No tengo dudas de que los turistas que han veraneado en la preciosa y elegante localidad portuguesa de Estoril, a poco más de 20 kilómetros de Lisboa, se acercaron algún día, durante su estancia, a su conocido casino, uno de los más afamados y grandes de Europa.
Estoril, salpicado en algunos de sus rincones por lujosas villas, alberga una historia y una vitola como lugar de descanso de la realeza y la aristocracia europea (amén de nido de espías durante la II Guerra Mundial) desde el pasado siglo, siendo tanto su casino (inaugurado en 1931) como el celebérrimo Hotel Palácio, dos de sus incuestionables argumentos; ambos, inspiración y escenario de algunas escenas de las películas del célebre agente británico 007.
La ciudad es, sin duda, uno de los símbolos de la llamada ‘Riviera portuguesa’. Seguro que coincidirán conmigo en que este casino no solo es un reclamo de juego y apuestas. Es mucho más. Dentro de sus impresionantes instalaciones, situadas al fondo del cuidado y precioso ‘Jardim do Estoril’, descubrimos este edificio, remodelado y ampliado en los años 60 del pasado siglo, que alberga también en su interior una gran galería de arte, salones para todo tipo de eventos, su multifuncional ‘Salào Preto e Prata’ y una más que recomendable oferta gastronómica. Raro es aquel cantante o artista internacional que no haya actuado en este acreditado escenario.
Tres restaurantes, con diferentes tipos de cocina y elaboraciones, ofrecen al comensal una más que variada gama gastronómica digna de ser tenida en consideración. Destaca especialmente, el restaurante chino Mandarim, uno de los más afamados del país en su género, ideal especialmente para aquellos que disfrutan de las bondades y delicias de esta cocina asiática.
Todo un amplísimo abanico, con una carta ciertamente extensa y variada, de posibilidades apta para el más exigente de los comensales, incluidas bebidas chinas. Un escenario perfecto para lograr transformar, por ejemplo, esa cena en un momento inolvidable. Más aún cuando frente a nosotros tenemos una gran fuente con varios surtidores de colores que parecen, por la noche, envolver esa atmósfera culinaria con aires irrepetibles.
Tuve la suerte de comer en Mandarim. Créanme cuando les escribo que es uno de los mejores restaurantes de comida china que conozco. Todo se conjuga y todo parece converger en la idoneidad de situar aquí uno de esos reconocidos fogones.
Así pues, cuando visiten Estoril, cuando disfruten de sus playas, de su sol, de sus historias y de su inabarcable oferta de actividades marítimas, no olviden pensar en el Casino como un espacio único para una gran velada con tintes orientales.