El pianista Pedro Piquero y el actor Alberto Amarilla han presentado en la Diputación de Badajoz este proyecto común, que fue grabado el año pasado en el Salón de Plenos de la institución provincial, en el que se interpretan y narran ‘Madame Bovary’ e ‘Historia de Babar, el elefantito’.
Les ha acompañado en la presentación el diputado de Cultura, Ricardo Cabezas, quien ha mostrado su satisfacción por el protagonismo de la Diputación y del edificio que la alberga en este proyecto. En este sentido, se ha adquirido un millar de copias del disco para ser distribuidas en centros educativos, bibliotecas, conservatorios y escuelas de música de la provincia.
Pedro Piquero se formó como pianista en el Conservatorio de la mano de Esteban Sánchez y también en Estados Unidos y, como ha señalado Ricardo Cabezas, “es de los pocos pianistas que graban discos”.
El actor extremeño Alberto Amarilla tiene a sus espaldas, pese a su juventud, una amplia trayectoria en el cine, el teatro y la televisión, y en 2007 fue nominado al Goya como actor revelación por su interpretación en la película ‘El camino de los ingleses’, dirigida por Antonio Banderas.
En su intervención, Pedro Piquero destacó “la acústica incomparable” del Salón de Plenos de la Diputación de Badajoz, y explicó que se trata de un trabajo novedoso dirigido a dos públicos: el adulto con ‘Madame Bovary’, y el infantil con ‘Historia de Babar, el elefantito’.
Por su parte, Amarilla recordó que le resultó “curioso acompañar con la voz en este disco cuyo protagonista es la música”. También explicó que, en el caso de ‘Madame Bovary’, el narrador adelanta con su voz la pieza musical, que se interpreta a continuación; sin embargo, en ‘Historia de Babar, el elefantito’ van más al unísono.
Se pueden encontrar los antecedentes de este trabajo en el melodrama, género que gozó de un enorme reconocimiento en los siglos XVIII y XIX, y cuya génesis se debió al célebre filósofo y compositor Jean-Jacques Rousseau al estrenar en 1770 su ‘Pygmalion’ con música de Horace Coignet. Rousseau definió este género como un tipo de drama donde las palabras y la música, en vez de caminar juntas, se presentan sucesivamente, y donde la frase hablada es de cierta forma anunciada y preparada por la frase musical. Aunque quizá las obras más conocidas de esta expresión artística sean las de Franz Liszt (‘Lenore’, ‘El monje afligido’, ‘El amor del poeta muerto’ y ‘El cantor ciego’) y Richard Strauss (‘El castillo junto al mar’ y ‘Enoch Arden’), otros compositores igualmente afamados como Meldelssohn, Schumann o Grieg, coquetearon con el melodrama.
El llamado grupo de ‘Los seis’, integrado por Georges Auric, Louis Durey, Arthur Honneger, Darius Milhaud, Francis Poulenc y Germaine Tailleferre, supuso un soplo de renovación en las vanguardias europeas de principios del siglo XX. Apoyados por la veteranía del singular Erik Satie y guiados por la estética del polifacético Jean Cocteau, este heterogéneo grupo anhelaba trascender el canon impresionista imperante en la Francia que siguió a la Primera Guerra Mundial.
De ellos, dos miembros sobresalientes, Francis Poulenc (1899-1963) y Darius Milhaud (1892-1974), serían los artífices de sendas obras excepcionales que, sin tener a priori visos de ser interpretadas por un narrador y un pianista, acabarían encumbradas en esta peculiar clasificación: ‘Historia de Babar, el elefantito’ y ‘Álbum de Madame Bovary’.
Pocos ejemplos son tan reconocidos en la categoría musical de clásicos infantiles programáticos como el de ‘Historia de Babar, el elefantito’, de Francis Poulenc. En 1940 Sophie, la joven sobrina del compositor, aburrida de escuchar la música de su tío, colocó sobre el atril del piano el entonces muy popular cuento ilustrado de Jean de Brunhoff, forzando a este a acompañarlo con sus improvisaciones. Años más tarde, el autor revisaría los apuntes tomados en aquella ocasión para convertirlos, añadiendo un narrador, en esta magistral obra, que destaca especialmente por la variedad (de tiempos, géneros, formas e imágenes sonoras evocativas) y la fusión de música y texto en una combinación orgánica de primer orden.
Poulenc consigue que el oyente llore y sonría, viva la nostalgia y el júbilo, sienta la injusta crueldad y la más profunda ternura en un caleidoscopio emocional sin parangón. El periplo de Babar es el viaje del héroe puesto al alcance de los niños, como ya hicieran los hermanos Grimm, Antoine de Saint-Exupéry o Charles Perrault. Por otra parte, es llamativo que Brunhoff no quisiera banalizar el contenido de su relato: la vida contiene lo que nos agrada y lo que no; la muerte y el dolor no es algo de lo que podamos escapar.
El ‘Álbum de Madame Bovary’ de Darius Milhaud es uno de esos milagros gestados cuando los ejes de la literatura, el cine y la música se alinean. Disertando sobre la protagonista de la mítica novela escrita por Gustave Flaubert en 1857, decía Mario Vargas Llosa que «el drama de Emma es el abismo entre ilusión y realidad, la distancia entre deseo y cumplimiento».
El escritor galo había contextualizado una crítica a la burguesía, dentro del movimiento literario realista, narrando las andanzas de una mujer cuya infidelidad venía retroalimentada por sus ávidas lecturas. Flaubert hablaba del lastre del pasado, el adulterio, la insatisfacción personal, la discriminación y el inconformismo a una sociedad que todavia no había aprendido a verse en el espejo de esta cumbre de la alta cultura.
No sería hasta 1933 que el controvertido director lean Renoir, hijo del pintor Pierre-Auguste Renoir, resolviera llevar el libro al lenguaje audiovisual en una época donde el cine sonoro irrumpía con fuerza. Encargaría entonces a Milhaud una partitura orquestal, para algunos muy superior al fruto del producto cinematográfico definitivo, que ilustraría el drama literario. Posteriormente, el compositor francés eligió los temas principales de la banda sonora para dar a luz la transcripción para piano del Álbum de Madame Bovary. Por último, la actriz y esposa de Milhaud, Madeleine, se ocuparía tiempo después de realizar una selección de citas de la novela que, leídas antes de la interpretación de cada pieza con el velo melodramático descrito, ayudarían a contextualizar la música incidental original.
En torno a esta obra tres manifestaciones artísticas revelan su individualidad menos en el resultado final que en la propia representación de su verdad colectiva. Por un lado, la música de Babar, medida al milímetro sin evidenciar sus costuras, retrotrae a la infancia a los mayores, y divierte e inicia a los niños en su porvenir vital. Por otro, la de Madame Bovary acusa casi sin dilación a lo que supone el idealismo, la autocomplacencia y el sentimentalismo en el universo adulto, en un tránsito auditivo directo y desolador. Poulenc se desenvuelve enérgicamente desde el magisterio de su instrumento, nublando los ojos de quien escucha con colores y formas. Milhaud sacrifica el pianismo exhibicionista por la melancolía y la dramaturgia literaria en un alarde de sincero respeto al séptimo arte.
Ficha técnica:
Piano: Pedro Piquero
Narración: Alberto Amarilla
Productor: Jose Miguel Martínez
Sello: Nîbius
Trailer realizado por Patricia Muñoz
Fotos: Moi Fernández Acosta, Patricia Muñoz y José María Flores
