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La importancia de implicarse en la educación de los hijos. Grada 160. Isabel Borrego

La importancia de implicarse en la educación de los hijos. Grada 160. Isabel Borrego
Foto: Unsplash. Adam Winger
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La familia debe implicarse siempre en la educación de hijos e hijas, conociendo al profesorado y las necesidades personales de cada menor.

Es importante que según la edad de tu hijo o hija supervises más o menos las obligaciones escolares y sus responsabilidades diarias. Deben ir acordes a las características personales e intelectuales de cada menor.

Hay madres y padres que se vuelcan en exceso y no tienen vida, todas sus expectativas de vida las ponen en sus hijos e hijas, haciendo que a la larga sientan los menores una gran carga personal y emocional a sus espaldas que no les corresponde, e incluso en ocasiones se genera una relación tóxica o desadaptativa entre progenitores y menores.

Otros padres y madres, por el contrario, dan demasiada libertad a sus hijos e hijas y confían en exceso, lo cual genera muchos problemas a nivel escolar de los adolescentes y jóvenes.

Si el menor es muy responsable quizás no dará problemas a nivel de rendimiento escolar, pero si no lo es traerá, aparte de un mal rendimiento escolar, muchos problemas asociados, así como emociones negativas, como tristeza, complejo de inferioridad, frustración… que como consecuencia le generarán problemas de inseguridad, aparte de otros problemas asociados.

En la adolescencia normalmente está la personalidad en proceso de cambio, y sin unas directrices bien marcadas el menor puede desarrollar un sentimiento de vacío, de abandono y de estar atrapado, sin saber que hacer o cómo actuar ante diferentes situaciones en su vida (académicas, personales o sociales).

Como progenitores debéis implicaros en la educación y en la vida de vuestro hijo o hija, pero acorde a su edad, adaptativo al curso académico en el que este.

Debes conocer a tu hijo o hija, y para eso debes dedicarle tiempo, interactuar con el o ella, preocuparte por sus cosas y, lo más importante, que vea que no solo escuchas sino que le das su espacio y entiendes su postura.

Te debe ver como un referente; debemos ser ejemplos de vida, por eso debes organizarte adecuadamente en tus labores profesionales y sociales. Que te vea como un referente.
Habla habitualmente con su referente educativo, presencial o telemáticamente; preocúpate de cómo va y, si observas que está triste o muestra alguna emoción desadaptada, ponte en contacto con el centro educativo para identificar qué le sucede si tu hijo o hija no dice nada.

Lo ideal es que creéis un clima familiar de confianza y ante cualquier problema, no solo escolar sino también personal, os lo cuente para poder ayudarle lo antes posible.

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