Inmaculada Carmona empezó en 2018 a subir sus propios looks a Instagram mientras estaba preparándose para presentarse a unas oposiciones. Seguía algunos perfiles que se dedicaban al mundo de la moda y pensó que sus publicaciones podrían ayudar a chicas con tallas más grandes a la hora de vestirse.
Solo un año después algunas marcas ya se habían fijado en ella y le mandaban sus productos para que los probara, entre otras Shein, L’Oréal o La Roche Posay. Además, ha grabado spots promocionales para dos empresas.
Cuando publica en Instagram no se dirige a un público concreto, aunque le sigue una mayoría de mujeres, con un rango de edad muy amplio, dado que no solo escribe sobre moda, sino también sobre decoración, cosmética, manualidades o recetas.
Dedica a crear contenido una media de ocho horas semanales, lo que compagina con su trabajo en un hospital, y sus planes pasan por seguir creciendo y aportando contenido de interés a las personas que le siguen.
A pesar de su pasión por las redes sociales reconoce que es complicado trabajar en un hospital, ser madre y ser además creadora de contenidos; no dejaría su profesión por Instagram, pero también tiene muy claro que tampoco abandonaría su perfil público en esta red social.
En su opinión, si se utilizan bien las redes sociales se puede ayudar a muchas personas. El problema surge cuando las chicas más jóvenes pretenden parecerse a esas influencers a las que siguen y que tienen vidas maravillosas, llenas de lujo, y que piensen que puede ser un camino para tener la vida resuelta sin trabajar mucho.
Es consciente de que, lamentablemente, en Extremadura es más difícil conseguir publicidad en redes sociales, dado que se celebran muchos menos eventos que en ciudades como Madrid o Barcelona, donde cualquier marca, para lanzar una nueva colección, o en la inauguración de un local, contrata a una influencer.