Parece que España se enfrenta a un nuevo reto económico serio: volver a apretarse el cinturón. Y no es solo una frase hecha. Varios expertos, como la Autoridad Fiscal (AIReF) o el Banco Central Europeo, ya están avisando: si no cambiamos el rumbo, el país tendrá que hacer recortes importantes en los próximos años.
¿Por qué? Pues hay varias razones. La población está envejeciendo, lo que dispara el gasto en pensiones y sanidad. A eso se le suma una deuda pública altísima y el aumento del gasto militar. Según los cálculos, entre 2025 y 2040 hará falta un recorte o ajuste equivalente a 75.000 millones de euros. Casi nada.
Pero, ojo, esto no significa que se vayan a hacer recortes drásticos de golpe. Lo que se plantea es que el gasto crezca más lento de lo habitual: en vez de subir un 4% al año, que lo haga solo un 3%. Parece poco, pero esa diferencia acumulada año tras año se nota. Mucho.
Desde el punto de vista contable y financiero, esto supone varios cambios:
- Presupuestos más realistas y a largo plazo. Ya no vale tirar de previsiones optimistas. Las administraciones tendrán que hacer cuentas con los pies en la tierra y pensar a varios años vista
- Más control del gasto. No basta con planear, hay que vigilar de cerca cómo se gasta cada euro. Los sistemas de control interno y las auditorías se van a volver todavía más importantes
- Contabilidad más clara y transparente. Habrá que reflejar bien las obligaciones futuras, como las pensiones o los contratos de defensa. Y todo siguiendo estándares internacionales
- Auditorías con lupa. Gasto en salud, pensiones, defensa… todo pasará por un examen más riguroso para asegurarse de que se gasta bien y se evita el despilfarro
- Buscar nuevas formas de financiarse. Con los tipos de interés bajando un poco, ahora es un buen momento para refinanciar deuda y buscar fuentes alternativas, como los fondos europeos. Pero también toca cuidar los riesgos fiscales y prepararse para lo que pueda venir
En resumen: no es el fin del mundo, pero sí un aviso serio. España tiene que cambiar su forma de gestionar el dinero público. Si se hace bien, podremos seguir garantizando servicios sin volver a los recortes brutales del pasado. Pero, para eso, hay que hacer las cuentas con cabeza… y con tiempo.