obra va a ser distribuida por festivales de todo el mundo de la mano de Freak Independent Film Agency, una de las distribuidoras de cine independiente más consolidadas del panorama internacional, y organizaremos su estreno aproximadamente en unos siete u ocho meses una vez comenzado el inminente recorrido por festivales.

¿Cuáles son sus aficiones?
Afortunadamente hay muchas cosas de las que disfruto. Me apasiona viajar. Siempre que puedo procuro estar en contacto con la naturaleza. Me encanta la música, leo todo lo que puedo y suelo terminar el día con poesía. Hago mucho ejercicio y por supuesto veo cine, aunque últimamente menos del que me gustaría.

¿Cómo se ve a la vuelta de unos años desde el punto de vista profesional, y qué espera del cine?
Ahora mismo, todo lo que no sea el instante, incluso si me remito al plano del deseo, me resulta una gran incógnita. Mi vocación es verdadera y soy testarudo, así es que seguro que seguiré esforzándome mucho, cada vez más, para poder desarrollar mi oficio. Del cine no espero más de lo que ya me da, puesto que, por sí mismo, no sufre crisis ni devaluaciones; esa es la industria, de la cual depende, pero son dos cosas diferentes.

¿Qué opinión tiene del cine en particular, y del sector audiovisual en general, en la región?
Apenas puede decirse que haya sector, aunque sí hay profesionales con ganas y necesidad de desarrollar su trabajo. En mi opinión nos hace falta una labor didáctica, el modo de trasladar la idiosincrasia de nuestro oficio al resto de la sociedad y a las instituciones para que pueda ser realmente valorado con criterio, y que este no sea el tópico de que la creación consiste en dejarse llevar y que esa liberación se disfruta, y como se disfruta, los artistas no necesitan otra retribución.

Los que desempeñamos oficios artísticos vivimos también en esta sociedad y compartimos muchas de las necesidades respecto a otros oficios más conocidos o percibidos como más convencionales. Desde la perspectiva de la industria puede ser muy cómodo y muy ventajoso desconocer la dimensión de estos oficios artísticos o creativos, y no tener en cuenta que, además de nuestra formación constante, el audiovisual es un trabajo en equipo que requiere de una tecnología de alto coste y muchísimo tiempo de preproducción, producción y postproducción.

En cuanto a los potenciales clientes del sector, sería su responsabilidad conocerlo más, del mismo modo que es mi responsabilidad tener una idea muy precisa de lo que puedo comprar en una tienda en función del dinero del que dispongo, sin la necesidad de ver los precios, o que si voy a un restaurante a comer o encargo un mueble, no puedo pretender que tengan el trabajo hecho en cuanto lo pida. Yo sé que la comida necesitará un tiempo y que el mueble necesitará mucho más, y en ambos casos tengo que posibilitar que los profesionales puedan hacer el trabajo que les pido.

¿Tiene Extremadura posibilidades de atraer inversiones cinematográficas, aparte de sus localizaciones naturales?
Actualmente no. Necesitamos un cambio profundo, un conocimiento verdadero del oficio para poder generar su sector. Podría parecer, sin embargo, que quiere empezarse por la instauración del sector sin haber propiciado las bases sólidas del oficio. Los oficios artísticos encuentran demasiadas carencias que rara vez son tenidas en cuenta, porque el problema no es tanto la ausencia de una infraestructura socioeconómica que soporte una industria, como el nivel anterior, más urgente, que atañe al aprendizaje y al desarrollo individual para potenciar el social. Es necesario que haya unas ayudas a la producción, pero es más urgente conocer en profundidad y que aprendamos a valorar qué queremos posibilitar con dichas ayudas.

Muchos jóvenes extremeños estudian cada año Comunicación Audiovisual; ¿es un buen camino para que los interesados en el ámbito cinematográfico adquieran la formación necesaria? ¿Qué les aconsejaría?
A mí me sirvió para empezar. Las cosas no son buenas ni malas, todo depende del uso que les demos; Comunicación Audiovisual puede ser un buen inicio del camino profesional, pero, como en todo ámbito académico, esa formación solo será necesaria para continuar aprendiendo. El ciclo formativo de Imagen del Instituto ‘El Brocense’ de Cáceres también es muy interesante.

A quienes quieran dedicarse al cine les diría que no dependan exclusivamente de su talento, que no depositen su confianza en su creatividad porque es el sustrato de lo que van a necesitar. Que tengan una formación académica, pero también desarrollen una formación autodidacta, que sean curiosos, estudien y practiquen. Los que quieran, además, ser directores, que distingan: querer no es poder, desear no es poder, hacer es poder.

FOTOS: JOSÉ LUIS GÁLVEZ NÚÑEZ

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