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El ‘Síndrome ibérico’… ¡Malamente!

El 'Síndrome ibérico'... ¡Malamente!
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La historia de la humanidad, a través del tiempo, nos ha enseñado que las distintas fusiones culturales han conformado la existencia y la evolución humana.

Este hecho tan transcendente es la esencia de la configuración de los distintos pueblos del globo terráqueo. Repasando nuestra historia, vemos que los españoles no estamos ajenos a ello, que también nosotros hemos experimentado fusiones culturales desde nuestra más remota existencia.

Si nos remontamos en el tiempo, nosotros fuimos íberos, fenicios, romanos, cartagineses, visigodos, árabes y, con la fusión de los reinados católicos, somos esos españoles que actualmente formamos parte importante de la nueva Europa, pero creo que no podemos pasar por alto y recordar que en 1425, aun cuando España todavía no estaba constituida como nación, a través de los Pirineos, llegó a nuestro país un numeroso grupo de personas que portaban un concepto cultural diferente nacido en la India, desarrollado en la Persia del siglo V, en el imperio árabe en España hasta el siglo XV y que, latido a latido, paso a paso, poco a poco, se ha difundido por toda Europa, regalándonos un legado de aportaciones que formularán el acervo cultural español y europeo, especialmente con la literatura, la pintura y otras artes, y que el arte musical español ha desembocado en una aportación referencial por excelencia, llamada flamenco.

Esta nueva forma de ver la vida con formas y maneras diferentes, músicas nuevas, costumbres nuevas, gastronomía nueva y cultura que, sobre todo, conlleva una filosofía especial de observar y vivir la vida, que no es otra que la que aporta la cultura romaní en usos y costumbres de gran arraigo, aunque en este caso hablemos de un pueblo itinerante y en muchos casos nómada.

Como anuncié al principio, los ‘prestamos culturales’ que los distintos pueblos que vinieron y se asentaron entre nosotros han ido ofreciendo y depositando en este país son, en definitiva, la esencia, la manera de vivir que tenemos hoy, en una existencia configurada por los distintos aderezos y vasos comunicantes de todos los países y pueblos del mundo que transitaron por esta nuestra tierra.

Creo que hasta aquí todos estamos de acuerdo, pero no podemos obviar que nosotros, los españoles, padecemos de un síndrome especialmente particular que yo específicamente llamo el ‘Síndrome ibérico’.

Este ‘Síndrome ibérico’ es el que en muchas ocasiones (creo que en demasiadas) obstruye nuestra propia personalidad, nuestra propia cultura, e impide y no deja fluir con suficiente fuerza el torrente favorable de estar abiertos a las evoluciones culturales y musicales que de manera espontánea, y digamos ‘gratuita’, con las que hemos sido agraciados en el devenir de los tiempos y sus imponderables circunstancias, lo que nos permite no quedarnos anclados y experimentar, con el debido respeto (no descartemos un análisis constructivo) nuevos conceptos, que con toda seguridad enriquecerán nuevas vidas , siendo sin lugar a dudas la savia nueva que necesitamos los distintos pueblos para una correcta evolución; ese progreso que siempre viene acompañado de los distintos valores culturales específicos de cada una de las poblaciones, modos y razas que nos precedieron.

Este síndrome está motivado por un exceso de egocentrismo incomprensible. Es aquel que no deja que admitamos de buen grado lo que otros producen en beneficio de nuestra propia evolución, poniendo trabas e impedimentos a esa condición ventajosa de la llamada ‘diversidad’.

En el terreno musical, que es en el que me siento más cómodo como compositor y director de orquesta, puedo ver, experimentar y analizar todas estas nuevas producciones, innovaciones, aportaciones que han ocurrido siempre y que no podemos interceptar en su transcurrir, en un discurso natural, porque la música, como lenguaje universal, las necesita constantemente para su crecimiento y progreso evolutivo.

Nuestra música española es la que se ha ido configurando a través de las distintas y sucesivas demostraciones de los pueblos visitantes. Hemos conformado un amplio abanico musical construido por el folclore, la música popular, la religiosa y la llamada música culta. Una amalgama tradicional de todo esto es lo que nos define en su amplitud en nuestros días, es la mejor bandera que podemos ondear y que nos identifica artística y culturalmente en todas las latitudes.

En este momento tengo que hacer una parada para comentar que aquellas personas que llegaron en el siglo XV a nuestro territorio, que venían impregnados de la sabiduría de otras culturas, de otras músicas, de otros ritmos y de otras melodías, nos han ido ofreciendo generosos, de forma gratuita, ‘prestamos culturales sucesivos’, un nuevo cauce cultural de acuerdo con una nueva filosofía de asentamiento continuado que hoy llamamos filosofía flamenca o cultura gitana.

