José Ignacio Martínez y Oto Marabel lideran el proyecto de micromecenazgo ‘Niñas sin nombre’

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El periodista y el fotógrafo extremeños quieren dar visibilidad a las niñas huérfanas de Sierra Leona, empujadas a la prostitución por la situación de exclusión social en la que viven.

Es un principio elemental del periodismo contar historias, hacerlas cercanas al gran público, para traernos otras visiones de la realidad que nos rodea, u otras realidades, a veces, muchas veces, muy poco gratas. Cualquiera de los soportes, bien empleado, tiene fuerza por sí mismo, pero cuando se trata de la imagen se establece una conexión emocional entre retratado y espectador. El fotógrafo es solo un plasmador de realidad, o mejor dicho, un contador de historias que adquieren la fuerza de la empatía.

Y fuerza, mucha fuerza y mucha verdad tienen las imágenes y las historias que relatan en imágenes y texto dos periodistas extremeños, José Ignacio Martínez y Oto Marabel, creadores e impulsores del proyecto www.niñassinnombre.org Esta iniciativa pretende llamar la atención y ayudar a remediar la situación de gravísima marginación a que se ven sometidas muchas niñas en este país africano, empujadas a la prostitución a una corta edad, y excluidas de la sociedad.

Oto Marabel, reportero gráfico que trabajó en reportajes en Sierra Leona, tuvo conocimiento  de la existencia de estas niñas: «El contacto con estas niñas huérfanas en situación de prostitución me hizo ver que tenía que dar un paso más en mi trabajo como foto periodista y conseguir, más allá de los reportajes que hemos hecho para distintos medios contando su historia y dándoles visibilidad social, editar un libro sacando la belleza que yo veía en ellas, una belleza oculta por el terrible entorno en el que viven con mucha sordidez. Se trata de ponerlas en el mapa, de explicar al mundo que son niñas, niñas que quieren ser escuchadas, que tienen una vida y una historia que contar y que merece ser contada».

José Ignacio Martínez se manifiesta en el mismo sentido: «Sierra Leona tiene, según www.savethechildren.org más de 310.000 niños huérfanos, el 5% de su población total. A estos niños sólo les queda trabajar, pero las niñas no pueden hacerlo. Las echan de todos sitios. Su única salida es la prostitución. Son niñas de entre 13 y 16 años. Nosotros, en Sierra Leona notamos que cuando una ONG ofrecía ayuda a niños las niñas nunca acudían. Y es que el machismo está muy asentado, al menos en África occidental. A nosotros nos cautivó la historia de estas niñas tras dos días hablando con ellas, y decidimos abordar un proyecto más ambicioso, acorde a su valentía, su entereza, su belleza, sus ganas de vivir, de ser médicos, abogadas, enfermeras, ayudar a sus amigas, etc. Por eso decidimos lanzar este proyecto de micromecenazgo».

De todas las historias que conocisteis en Sierra Leona, ¿Alguna en particular os llamó la atención?
Oto: Alguna no, muchas. Sierra Leona es un país muy cruel con los niños. Una historia sí me llamó la atención. La de una de las niñas con la que hablamos. Se trata de una niña que por la noche se prostituía y por la mañana iba a estudiar. Vestibes, que es su nombre, tiene 15 años. Quedó huérfana, y lucha por salir de la prostitución, aún con problemas como los ocasionados por contar a una compañera del colegio a qué se dedicaba por las noches. A partir de ahí llegaron los episodios de acoso escolar, el malestar en el colegio, etc. Es una historia de superación increíble. Consiguió cambiar de colegio y la ayuda necesaria para seguir adelante. Es un ejemplo perfecto de la fuerza y la entereza de estas niñas, que se nos contagia a nosotros.
José Ignacio: Hay otra niña, Emma Cámara, de 13 años, que llevaba desde los 8 viviendo en la calle. No entendía muy bien qué era prostituirse. Hacía lo que hacía y le daban dinero, y punto. Esta niña ya ha dejado la prostitución. Ahora está aprendiendo zapatería en un taller. En cuanto vio la oportunidad dejó la calle. Desde que los trabajadores sociales la encontraron pasó un día hasta que se presentó en la misión salesiana. Es una niña muy guapa y sonriente, pero muy madura para la edad que tiene, por lo que le ha tocado vivir.

