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Una farmacia, una escuela de vida

Una farmacia, una escuela de vida
Consuelo Gonzálvez. Foto: Cedida
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Anuncia Maján

Acudir a una farmacia, una magnífica posibilidad que tenemos en el mundo desarrollado, supone tener a alguien que puede atenderte, aconsejarte y al menos escucharte.

Una farmacia es también una escuela de formación para atender al público y aprender a desenvolverse en un entorno laboral, algo que Juan José Hernández y Consuelo Gonzálvez de Miranda conocen bien.

Juan José Hernández es farmacéutico, óptico y especialista en ortopedia. En su familia encarna la sexta generación de farmacéuticos; “algo debo llevar en la sangre”, sentencia. “Actualmente, compatibilizo la titularidad de una farmacia en Cáceres con el cargo de presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cáceres, por lo que tengo poco tiempo para el aburrimiento”, añade.

Por su parte, Consuelo Gonzálvez tiene 41 años, ha nacido en Cáceres y tiene síndrome de Down. “Soy tranquila, alegre y me gusta realizar tareas en mi trabajo”, se define.

Juan José se decidió a contratar a una persona con síndrome de Down: “Durante mi trayectoria profesional he conocido algún caso de integración laboral de personas con discapacidad, y hace un tiempo tuve la ocasión de conversar con un compañero de Oviedo que había incorporado a la plantilla de su farmacia a una persona con síndrome de Down, lo que me animó a hablar con la asociación de Cáceres para preguntar por la posibilidad de contratar a alguien de la ciudad que cumpliera el perfil que buscábamos”.

Al ser seleccionada, Consuelo se sintió muy bien, útil y con ganas de trabajar. Se ha integrado perfectamente en el trabajo. “Para una correcta integración estuvimos hablando con personal de la asociación sobre las tareas que queríamos cubrir en el puesto de trabajo, de manera que pudieran encontrar a la persona adecuada”, cuenta Juan José.

“Una vez seleccionada, Consuelo empezó su formación, acompañada durante las primeras semanas por una preparadora laboral, para que el proceso fuera más fácil, estableciendo junto al resto del equipo las ayudas y los apoyos necesarios para este proceso de integración”, explica.

Una farmacia, una escuela de vida
Consuelo Gonzálvez y Juan José Hernández. Foto: Cedida

Por su parte, Consuelo nos cuenta en qué consiste su cometido: “Algunas de mis tareas son reponer el material necesario en los mostradores, reponer cajones, colocar y reponer lineales, colocar los medicamentos en el robot y acompañar en la dispensación”.

El principal cambio que Juan José ha observado en Consuelo es que, desde que empezó a trabajar, al ser muy disciplinada y metódica, ha dominado en poco tiempo las tareas que tenía encomendadas, demandando trabajo adicional; además, cuando ha cogido confianza, se ha vuelto cada vez más extrovertida, ganándose el cariño de los compañeros. Consuelo agrega que se siente bien ayudando a los compañeros porque le gusta aprender cada día cosas nuevas.

Los clientes del establecimiento, una farmacia de barrio donde la mayoría de ellos son pacientes habituales que cada semana van a recoger su medicación o a consultar cuestiones sobre su salud, han acogido a Consuelo como una más, preguntando por ella si en ese momento está realizando labores en la rebotica y no coinciden con ella en la zona de atención al público.

Juan José recomienda a otros empresarios probar su experiencia “sin ninguna duda”. “Además, estoy plenamente convencido de que todo el mundo tiene algo que aportar, y es posible ofrecer trabajo adaptado; cuando tomé la decisión me marqué dos objetivos: que lo que fuese a realizar Consuelo fuera un trabajo efectivo, y que la experiencia fuera positiva para el resto del equipo. Después de casi nueve meses, solo puedo decir que los dos objetivos se cumplen con creces”, remarca.

Y Consuelo también tiene un mensaje para las personas que se puedan estar planteándose contratar a chicos o chicas con síndrome de Down: “Les diría que es una experiencia única para la persona con síndrome de Down y sus compañeros. Para mí es muy importante porque aprendo, me da madurez y un sueldo”.

Pues nosotros animamos a otros empresarios y empresarias a seguir el ejemplo. Porque, además de crear empleo, supone una oportunidad muy importante de ayudar a impulsar una sociedad más justa, en la que todas las personas pueden demostrar su valía.

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