Y aquí es donde aparece con fuerza el ‘Síndrome ibérico’ al que hacía referencia anteriormente, el que no permite por una serie de resistencias por parte de algunos que se vea alterada ni interrumpida la tradición del flamenco, sin que se den cuenta de que precisamente el flamenco existe y está vivo gracias a las aportaciones que todos los distintos implicados (nuestros vecinos antepasados históricos) han ofrecido a este bello arte musical español en su generalidad y en su particularidad.

No es la primera vez que he podido escuchar manifestaciones propias del ‘Síndrome ibérico’. Se ha manifestado desde los primeros tiempos en el flamenco. Ejemplos como que si Silverio Franconetti pertenecía o no a una familia gitana de Morón; que si Demófilo fue un investigador puro y nato o se dejó influenciar en sus recopilaciones de cantes flamencos, por lo que iba recogiendo de las conversaciones y amistad que mantuvo con ‘El Fillo’; o que si el flamenco nace en un triángulo geográfico entre Sevilla, Cádiz, Utrera…

Tantas y tantas argumentaciones que generalmente hacen los que no saben de este arte, es decir los que no saben cantar, bailar o tocar la guitarra, pero tienen la habilidad de hacer malabares léxicos y que, utilizándolos en la literatura, intentan sentar catedra con sus opiniones ajenas al verdadero conocimiento y que no reconocen que el flamenco primitivo pertenece a una identidad cultural gitana llena de sabiduría musical y ancestral basada en los distintos tiempos y espacios.

Tampoco faltan las opiniones de aquellos que aun sabiendo cantar, bailar o tocar, están ‘contaminados’ por el mismo síndrome, porque creen que para mantenerse en su atalaya histórica, cultural, o en el pedestal musical o político que ostentan o ejercen de manera pontificia, establecen y propagan manifestaciones gratuitas en contra de la propia evolución del arte y menosprecian y tiran por tierra a todos los individuos que se atreven a ejercitar a través del arte del flamenco conceptos nuevos y revolucionarios; lo que, a mi entender, no hace otra cosa que alimentar y acentuar más el color rojo y dar mayor luminosidad a la sangre viva del flamenco.

‘Tra… tra…’
A este apartado lo llamo ‘Tra… tra…’ porque en los últimos años una de las nuevas aportaciones, y nuevo préstamo cultural, es mal entendido y criticado en nuestro amplio panorama y extenso palmarés de lo flamenco.

Es evidente que estoy refiriéndome a Rosalía. Creo sinceramente, como músico, que todavía no se ha puesto en valor lo que supone esta artista con su ‘clasicismo’ y ‘contemporaneidad’ para nuestro gran mosaico. Las aportaciones musicales que exhibe son de gran importancia. Se ha hablado sin parar de su incursión ‘en nuestro mundo’. Se habla desmesuradamente de muchas cosas al respecto, pero nadie habla ni de armonías, ni de cadencias, ni de ritmos, ni de melodías ni de producción, entre otros aspectos sobre sus músicas.

‘Malamente’ es el trabajo de una investigación musical y literaria que, si no se conoce, es posible que, por la falta de información, algunos hagan literatura barata o discursos improcedentes, basándose exclusivamente en el tema de lo que implica los gustos personales, que como sabemos también son lícitos y necesarios porque nos dan a conocer lo que nos gusta o no. Estos gustos tienen tanta importancia o más de lo que podemos apreciar a simple vista; por tanto, aceptemos como buenas las críticas que ponen de manifiesto los gustos personales porque sirven para conformar y ordenar la propia evolución cultural de los hombres.

‘Malamente’ no es otra cosa que un trasvase musical y poético de conceptos que mantienen un hilo conductor entre canción y canción, en concreto es una adaptación libre de unos textos de un libro que aparece en el siglo XIII de autor anónimo. Son textos que se basan en la historia de una mujer que se enamora de un hombre celoso que la maltrata, y no la deja vivir. Si se desconoce ese dato, esa premisa histórica, lo podemos poner en el contexto en una historia actual ya que estos hechos han acontecido desde Adán y Eva.


‘El Roman de Flamenca’, de Jaime Corvasí Carbonero
Ya he hablado de ‘El Roman de Flamenca’, el romance anónimo del siglo XIII escrito en occitano que sirvió de base e inspiración a Rosalía para su exitoso disco ‘El mal querer’. Y por fin lo he podido leer. Se trata de la segunda edición de una obra aparecida en 2010, que incluye un estudio del autor, de unas cien páginas, y el texto de romance traducido por Covarsí al castellano de la forma más fiel posible, que ocupa las 200 páginas restantes.

'El Roman de flamenca'El romance, al que le faltan unas líneas al principio y al final, es interesantísimo y, además de contar una historia de celos, maltrato y amor apasionante, constituye una suma enciclopédica sobre la cultura, sociedad y vida cotidiana en la Francia del año 1200.

