El lugar que habito. Grada 122. Psicología. Amparo García Iglesias

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Si retrocedemos unos años atrás, cuando nuestras manos eran la mitad de grandes que ahora, cuando nuestros pies llegaban con esfuerzo a los pedales de la bicicleta, cuando jugábamos con los amigos o coloreábamos… aquel tiempo era nuestro, lo dedicábamos para nosotros, pensando solo en el disfrute personal. La palabra que existía en nuestra mente era ‘yo’, solo nos importaba el aquí y ahora. Prestábamos atención a nosotros mismos y expresábamos todo aquello que necesitábamos, parece que entendiéramos muy bien que reprimir aquello que sentíamos o deseábamos no era saludable.

Más tarde, cuando llegó la adolescencia, empezaron las obligaciones y las responsabilidades, acompañadas de los prejuicios. Comenzamos a pensar más en aquello que les era agradable a los demás que en lo que nosotros sentíamos; con ello conseguimos alejarnos poco a poco de nuestro interior y acercarnos a la opinión del resto, creando una gran distancia de la persona que éramos en realidad.

Liberarnos del peso que nuestra mente cargó durante todos esos años es dejar que el viento sople a nuestro favor y nos lleve a un lugar mejor, un lugar donde le demos vida a cada momento, como cuando éramos pequeños, que el mejor sitio donde podíamos habitar era en nosotros mismos.

Dediquémonos un poco de tiempo cada día; buscar el beneficio personal no es ser egoísta, todo lo contrario, es dar paso al amor propio, es estar bien y ser felices con aquello que tenemos y hacemos. No permitamos que la sociedad en la que vivimos y que nos mantiene continuamente ocupados evite que atendamos a nuestros propios intereses.

La vida es una gran aventura llena de posibilidades a descubrir, explorar y aprender, somos afortunados de poder estar en ella.

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El lugar que habito. Grada 122. Psicología. Amparo García Iglesias
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El lugar que habito. Grada 122. Psicología. Amparo García Iglesias
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