La escritura nunca debe ser el sustituto de la palabra, ya que esta nos salva, nos libera de emociones negativas internas que de otro modo acabarían por convertirse en síntomas físicos, como dolores de cabeza, de espalda, palpitaciones, mareos, problemas estomacales… Sin embargo, en ocasiones puede ser una buena opción, cuando por alguna razón es difícil expresar con palabras aquello que nos está causando sufrimiento. La escritura terapéutica es aquella que se realiza de forma natural, honesta y sin censura, dando rienda suelta a las emociones, dejando que salga todo al exterior, sin pensar cómo va a quedar en cuanto a gramática o forma de expresión.
Son muchos los beneficios que tiene este tipo de escritura. Nos libera de los recuerdos que nos alteran, facilita el desbloqueo emocional y alcanza aquellas regiones de la mente que no logran ser manifestadas. Al ser desveladas con la escritura tenemos la posibilidad de reconocer el origen latente del problema. Reduce el estrés psicológico, refuerza la autoestima y nos permite comunicarnos con nosotros mismos y con los demás, fortaleciendo por otra parte el sistema inmunológico.
La expresión artística es una cualidad que todos poseemos y la escritura es, tal vez, el medio al que más recurrimos como forma de expresión de aquello que vive dentro de nosotros.
Llevar al lenguaje escrito lo que tenemos en la mente y el corazón es un arte que no debemos dejar escapar. Así pues, escribamos, sobre nuestros sueños o sobre aquellos pensamientos que nos atormentan, sobre las obsesiones o los prejuicios, sobre los valores o los miedos… Demos sentido ético y estético a nuestra vida, nos aliviará los dolores del cuerpo y cerrará las cicatrices del alma.
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