Elene Akhvlediani fue una pintora, artista gráfica y decoradora teatral georgiana del siglo XX, famosa por sus representaciones de ciudades georgianas, por sus ilustraciones y por diseñar obras de teatro, aunque sobre todo ha pasado a la historia del arte georgiano como una maestra del paisaje de género y lírico.
Ella, al igual que otros artistas de su generación, se inició en la pintura en las primeras décadas del siglo XX. En su legado artístico destacan especialmente las vistas de Tiflis, la ciudad en la que había vivido durante muchos años y a la que amaba como propia. El estudio de la artista, en una de las sinuosas calles de la capital, era un centro cultural, el lugar donde a menudo se reunían artistas, actores, músicos, poetas y sus numerosos amigos.
Durante su trabajo de varias décadas realizó diseños de escenario y vestuario para más de 70 obras y colaboró con diferentes directores de escena. Desde mitad de los años 30 y luego en los 50 hizo una gran cantidad de dibujos para libros. Ilustró obras de clásicos extranjeros y escritores georgianos, principalmente para niños y jóvenes.
El rico colorido de Elene Akhvlediani tiene su propio carácter y sus propias fuentes, que se encuentran en las peculiaridades de su trabajo creativo, donde el espacio se trata como un escenario con diversidad de construcciones espaciales enfatizando la profundidad.
En los años 60 y 70 la artista viaja mucho por Georgia con un grupo de pintores. Las obras que creó a raíz de estos viajes muestran pequeños pueblos y aldeas de montaña, monumentos arquitectónicos y paisajes de espléndida armonía. Con especial placer la artista encuentra detalles pintorescos de la vida de las viejas calles y casas prensadas por los nuevos edificios. De vez en cuando, como reconstruyendo el pasado reciente de su ciudad natal, retrata una hilera de alfombras o un viejo ‘dukhan’ (una posada caucásica). Pero, detrás de los divertidos detalles de la vida extrovertida, observados con tan sutil humor, se puede sentir una insoportable nostalgia por la ciudad de su juventud convertida en algo del pasado.
Sin dejar la pintura, Elene Akhvlediani, en la última década de su vida, estuvo prestando cada vez más atención al dibujo. De especial interés es la técnica de sus obras gráficas de esa época. En una hoja utiliza simultáneamente lápiz de mina, acuarelas o gouache, que remata con pastel, crayón o cera, tinta china o rotulador. Cada uno de estos materiales tiene su estructura, su calidad única y, muchas veces, su color está estrictamente definido; pero cuando se aplican sobre papel blanco o de color tienen una calidad diferente. Experimentando con materiales, superponiéndolos y combinando en una sola obra la transparencia de la acuarela, la calidad plateada del lápiz y la calidad aterciopelada del pastel logró complicados efectos pictóricos y estructurales. Y es que la artista siempre se esforzó por encontrar su propio camino en el arte.

El festival también incluye un amplio programa de actividades paralelas durante el mes de noviembre, como el programa ‘Cine y escuela’ en el Centro Cultural Alcazaba, con proyecciones para escolares; el taller práctico ‘Diseñar para la cámara’, impartido por el director de arte Damián Galán Álvarez, los días 8 y 9 en la Sala Trajano; un concierto el 16 de la Banda de Música de Mérida en el Centro Cultural Alcazaba; o la exposición de los 20 carteles oficiales del festival del 17 al 30 de noviembre en el mismo espacio.