Hoy, como cualquier otro día, nos despertamos vacíos e indignados. No abras la puerta de la vida para cumplir un guion. Coge tu voz y un instrumento musical. Deja que la belleza de lo que amamos sea lo que hacemos. Existen cientos de formas de arrodillarse y besar el suelo. (‘Open secret’, de Coleman Barks).
Cuando nos sentimos felices quizá cantemos o tatareemos, gritemos y despertemos a voces a todo nuestro barrio. Necesitamos canalizar la alegría a través de un sonido. Ocurre lo mismo cuando somos infelices o sentimos indignación o dolor, liberamos nuestras emociones mediante un suspiro o un gemido. Producir sonidos es un modo de estar en contacto con nosotros mismos, acortando la distancia entre lo que sentimos dentro y lo que hay fuera. El sonido es el principal instrumento para comunicar que estamos vivos: esperamos con ansiedad el primer llanto de un recién nacido, y escuchamos con atención las últimas palabras de un amigo que se muere. Las referencias a la presencia del sonido durante la creación del mundo son universales. Para San Juan “En el principio existía el sonido”; para la mitología hindú el principio de la vida es un zumbido; según los indios peruanos el sol produce sonidos musicales cuando sale; y para los indígenas la palabra y el canto tienen un poder mágico sobre las fuerzas invisibles que dan vida a los seres.
¿Estamos preparados para hacernos oír? Escuchar nuestra voz social y sentir su vibración nos ha ayudado a despejar la mente e intensificar la conciencia de la realidad en busca de nuevas soluciones. En ningún sitio se ha entendido mejor las poderosas energías del sonido y de la voz humana que en la India, donde existen cánticos y mantras budistas e hindúes para cada ocasión y celebración; sin duda, el lugar propicio para que Gandhi experimentara un nuevo camino para el cambio desde la no-violencia.
Gracias a todos los que de manera espontánea se suben al tejado de sus conciencias y se ponen a ‘gritar’ con todas sus fuerzas junto a otros. En un pasado no tan lejano, antes de convertirnos en espectadores de las actuaciones de los demás, elevábamos nuestras voces al unísono en busca de un mundo mejor, más justo y más humano.
Pedro Monty
¿quieres saber más?