Cada 9 de mayo celebramos el Día de Europa, una efeméride que, si bien suele pasar desapercibida, debemos tomar como un recordatorio de lo que implica formar parte de este proyecto común: derechos y oportunidades, pero también responsabilidades compartidas.
Para las personas jóvenes, la Unión Europea ha sido y es una puerta abierta al conocimiento, a la diversidad cultural y a experiencias que transforman. Europa es sinónimo de movilidad, pero también debe serlo de compromiso con quienes quieren construir desde sus territorios.
En este 2025, cuando se cumplen 75 años de la Declaración Schuman y 40 de la adhesión española, reivindicamos que desde Europa se siga trabajando para mejorar nuestra tierra, generar empleo digno, proteger el medio ambiente, reforzar la educación y garantizar que vivir en una zona rural como Extremadura no sea una desventaja. Para eso, necesitamos una Europa que escuche a su juventud y que nos tenga en cuenta en la toma de decisiones.
La unión de países también se construye desde aquí, con nuestra participación, con nuestras ideas y con nuestros valores. Porque la juventud no es parte de un futuro lejano, sino de un presente que apremia y exige.