La Sierra de Hornachos vive una noche de leyenda con una nueva ruta senderista

Léelo en solo 3 minutos !!

La ruta nocturna atrajo a senderistas de pueblos cercanos y dio comienzo desde la plaza de España de Hornachos, conocida popularmente como ‘El Parque’.

A pocos minutos para las 9 de la noche, una muchedumbre ataviada de mochilas y bastones empezó a congregarse en la plaza de España de Hornachos, conocida popularmente como ‘El Parque’, en donde mujeres, hombres y niños, esperaban impacientes el momento de partir y sumergirse en las leyendas que guarda para sí la sierra hornachega.

Tras el reparto de un obsequio por parte de la organización, unas prácticas linternas, “nos hicimos las fotos de rigor en las escaleras del ayuntamiento, y procedimos a dar la salida, despidiéndonos de aquellos que nos animaban bebida refrescante en mano, desde las mesas de ‘El Parque’, remontamos por la calle ‘La Fuente’, llamada así por ser la que se dirige a la fuente de los moros, construida en el siglo XVI, en el que aprovechamos para repartir entre la organización los walkies amablemente prestados por la cruz roja local, algunos de cuyos voluntarios tuvieron la amabilidad de acompañarnos” comenta Sergio Cuevas, concejal de turismo.

El manantial, un pilón bajo el nivel del suelo y limitado por tres paredes de granito, es accesible por unos escalones del mismo material, cuyo desgaste indica que son muchas las historias que han acontecido en este lugar a lo largo de los siglos como la leyenda de Josué y Zaida, dos jóvenes hornachegos del siglo XVI, de origen cristiano y morisco, respectivamente, que se conocieron junto a las cristalinas aguas del pilón, tal y como relata el escritor hornachego Domingo Fernández.

El camino de la platería, es nuestra puerta de entrada a la sierra, y tras remontar un duro repecho llegamos a un cruce de caminos, que nos da acceso a muchos de los lugares de interés de la sierra de Hornachos; a un lado tenemos el ‘valle de los corraletes’, cuyos muros de piedra recuerdan los tiempos en los que los pastores encerraban el ganado en ellos, más allá, las más altas cresterías de sierra grande, con el ‘Peñón de Marín’, de 943 metros de altura, en donde anidan algunas de las aves que hacen de Hornachos un lugar de sumo interés para aquellos que gustan de la observación de aves; si levantamos la vista hacia arriba, tenemos, a un lado, el imponente peñón de ‘La Sillá’, que guarda algunos de los muchos abrigos con pinturas rupestres del neolítico-calcolítico que existen en Hornachos; hacia el lado contrario, nuestro próximo objetivo, el ‘peñón del carrascal’, situado estratégicamente en el medio de los dos valles que rodean Hornachos.

Comenzamos a ascender rápidamente hasta llegar a una zona en la que nos reciben alcornoques desnudos por la reciente saca de la corcha, y donde a un lado, podemos ver Llerena, Valencia de las Torres, Llera, Usagre, Hinojosa del Valle…; a otro, Puebla del Prior, Ribera del Fresno, Villafranca de los Barros, Fuente del Maestre, Almendralejo…; tras la llegada, habernos sacado la foto de grupo y tomar un tentempié, el panorama es especialmente espectacular para los no hornachegos, “pues nos acompañan multitud de senderistas de otros pueblos cercanos” apunta Cuevas.

Nos cargamos de nuevo con nuestras mochilas, y descendemos, en forma de una serpiente de luces hacia el ‘Peñón del Salto de la Moza’, donde ese amor imposible entre Josué y Zaida que había comenzado en la fuente de los moros toca a su fin, con Zaida lanzándose al vacío desde lo alto del peñón con el corazón roto por ese amor entre religiones que la sociedad del siglo XVI hace imposible; desde aquí, nos encaminamos ahora hacia el castillo, fortaleza árabe construida aprovechando los desniveles del terreno y que fue reutilizada por los cristianos, tras la expulsión de los moriscos, y tras un rápido descenso, llegamos hasta ‘el Pósito’, un edificio mudéjar del siglo XV que se utilizaba para almacenar grano, con una capacidad de 8.000 fanegas, que posteriormente fue utilizado también como refugio y que actualmente alberga el centro de interpretación de la cultura morisca, cuya terraza superior es un excepcional mirador sobre Hornachos.

Tras esperar a los últimos integrantes del grupo, nos tomamos nuestra última foto, y damos fin a nuestra noche de leyenda por las sierras de Hornachos, prometiéndonos volver lo antes posible a esos parajes donde bajo la luz de la luna llena las leyendas parecen hacerse realidad.

Juan Francisco Llano Báez
Fotografía de Antonio Márquez