¿Creéis que en nuestro país hay conciencia del drama que se vive en Sierra Leona?
Oto: Creemos que sí, al menos en Badajoz. Aquí tenemos la suerte de que existe la Fundación Atabal, una asociación que nos abrió las puertas y nos ayudó mucho. España es un país muy solidario, muy abierto a ayudar. Estamos encontrando mucha receptividad para el proyecto, y ganas de ayudar.
José Ignacio: Sí hay conciencia, se conocen las situaciones. Pero hay que ir allí y contarlo. No es lo mismo leer un informe que hablar con las menores que lo sufren, y saber reflejarlo con fotos y testimonios. Pero para este tema un reportaje se nos hacía muy corto, muy poco. Es verdad que en España somos muy solidarios. De hecho, en Sierra Leona las oeneges españolas son siempre las mejor valoradas, porque hacen un trabajo buenísimo. Por eso abrimos este micromecenazgo, por ir más allá del reportaje y contar la historia con sus testimonios con la máxima calidad. Pero este proyecto de libro saldrá adelante solo si el público quiere que se la cuenten así, Y la calidad tiene un coste más grande. Allí, con las niñas, montamos un estudio fotográfico profesional. Lo montamos donde viven las niñas, en lo peor de lo peor, para que ellas se sintieran como lo que son, unas niñas muy guapas y valientes. Se sintieron tratadas como princesas, -agrega Oto- cuando muchas de ellas nunca se habían visto en fotografía. Estaban encantadas, en primer lugar de poder contar su historia. Aunque existe precaución al acercarse a ellas y abordar el tema, de repente todo se vuelve sencillo, porque son ellas las que te lo cuentan, con una naturalidad increíble. Se nota que les gusta contarlo, porque no están acostumbradas a pensar que lo que les ocurre a ellas sea importante para nadie. Y menos que dos hombres –y blancos- se acerquen a ellas con el simple propósito de escucharlas, hablar con ellas y acompañarlas un rato, dedicándoles un gesto de cariño y escuchándolas sin juzgarlas.

¿Qué actuaciones de concienciación estáis realizando?
Oto: Nosotros, tras ver lo que hay allí, estamos haciendo lo que mejor sabemos hacer, que es periodismo. Llegamos allí con un proyecto y presupuesto para una semana. Pero entendimos que en ese plazo solo habíamos visto la punta del iceberg, con lo cual invertimos toda la ganancia en quedarnos tres semanas. Y de esas tres semanas salieron diez reportajes, para El Periódico de Extremadura, El País y otros medios. Tocamos todos los temas. Solo queremos contar aquello de la mejor forma posible. Allí están los cooperantes, pero hacen falta periodistas y fotógrafos que cuenten aquella realidad. Y lo muestren con la dignidad y el esfuerzo que merecen. Y eso requiere que, por ejemplo, nos llevemos un estudio profesional de fotografía y dediquemos nuestra vida a ello, cueste lo que cueste.

Entonces ahora, ¿cómo os puede ayudar la sociedad?
José Ignacio: Hemos abierto el mencionado proyecto de micromecenazgo, cuya información está en la página www.niñassinnombre.org Allí se pueden ver algunas de las fotografías que hemos realizado. La web que hemos elegido para hacer el micromecenazgo es la mejor del mundo para estos proyectos. Es la más utilizada y segura. Ha levantado muchos proyectos ganadores de premios. Si el proyecto no finaliza con éxito se devuelve el dinero. Por si alguien está interesado en colaborar, puede hacerlo mediante varias opciones y optar por la tarjeta de crédito o el ingreso directo en cuenta. Los datos registrados en la página servirán para los envíos de los libros. El libro que pretendemos editar saldrá en Inglés y Castellano, puesto que tenemos mucha demanda de fuera de España. Queremos que tenga la máxima difusión.
Cuando hablábamos con las niñas, por aquello de la protección del menor y más aun cuando se trata de huérfanas, les ofrecimos no sacar ni sus caras ni sus nombres reales en los reportajes. Pero ellas pidieron aparecer con su imagen descubierta y sus nombres. Quieren que se les vea, que su historia llegue a todos. Una historia con cara y nombre llega más al lector.

