Cristina Reyes acaba de presentar su primer libro, ‘Quiérete sorda’, de carácter autobiográfico, que gira en torno a su decisión de dejar su trabajo como abogada y vender todas sus pertenencias para viajar como mochilera.
Con tan solo una mochila al hombro y su determinación, decidió adentrarse en las comunidades sordas de este planeta, que históricamente han sido ignoradas e incluso perseguidas.
Con hipoacusia bilateral mixta degenerativa, Cristina Reyes comparte la experiencia de vivir en un limbo entre dos mundos: el de los sordos y el de los oyentes. Motivada por la necesidad de explorar su identidad sorda y superar el estigma social, emprendió un viaje épico que duró 16 meses, utilizando el autostop como principal medio de transporte y dando a conocer un universo ignorado por muchos.
En ‘¡Quiérete sorda!’ Cristina Reyes, que también es bloguera en Grada, no solo narra su propia transformación y aceptación personal; también inspira y educa desde una perspectiva única, alentando a los lectores a abrazar sus diferencias y amarse a sí mismos por completo.
El libro ya está disponible en todas las plataformas digitales y en la web de la propia autora, ‘Mochileando sin barreras’, donde se puede adquirir con dedicatoria personalizada.
Defensora de la inclusión y la visibilidad de las personas sordas, Cristina Reyes espera que ‘¡Quiérete sorda!’ inspire a otras personas a aceptar y celebrar su propia identidad. Este libro marca el comienzo de una nueva faceta en la carrera de esta autora multifacética, que mantiene su compromiso de compartir sus experiencias y promover el cambio.
¿Qué te movió a escribir este libro, que podría ser un libro de viajes pero que es, sobre todo, autobiográfico?
Además de un viaje exterior, más allá de nuestras fronteras, ha sido un camino de aceptación interior que he culminado con las últimas líneas de este libro. Necesitaba escribirlo para reafirmarme y para plasmar mi experiencia por si a alguien le pudiera servir.
La segunda razón era darle voz a las comunidades sordas del mundo que siguen habitando nuestro planeta olvidadas, ignoradas e incluso perseguidas, a pesar de su riqueza patrimonial y cultural. Creo que tenemos una deuda con ellas, y su historia merece ser contada.
Y, por último, con esta travesía por el globo en autostop, llena de anécdotas y aventuras, intento hacer partícipe, de una forma amena, a todos aquellos oyentes que ignoran el tratamiento sobre la discapacidad auditiva o la historia de la comunidad sorda, invitándolos a la reflexión.
¿En qué consiste la hipoacusia bilateral mixta degenerativa que te diagnosticaron cuando tenías 3 años?
Me detectaron la pérdida auditiva debido a otitis repetitivas, que al final resultaron ser crónicas. En un principio tenía una pérdida conductiva, en el oído medio, y perforación en los tímpanos, y luego pasó al nervio. Desde mi infancia hasta mi adolescencia me intervinieron quirúrgicamente unas siete veces, que recuerde. Frenaron mis otitis, pero sigo con perforación timpánica y pierdo audición de forma progresiva.
Tu formación en Derecho demuestra que la discapacidad no ha impedido que hayas desarrollado una carrera profesional. ¿Qué te impulsó a dejarla y realizar el viaje que cuentas en el libro?
Terminé la carrera y trabajé como abogada casi una década, pero mi pasión por viajar y la necesidad de recorrer un camino de introspección y reconciliarme con mi identidad sorda me llevó a pedir una excedencia en el trabajo para dar la vuelta al mundo adentrándome en comunidades sordas para conocer su historia y cultura, porque yacen en nuestro planeta como grupo minoritarios culturales.
A nivel antropológico es una comunidad que me fascina y creo que, aun formando parte de mi historia como mujer sorda, estaba privada de ella. Quería conocer las distintas realidades de las personas hipoacúsicas o sordas dependiendo del lugar donde nazcan.
Este viaje duró 16 meses, y luego me incorporé de nuevo a la vida laboral y seguí con el activismo para visibilizar a las personas con discapacidad auditiva y reivindicar más turismo accesible para nosotros.
¿Cuántos países has visitado, y qué diferencias y similitudes has encontrado en la gente con discapacidad auditiva que has ido conociendo?
En este viaje recorrí unos 12 países de muy distinta índole económica, social y cultural, rasgos que influyen mucho a la hora de tratar a las personas con discapacidad en una sociedad.
Como rasgos similares, las personas hipoacúsicas o con sordera que utilizan la lengua oral, como yo, están muy invisibilizadas. Es difícil encontrar una comunidad organizada y con referentes en los que reflejarte. Normalmente es una condición que se vive con ocultación y vergüenza.
Con respecto a la comunidad signante, de personas sordas profundas, hay cierta discriminación, ignorancia y aislamiento social. Pero las oportunidades no son las mismas si naces en India, donde hay un gran estigma hacía las personas sordas, que no pueden heredar bienes familiares o abrir una cuenta bancaria; si naces en Vanuatu, una isla del Pacífico donde ni siquiera existe una lengua de signos oficial; o si naces en Australia o Nueva Zelanda, por ejemplo, donde los gobiernos invierten mucho en accesibilidad acústica, haciéndonos la vida mucha más fácil, y no solo en necesidades sociales básicas, sino también en el ocio y cultura, que no debemos olvidar que también tenemos derecho al disfrute.
¿Qué esperabas conseguir con la publicación del libro?
Visibilizar y conseguir conciencia social. Solo así podremos educar en igualdad. Tenemos una gran responsabilidad con respecto a las generaciones futuras de personas sordas o hipoacúsicas.
Has dedicado gran parte de tu vida a defender la inclusión de las personas sordas y su visibilidad en la sociedad. ¿En qué momento percibes que ese puede ser tu leitmotiv, y qué falta por hacer?
Decidí exponerme tras mis primeras experiencias viajando sola por el mundo, donde encontré muchas barreras en el sector turístico para personas con discapacidad auditiva. La accesibilidad en los viajes no debe ser solo cosa de los paquetes de lujo, también deben estar adaptados los espacios para viajes mochileros o de bajo coste. Y me convertí en altavoz.
Falta por hacer todo, aunque estamos en el buen camino. Las personas sordas necesitamos bucle magnético en todos los espacios, no solo en recepción, subtitulados, vídeos signados… en todos los espacios de nuestra vida.
¿Qué deberíamos hacer como sociedad, para impulsar la inclusión plena de las personas con discapacidad auditiva, quizá una de las que pasan más desapercibidas?
Educar. Los gobiernos deben invertir en herramientas para que en los colegios se incluya la historia y cultura de nuestra comunidad, y por supuesto fomentar el bilingüismo.