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Metaverso y educación. Grada 171. Ramón Palacios

Metaverso y educación. Grada 171. Ramón Palacios
Foto: Pixabay. Riki32
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El metaverso es un concepto que, aunque parezca nuevo, lleva forjándose desde 1992, de la mano del escritor estadounidense Neal Stephenson, en su novela ‘Snow Crash’, donde relata un espacio virtual colectivo que convergente con la realidad sin serlo del todo.

Por decirlo de otra manera, el metaverso es un mundo virtual, en el que nos conectamos utilizando una serie de dispositivos que nos harán tener la ilusión que realmente estamos dentro de él, interactuando con todos sus elementos a través de distintos dispositivos como gafas de realidad virtual, sensores y otros complementos que nos permitirán interactuar con él.

En este sentido, tiene grandes posibilidades en el campo de la educación, y se abren nuevas puertas a conseguir una enseñanza más abierta e inclusiva, y sobre todo muy diferente de la tradicional.

La nueva generación de cascos de realidad virtual es el portal al metaverso. Las pantallas de realidad virtual envuelven los sentidos y ofrecen una sensación inigualable de presencia irreal. Se podrán originar situaciones y planteamientos a problemas ‘abstractos’ que serán más sencillos de explicar, pues nos podremos introducir literalmente en el corazón del problema y verlo desde dentro. Los alumnos podrán moverse libremente a través de escenarios 3D e interactuar con el mundo que les rodea con sus manos, como en la vida real. La tecnología de realidad virtual es lo suficientemente potente y asequible como para abordar las brechas de igualdad de oportunidades.

La realidad virtual involucra el sistema motor del cerebro y desarrolla la memoria muscular. Al igual que un simulador de vuelo prepara a los pilotos para aterrizajes de emergencia, la realidad virtual puede entrenar cualquier cosa, desde habilidades agrícolas hasta la extinción de incendios.

Las habilidades que juegan con las fortalezas únicas del metaverso incluyen entrenamiento espacial, como involucrar las manos y el cuerpo para tareas que son demasiado peligrosas, costosas, inconvenientes o simplemente imposibles de practicar en la vida real. Otros ejemplos incluyen escenarios de simulación para operaciones rutinarias y anormales, respuesta de emergencia, situaciones laborales estresantes y procedimientos críticos, todo en un entorno seguro y controlado para evitar situaciones estresantes y fuera de control.

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