Sierra Leona es ahora punta de lanza de la entrada de China en África ¿Esto tiene alguna repercusión con respecto a los derechos sociales, y más en lo referido a las niñas?
José Ignacio: Tiene repercusión, pero mala. China está entrando en varios países de la zona, como Mali, Liberia, en África occidental, etc. Sierra Leona depende mucho de sus minas, que se cerraron después de la última guerra en este país, reabrieron y se volvieron a cerrar por un brote de cólera y el posterior de ébola, que mató a 2.000 personas en 2014. Tras esto el país quedó sin socios comerciales europeos y estadounidenses, lo cual aprovechó China, que solo en 2016 incrementó su presencia en este país mediante exportaciones en un 45%, según su consejero económico. China tiene poca conciencia de derechos humanos, seamos claros. Los chinos que trabajan en Sierra Leona son presos criminales penados con hasta 30 años en China que redimen condena trabajando en África durante cinco años, aun a riesgo de morir por enfermedades como la malaria. Hacen con las niñas lo que quieren. El gobierno sierraleones no deja ‘tocar’ a los chinos. Ha habido menos problemas para procesar por violación a ministros del Gobierno que a trabajadores chinos. Los chinos pretenden seguir aumentando su presencia comercial en África, en un ejemplo de colonialismo comercial. Además, se ganan el apoyo de la población construyendo infraestructuras y edificios dotacionales, como hospitales y estadios. Pero en los barrios donde viven las niñas, en la zona portuaria, la cara más visible de los chinos son las mafias, a las que las niñas temen porque se las llevan a los barcos donde viven y abusan de ellas rebasando todos los límites; están a su disposición, y no tienen con ellas ninguna consideración.

El Gobierno del país aprobó en 2011 la ‘Sexual act’ o Ley de actos sexuales, que castiga con penas durísimas a los clientes de prostitución infantil. En Sierra Leona una condena de 15 años de cárcel es la muerte segura, por la dureza de las prisiones. Pero estas niñas son invisibles para las autoridades. Sufren violaciones hasta de las propias autoridades, de la policía cuando van a denunciar violaciones. Les roban el dinero que ganan si no acceden a tener sexo. Están expuestas a todo tipo de contagios, pues sus ‘clientes’ se niegan a que usen preservativos… La ley es muy favorable pero no se cumple, ni por jueces, ni por abogados ni por nadie. Conocemos el caso de una de las niñas, agredida por un ‘cliente’, que acudió a Don Bosco, la misión salesiana con graves lesiones. Jorge Crisafulli, misionero argentino salesiano, la llevó a un hospital, y la respuesta que recibió del médico fue que «cómo gastaba el dinero en esa niña, si esa niña era un despojo. Para qué gastar dinero en ella habiendo otra gente que lo necesita». Esta es la respuesta que da un médico, lo que indica el nivel de degradación social que padecen las niñas. Esa invisibilidad social nos protege. Les importan tan poco las niñas que a nadie le importa quien hable con ellas. De hecho, la primera noche que fuimos a hablar con ellas fueron las mismas niñas quienes nos protegieron para salir del callejón donde viven.

Y es que a la hora de la verdad, solo Misiones Salesianas trabaja en Freetown, la capital, por sacarlas de la calle, atenderlas y dar la cara por ellas. Hay oeneges que les dan preservativos, que les dan comida, pero su gran problema es que ni ellas mismas sienten que sean algo para la sociedad, que tengan derecho a denunciar su situación ni ningún derecho. Necesitan visibilidad, son solo niñas que pasan una mala etapa.

La pagina para apoyar esta iniciativa, de gran calidad humana y artística, es www.niñassinnombre.org
Merece la pena un pequeño esfuerzo. De verdad.
https://atabalfundacion.wordpress.com/

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