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Miguel Celdrán. Grada 153. Juan Zamoro

Miguel Celdrán. Grada 153. Juan Zamoro
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Permítanme ejercer de pacense. Pudiera parecer rebuscado traer el nombre de nuestro recién fallecido alcalde a una columna sobre tecnología. No visité mucho el despacho de Celdrán, dos o tres veces a lo sumo, pero recuerdo que en cada ocasión me impactó el mobiliario decimonónico y la orfandad informática; apenas puedo mencionar la presencia de una voluminosa máquina de escribir en un carrito apartado. Así que imaginen la expresión del regidor cuando, en otoño de 2002, nos plantamos allí para contarle que, desde Pulso, queríamos regalar al Ayuntamiento una plataforma ciudadana ‘ProAVE’; una web que recogiera noticias y comentarios de apoyo para favorecer la llegada del AVE a la ciudad. Esbozó media sonrisa con aquella expresión de ‘contádmelo despacito, a ver si me convencéis’. No debimos hacerlo demasiado mal, porque aceptó el regalo, nos puso en manos de Germán López Iglesias y se comprometió a presentar la plataforma en la edición de Fehispor de aquel año.

Logotipo de la iniciativa
Logotipo de la iniciativa

El día de la presentación Celdrán llegó puntual; la ventaja de ser alcalde es que ciertos actos comienzan justo cuando llegas. Antes de sentarse frente a los periodistas nos hizo algunas preguntas básicas: ¿Cómo se llama la web? ¿Cómo se accede? ¿Qué se puede hacer en ella? Poco más. Con aquellos tres apuntes hilvanó un discurso más que apañado sobre la importancia de usar la tecnología para reclamar otra tecnología, la de un transporte a la altura de los tiempos, tan necesario para la ciudad y el resto de la región. Cuando acabó, nos dijo algo así como “Poco va a influir esto en la llegada del tren, pero aquí somos de hacer mucho con muchos pocos”.

A la vista está que ni la plataforma, ni el alcalde, ni nadie más, ha tenido éxito en aquel propósito hasta hoy. Ojalá falten ya muy pocos ‘pocos’. Años más tarde, en 2009, Celdrán afirmó, resignado, que el AVE no estaría “ni en 2016”, y 19 años después de aquella inocente donación a la ciudad se hace evidente la enorme cantidad de años que la alta velocidad lleva esquivando nuestro territorio. Toca seguir reclamando. A ver si don Miguel nos echa un capote desde las alturas.

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