Saimdang nace en 1504 en el seno de su familia materna, como segunda de cinco hermanas. Su nombre durante la infancia fue Inseon, y fue muy querida por su buena presencia y sus muchos talentos; especialmente, el abuelo materno profesó un afecto particular hacia la niña y la educó como si fuera un varón. Al crecer en esa atmósfera recibió una educación que no era común para las mujeres de esa época. Además de la literatura y la poesía, cultivó la caligrafía, el bordado y la pintura.
Desde pequeña era una niña muy sensible e inteligente. Pasaba el día entre libros y le encantaba escribir poemas con pluma. A los 7 años empezó a dibujar sin ningún aprendizaje formal. Patrocinada por su abuela, la pequeña se aventuró a dibujar libremente insectos, plantas, flores y frutas que veía por doquier en el jardín de sus abuelos.
Además de las artes plásticas, Shin era versada en los escritos de Confucio y en otras escrituras clásicas, destacando en la composición poética. Por sus expresiones estéticas a través de diversos medios, Shin fue reconocida como una artista femenina representativa de la época, y su profundidad artística ganó mayor valor simbólico tras su matrimonio.
Fue capaz de cultivar su talento a pesar de la rígida sociedad confuciana de la época, gracias a un hogar poco convencional y a un marido cómplice. Por su talento su figura alcanzó tal peso histórico que en 2009 fue elegida para aparecer en los billetes de 50.000 wones, convirtiéndose en la primera mujer en aparecer en un billete coreano.
La pintura de Shin Saimdang exhibe refinamiento y expresión femenina. Sus obras son pinturas con pinceladas finas y colores vivos claros, sencillas pero líricas, humildes pero refinadas.
Se ganó su propio honor como mujer confuciana y artista independiente y perspicaz. Sus dibujos destacan por el lujo de detalles y la vitalidad que cobran sus objetos. En particular, su obra ‘Hierba e insectos’ expresa pequeños organismos como saltamontes, mariposas y flores. Hay más belleza porque no era indiferente a los organismos del mundo y los dibujaba con cuidado.
Tras su muerte, con 48 años, Shin Saimdang ganó mayor fama por sus muchas virtudes y recibió la admiración de las generaciones posteriores. Ahora, en el siglo XXI, cuando la participación de la mujer en la sociedad es cada vez mayor y más variada, impulsada por los pensamientos de igualdad entre los sexos, la figura de Shin Saimdang resurge con renovada importancia, estableciéndose como el prototipo más apreciado de los múltiples papeles de la mujer coreana a través de los tiempos.