La onomástica indígena extraída de las inscripciones de época romana nos regala otro de esos nombres ancestrales que se extendió por las tierras de la antigua provincia de Lusitania. Se trata de Pisiro, que tiene también su versión femenina, Pisira, y que cuenta con cerca de una veintena de testimonio epigráficos en forma de estelas funerarias o dedicatorias a divinidades del panteón local.
El nombre parece ser exclusivamente lusitano, pues se documenta en inscripciones repartidas por las provincias de Cáceres y Salamanca y los distritos portugueses de Castelo Branco, Portalegre y Coímbra. Las excepciones que confirman la regla son dos casos: uno procedente del territorio de los Galaicos y otro entre los Turdetanos, ambos en las cercanías de su núcleo originario de Lusitania.
En la provincia de Cáceres el antropónimo se repite en al menos seis testimonios. Dos de ellos en la zona de la antigua Turgalium (Trujillo), concretamente en las localidades de Campo Lugar y Villamesías, localidad esta última que cuenta con dos casos. Uno más procede de Plasencia, incluida en territorio de la romana Capera. A estos hay que añadir el ejemplar hallado en el casco urbano de Coria, la antigua Caurium, y el procedente de la localidad de Tejeda de Tiétar, en el área de influencia de la ciudad romana de Augustóbriga, hoy bajo las aguas del pantano de Valdecañas, en el término de Bohonal de Ibor.
La inscripción que sirve de ejemplo a este antiguo antropónimo, y cuya fotografía acompaña al texto, es la mejor muestra de la importancia que estos documentos en piedra tienen para el conocimiento de los ambientes onomásticos de la Hispania romana y, sobre todo, para los nombres del sustrato indígena que se perdieron tras la cristianización acontecida en las postrimerías del Imperio y en los subsiguientes periodos históricos.
El epígrafe, fechable en el siglo II d.C., presenta un especial interés por su riqueza onomástica, pues se documentan hasta siete antropónimos distintos, todos ellos indígenas. En él se conmemora a un varón de nombre romano, Lucio, por parte de sus hijos Camalo, Pinara y Apana; su mujer Pisira, hija de Boutio; y su madre Cabura, hija de Caeno.
Todos estos nombres son muy comunes en la epigrafía lusitana, pues se repiten en multitud de inscripciones repartidas por las tierras españolas y portuguesas que integraban la antigua provincia romana del mismo nombre.

El festival también incluye un amplio programa de actividades paralelas durante el mes de noviembre, como el programa ‘Cine y escuela’ en el Centro Cultural Alcazaba, con proyecciones para escolares; el taller práctico ‘Diseñar para la cámara’, impartido por el director de arte Damián Galán Álvarez, los días 8 y 9 en la Sala Trajano; un concierto el 16 de la Banda de Música de Mérida en el Centro Cultural Alcazaba; o la exposición de los 20 carteles oficiales del festival del 17 al 30 de noviembre en el mismo espacio.