José María Sotomayor
Madrid le acogió, luego le esperó, y a él, más tarde, se entregó, en tanto siguió con su verdad frente al toro. No permitiéndole, eso no, vivir en Madrid, precisamente de haber sido torero de Madrid.
Toreros de Madrid. Tres voces para englobar también a quienes, sin haber nacido necesariamente en la Villa y Corte, la afición de su plaza de toros así bautizó, así reconoció y así denominó cuando decidió asumir la responsabilidad de su adopción. Prohijamiento este, que se inicia cuando, como consecuencia de la universalidad del concepto de la tauromaquia de la afición de Madrid, con sabia visión, se arroga la paternidad taurina de aquellos.
Porque la capital taurina, como la otra, no entendió nunca de patrias chicas. No trazó fronteras. Dejó que en el rubio albero, cada cual dijera con su hacer: “quiero ser torero de Madrid”. Si el discurso fue bueno, sin disimulos; si a la llamada cátedra convenció en su parlamento con los avíos de torear; y si supo mantenerse en esta postura, la afición de Madrid le abrió los brazos. Y nacido al norte o al sur, al este o al oeste, o allende las fronteras, pudo asegurar que él fue torero de Madrid.
Madrid le acogió, luego le esperó, y a él, más tarde, se entregó, en tanto siguió con su verdad frente al toro. No permitiéndole, eso no, vivir en Madrid, precisamente de haber sido torero de Madrid. Quizás por ello, y por la generosa y previa entrega de la afición madrileña, no toleró algunas veleidades de los llamados sus toreros. El engaño no les valió nunca y, frente a otros, se les exigió todavía más. Fue el precio que tuvieron que pagar, artistas y legionarios, de a pie o de a caballo, como acotaciones extremas de esta colectividad, para seguir siendo toreros de la capital.
Mimados y consentidos algunos -¿por qué no?- pero todos sin excepción después de hacer ostentación reiterada de su indudable calidad, entrega y verdad frente al toro. Pues también pesó en la afición, y mucho, la autenticidad del animal con el que esculpió su arte. Si quiso venir a explicarlo con el otro toro, la afición se lo recriminó desahijándole temporalmente, más como reprimenda que como definitiva ruptura, aguardando su regreso para comprobar su enmienda.
Larga es la nómina de los toreros Madrid. Pero mi recuerdo, junto al de aquellos, es para un torero nacido en Lorca, en la ciudad del sol y de los cien escudos; es para quien en los carteles se anuncia Paco Ureña. Llegó por primera vez a Madrid, de novillero, en el verano de 2005 y cortó una oreja a su segundo novillo. Confirmó su doctorado el 25 de agosto de 2013, paseando otro apéndice auricular, así lo contaría Matías Prats, tambiéndel segundo de su lote, un ejemplar de Martín Lorca. Y la afición de Madrid comenzó a preparar los papeles para su empadronamiento en Las Ventas. En su primera feria de San Isidro, la de 2014, ya empezaron a tomar nota de su decir en el ruedo ‘venteño’ pues también envió al desolladero a su segundo toro sin una de sus orejas.
El año pasado cumplió casi todos los requisitos para formar parte de los ahijados de Madrid tras sus dos serias actuaciones en la feria de San Isidro. La faena de la Feria de Otoño, con un toro de Adolfo Martín, le abrió casi definitivamente el camino para llegar a ser torero de Madrid. Y en esta feria de San Isidro, la de 2016, el lorquino ha dicho, muy alto, lo que yo apuntaba al comienzo: “quiero ser torero de Madrid”. Y lo que veníamos suponiendo, ha tenido su constatación en dos actuaciones. Una, la del 11 de mayo. La otra, con el refrendo definitivo, unos días más tarde, el 22 del mismo mes. En la primera mató dos toros de la divisa de Toros de El Torero y en la segunda otros tantos del hierro de Las Ramblas. En la última puso de acuerdo a todos. Su verdad haciendo el toreo de siempre. La calidad en cada una de las perlas que fueron sus pases y ese poder de engarzarlas, porque se coloca en el sitio adecuado, su entrega, su pundonor, su verdad ante las astas, su concepto del toreo de siempre, rindieron a la afición de la capital. Y como otros nacidos en cualquier lugar, este espada que vio la luz en Murcia puede asegurar que es un lorquino de Madrid.
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