No todas las personas viven las fiestas navideñas con la misma ilusión, hay quienes sienten mucha nostalgia añorando tiempos pasados. Se sienten tristes, se ponen de mal humor con los villancicos, el ruido, el ajetreo, e incluso manifiestan síntomas de ansiedad. Es fácil escuchar frases como “no me gusta la Navidad”, “borraría estas fechas del calendario”, “me gustaría dormirme y que hubiesen pasado todas estas fiestas”.
Hay diversos factores que llevan a un estado negativo y hacen que para muchas personas estas fechas acaben convirtiéndose en un duro trance. La pérdida o lejanía de un ser querido, las tensiones familiares, los regalos, el gasto excesivo, especialmente para aquellos que han tenido que ajustar su economía por reducción de jornada o, lo que es peor, por falta de trabajo, y algo especialmente importante, la alegría que parece que hay que sentir esos días.
No hay recetas ni fórmulas fijas para vivir la Navidad. Para cada persona tendrá un significado diferente; por tanto, es importante respetar los sentimientos y el estado de ánimo en que nos encontremos. Simplemente debemos buscar la forma que nos sirva a cada uno de nosotros, aunque esta no se ajuste a las tradiciones de los demás, ni al entorno de felicidad y alegría que la sociedad y la abrumadora campaña de los medios exigen.
Para disfrutar estas fiestas, a veces es necesario mantener cierta normalidad, respetando aquellas actividades que disfrutamos normalmente, para que no exista una ruptura tan grande con nuestras rutinas habituales.
Vive la Navidad desde lo que sienta tu corazón, y recordemos que el verdadero significado que tiene esta fiesta está en la paz, la unión y sentir un mismo latido entre todos los seres humanos.