Leyendo el libro nos enteramos de que Francia vive un cambio de época, marcado por la guerra contra los heréticos albigenses o cátaros y contra el amor trovadoresco y apasionado iniciado por Guillermo IX de Aquitania (969-1030) y que se identifica perfectamente con el amor romántico y arrebatado tal y como lo conocemos. Las leyes del amor cortés y trovadoresco entraban en decadencia, y esta obra puede verse como un canto nostálgico a su belleza.

Escrito probablemente entre 1283 y el final de siglo, cuenta una historia real acontecida entre 1191 y 1196, cuando Gaucher de Vienne, señor de Bourbon l’Archambault, recluyó por celos a su bella y joven esposa Mathilde en una torre, un caso muy famoso y comentado por aquel entonces.

En la novela, a Mathilde se le llama Flamenca, quizás por ser apasionada y ardiente como la ‘flamma’ (llama) o tal vez por provenir de Flandes; el celoso y maduro marido es el señor de Archimbaut; y el joven enamorado que la rescata es el apuesto Guillem de Nevers. La narración es ágil y sorprendentemente moderna; hay un narrador omnisciente que opina y se dirige directamente al lector. La lectura es muy amena, el texto está salpicado de diálogos y monólogos muy notables, y el desenlace, como faltan las últimas estrofas, queda abierto y puede ser imaginado por el lector a su gusto.

Aparecen multitud de detalles intrahistóricos, como que se jugaba al chaquete (backgammon), que las bodas de los nobles podían durar ocho días, que ya se usaban servilletas, que el menú de la boda fueron carnes y pescados, cerezas y peras, que los juglares cantaban a los mitos y héroes griegos, la corte del rey Arturo, la secta de los asesinos y a Carlomagno, que la iglesia era vista en parte como una institución muy recaudadora, que la pera era considerada anticonceptiva, que los trovadores consolaban con su amor platónico a las mujeres ‘mal maridadas’ con hombres mayores que ellas en matrimonios concertados…

Un romance muy antiguo, que suena a moderno, se lee muy bien y ofrece mucha información sobre la vida en la Edad Media. Espléndido.

Jaime Covarsí Carbonero (Barcelona, 1975) es un escritor licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, donde obtuvo el Premio Extraordinario de Tesis Doctoral en 2005 por su trabajo ‘El Roman de Flamenca: estudio y traducción de un tratado amoroso occitano’. Durante su periodo como docente universitario se especializó en la investigación de la literatura medieval y renacentista. También mostró interés por el Romancero de tradición oral.

Se ha doctorado en Filosofía, también en la Universidad de Sevilla, con la tesis ‘Homo narrator: consideración ontológica de la condición narrativa del hombre en Ricardo Piglia’, en la que recibe también la calificación de Sobresaliente cum laude por unanimidad. Ha escrito varias novelas y un libro de relatos en colaboración con Eva Márquez. Actualmente es profesor de enseñanza secundaria en un instituto de Extremadura.


Este trabajo musical tiene, como todos los álbumes, varias canciones en las que se narran los distintos hechos que acontecen en el texto literario recogido en el libro mencionado.

En un pequeño recorrido musical podemos empezar por el primer tema del disco, que empieza con unas palmas flamencas con un fiel reflejo rítmico del flamenco que consumimos todos en el día de hoy.

A los pocos compases aparece un ostinato armónico, o secuencia armónica que no desaparecerá ya en esta composición y que conforma una armonía no propia del flamenco, que nos induce a averiguar que existe una fusión con otra disciplina musical del momento como es el rap, el trap, en definitiva la música urbana, que no es otra cosa que un movimiento musical en bucle que sirve de base para ornamentar y desarrollar el concepto musical que se quiere mostrar.

Evidentemente todo esto va acompañado de una secuencia del bajo y sonidos de percusión de acuerdo con la fusión que se quiere ejercer, pero con la habilidad de que son las palmas las ejecutantes de los ritmos propios del trap.

En el concepto armónico poco que añadir, ya que es tan sencillo como que es una secuencia de tónica dominante, es decir, la base está dentro de una cadencia perfecta oculta que se desfigura o altera a través de distintas inversiones.

Cabe hacerse la pregunta de si está presente o no el flamenco; si analizamos la melodía adivinamos que el constante uso de segundas menores es una de las características principales del buen flamenco, que se germinan con escalas menores armónicas con melismas y cadencia frigia, que es la característica principal de este nuestro estilo gitano, por lo que podemos afirmar que todos los conceptos tiene como fin expresarlos con las bases propias del arte musical español por excelencia, el flamenco, sin que sea un flamenco formal, puro, estricto o estilístico.

El 'Síndrome ibérico'... ¡Malamente!Falta por hablar del contrapunto, que no es otra cosa que melodías secundarias que rellenan los espacios libres que no se cubren con la propia melodía por necesidades propias de la composición melódica, y que aquí están perfectamente expuestos por efectos y sonidos propios de la electrónica pero que existen como en cualquier composición musical.

Difícilmente podemos definir si en conjunto este trabajo de Rosalía es flamenco, trap o pop, ya que es una amalgama de conceptos musicales y de producción moderna que, entre otras cosas, se presenta como una innovación comprensible o no.

Pero lo que sí está implícito es el sentimiento propio del flamenco; se percibe claramente que esta artista conoce en profundidad esta disciplina musical, aunque no se exprese con los condimentos necesarios para crear una estética pura y genuina o tradicional gitana, pero está claro que por su parte exhibe una opción buscada partiendo del conocimiento profundo de nuestra música. No es ningún delirio, es una forma de presentación “de alguien que musicalmente sabe lo que hace”.

A este respecto podíamos mencionar a extraordinarios artistas, como pintores figurativos de extraordinario talento como Picasso y otros que, sin dejar de ser su ‘background’, y con todos los conocimientos, en un momento dado se imbuyen y abrazan otros movimientos como el cubismo o el modernismo como forma de expresión en las que desarrollan sus trabajos a partir de un momento en su camino artístico. Muchos de los artistas en distintas disciplinas de la historia proceden de ser grandes figurativos, digamos tradicionales y nadie los cuestiona.

De la misma manera, es difícil adivinar si la música de Michael Jackson, por ejemplo en ‘Thriller’, inspirada en la película ‘Un hombre lobo americano en Londres’, de John Landis, o en el modo de hacer de Martin Scorsese, a quien ofrece dirigir su videoclip ‘Bad’, es consecuencia de fusiones con otras músicas de su entorno; es un claro ejemplo de origen, raza, lucha de clases, en definitiva la música negra en su conjunto, el soul, el funky, el R&B, el góspel que están en su ADN. O, por hacer referencia a otro icono musical de nuestra reciente época, Amy Winehouse, que habló abiertamente de sus preferencias musicales como el jazz, y sus referencias principalmente en el góspel, pues igual de nuestra artista española Rosalía con su memoria histórica del flamenco y la copla convirtiéndola en música urbana que podemos decir que es aflamencada.

Creo sinceramente que, si queremos seguir despiertos y activos en el ámbito de la cultura musical y que ese estar alerta nos lleve al futuro musical, a la música de nuestro futuro, hemos de estar siempre abiertos y a favor de los cambios, sean o no en el flamenco. Esa es la actitud que facilitará que las cosas fluyan bien en favor de nuestros descendientes y la creatividad en su entorno futuro.

Podemos seguir analizando tema a tema este álbum, pero en todas las canciones (todavía se llama así) que configuran esta producción vamos a apreciar a través de la guitarra, las palmas, las melodías con melismas flamencos, efectos sonoros, electrónica y distintas fusiones técnicas y musicales, la cadencia gitana, flamenca y andaluza.

Rosalía ha conseguido una nueva manera de ver la música desde la formación, el rigor y el respeto por el flamenco, haciéndola así todavía más ‘su música’; insisto, esa música que es la forma, no el fondo, que corresponde a nuestros días, a su personalidad actual y ‘tradicional’ a su tiempo.

Hago hincapié en el conocimiento que tiene Rosalía de los palos, estilos o formas musicales del flamenco, basados en los 12 tiempos de un 12/8, los que maneja a su antojo, que, animados y apoyados por una producción moderna propia, diseños gráficos, vocoder, autotuner, etc, llega a divisar desde una nueva atalaya un paisaje clarísimo de nuestro futuro musical. Esa cima musical nada más que se consigue después de muchos años de viajes musicales apasionantes, elaborados con distintos condicionamientos y referencias.

Tenemos que observar también que en su último trabajo, ‘Motomami’, se aleja claramente del flamenco, haciendo de su música y de sus letras otro abismo en el que es difícil de adentrarnos si no profundizamos a fondo y con verdadero ánimo de entenderla.

Como conclusión, bajo mi criterio como gitano, flamenco y compositor, seguimos necesitando la presencia de valientes, mujeres, hombres, niños o ancianos que nos pauten los pasos a seguir para que nos mantengamos vivos culturalmente hablando y que consigamos aparcar en la medida de lo posible, al menos a nivel particular, nuestro ‘Síndrome ibérico’, ya que si seguimos ‘contagiados’ no nos permitirá ver más allá de nuestros propios conceptos e ideas preconcebidas en las que estamos instalados culturalmente.

Si nos dejamos ganar la partida por ese empeño de prejuicios y discursos interesados dejaremos de implicarnos en el futuro musical y vital, colapsando nuestra propia evolución en todos los sentidos.

Paco Suárez
Compositor y director de orquesta

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